Mi Novio, Su Hermano y Yo

Capítulo 1: El novio equivocado

Algunos años atrás…

La pequeña Alya estaba jugando en el gran jardín de su casa, hasta que el suelo en el que estaba sentada comenzó a sacudirse un poco. Esto llamó la atención de la pequeña, la cual, observando a todos lados, escuchó cómo el estruendoso ruido de un camión de mudanzas se acercaba a su dirección. 

Como pudo, escaló la cerca de madera para tener mejor visión de lo que sucedía en frente de sus ojitos. 

El gran camión de mudanzas se detuvo justo en frente de su casa, en esa edificación que había estado vacía durante demasiado tiempo. Una emocionada sonrisa se asomó en sus labios, al final de cuentas, ya no tendría que sentir que la observaban desde ese lugar, sin que hubiera nadie. 

Detrás del camión, un automóvil se dejó ver y esa sonrisa que ya tenía se estaba haciendo mucho más grande al ver a un niño que aparentaba tener su misma edad. Esa sonrisa se esfumó cuando ese pequeño le mostró la lengua.

Su mirada era como si Alya fuera un bicho sobre la cerca, como si fuera un gusano peludo, o un zorrillo apestoso. 

—¡Qué grosero! — se quejó ella en voz alta mientras soltaba una bocanada de aire. —¡Ni siquiera me conoce! Es un niño maleducado — renegó una vez más mientras fruncía su nariz y hacía una mueca de descontento. 

Antes de que ella pudiera seguir dando rienda suelta a su molestia, se dio cuenta de que otro automóvil estaba yendo por el mismo camino que el anterior. 

“Tal vez sea una niña” se dijo a sí misma, ella observaba fijamente en la dirección de la ventana. 

Pero, para su sorpresa, era el mismo niño que el anterior, solo que, este tenía una gran sonrisa y saludaba a Alya agitando su mano con bastante alegría. 

—Estoy enloqueciendo, sí, no debí comer tantos dulces — susurró sintiendo cómo sus mejillas comenzaban a cambiar de color.

En el momento en que ella intentó sacudir su mano para regresarle el saludo al segundo niño, perdió el equilibrio y cayó de espaldas en el césped. 

Alya se quedó observando a la nada por un largo espacio de tiempo, no entendía por qué razón había llegado a ver dos veces a la misma persona. Le estaba echando la culpa a su travesura reciente, debida a que su madre le dijo de manera clara que se alejara de los dulces, pues ya había comidos suficientes. 

Ahora no solo le estaba doliendo el estómago, sino que también estaba viendo doble. Ella podría estar teniendo alucinaciones debido a los dulces ¿No era así? 

Alya no sabía que se trataba de un par de gemelos idénticos, eran tan parecidos que incluso sus lunares estaban en el mismo lugar. Ellos, en ese momento, llevaban el mismo peinado y la misma vestimenta. Ese era uno de los gustos que su madre tenía y que ellos, en más de una ocasión, habían aprovechado para su beneficio. 

En la cena junto con sus padres, Alya les dijo que había visto dos veces a la misma persona. 

—Deberíamos saludarlos mañana, después de que regreses del colegio — dijo la mamá de Alya con una sonrisa. 

—¡No! — dijo la menor en una exclamación. Esa no era la manera en la que Alya se comportaba, ella intentaba ser lo más amable posible, pero esa vez, su actitud era diferente. —Esa persona está loquita — susurró a manera de secreto. 

Luego de que sus padres intercambiaron unas pequeñas sonrisas, se dedicaron a explicarle a la pequeña Alya que se trataban de  hermanos gemelos, y que no estaban locos. 

Ya en su habitación, la niña estaba observando el techo mientras intentaba unir los puntos que sus padres le habían dado.

—Un niño es muy alegre, pero el otro, parece triste, como si estuviera enojado con todo el mundo. 

***

A la mañana siguiente, Alya se dirigió a su primer día de clases con una gran sonrisa. Ella siempre le había dado prioridad a sus estudios, bueno, eso desde que su castigo fue quedarse en casa de su abuela, mientras sus padres disfrutaban de la arena y el mar, gracias a las malas calificaciones que Alya había obtenido.

Desde entonces se prometió a sí misma, ser la mejor de su curso, obtener las mejores calificaciones, y no había nada que la hiciera perder ese objetivo, no por ahora. 

Apenas cruzó por la puerta de su aula, notó que uno de sus nuevos vecinos estaba en el lugar leyendo un libro. Con una radiante sonrisa se acercó a él y extendiendo su mano lo saludó.

—Déjame, no te quiero cerca de mí. Yo he venido para ser el mejor estudiante, no quiero distracciones, mejor quita esa cara de niña tonta. — Dijo el niño de manera tosca. 

Una vez más, la nariz de Alya se frunció y antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas fue en busca de su asiento, se  sentó y apoyó su cabeza en sus brazos a la espera de que la clase comenzara. 

—¡Hola! ¡No puedo creer que estés aquí! 

Debido a la calidez de la voz del chico, ella levantó su rostro de manera rápida, mientras se encontraba con los ojos del chico de la agradable sonrisa. 

Sin que ella lo notara, sus mejillas se sonrojaron y comenzó a tartamudear intentando formular un saludo. 

—Mi nombre es Ethan — dijo con una sonrisa cada vez más grande. Observaba a Alya con un poco de ternura. 



#11090 en Novela romántica
#2153 en Chick lit
#6190 en Otros
#1016 en Humor

En el texto hay: gemelos, romance, cambio de identidad

Editado: 09.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.