Capítulo 59: No nos queda de otra

Ethan, Evan, Antoni y Mar, se dieron cuenta de que ya no tenían más provisiones, el agua que tenían también se les había terminado, solo contaban con una botella de 500 ml, para repartir entre los cuatro.

Así que aunque no querían moverse del lugar en donde se encontraban, esta vez se vieron en la obligación de hacerlo, pues al no saber cuándo los rescatarían, no se podían quedar allí de brazos cruzados.

Pues si los rescatistas tardaban mucho, podrían estar en problemas mucho más graves, los chicos empacaron todo, y se dispusieron a seguir con su aventura forzada.

Caminaron y caminaron, sin encontrar agua pura, de pronto Antoni vio que había un charco de agua, pues este se había formado por la lluvia, y sin pensarlo dos veces, empezó a beber de esa agua.

Los chicos cuando lo vieron, le dijeron que no lo hiciera más, pues había mucha vegetación, pero no sabían si podía haber alguna planta venenosa. 

Él no los escuchó, les dijo que él era un aventurero y que estaba acostumbrado a beber y comer lo que fuera, que su estómago era de hierro. Todos estaban bastante sedientos, porque también tenían que racionar, la poca agua que les restaba.

Los gemelos y Mar la azafata, no se arriesgaron a beber de allí, ellos sabían lo peligroso que esto podía llegar a ser, prosiguieron por su camino, cuando de repente escuchan a Antoni quejarse.

Les dijo que le estaba doliendo muy fuerte el estómago, y que sentía muchas náuseas.

De pronto empezó a vomitar, Antoni se sujetaba el estómago de manera fuerte con sus manos, estuvo así por un tiempo, y cuando le paró el vómito, sus compañeros lo ayudaron a sentarse.

—Ayyyy Antoni, ¿por qué no nos prestaste atención?, Te dijimos que beber de esa agua podría ser peligroso. — Exclamó Mar la azafata.

—Lo sé, pero lo menos que quiero ahora es un sermón, por favor. — Expresó Antoni.

—¿Cómo te sientes? ¿Ya te sientes mejor?. — Exclamó Ethan.

—No, siento que la cabeza me da vueltas, estoy muy mareado chicos. — Expresó Antoni, a quien le estaba costando mucho permanecer en pie.

Su boca se veía demasiado reseca, también su temperatura se había elevado.

—¿Qué vamos a hacer ahora?, con él así, no vamos a poder seguir. — Exclamó Mar la azafata.

Así que Ethan avanzó un poco más, para ver si encontraba un mejor sitio para acomodarse, pues por la situación se dieron cuenta de que iban a tener que quedarse por allí cerca.

—Buenas noticias chicos, si nos movemos un poco más, vamos a poder acomodar el camping para refugiarnos mientras tanto, además debemos de apresurarnos, pues se aproxima una fuerte lluvia. — Expresó Ethan.

—Vamos, Ethan yo te ayudo para que llevemos a Antoni. Expresó Evan.

Porque Antoni no podía caminar bien, pues seguía bastante mareado y ahora sentía también escalofríos.

—No se preocupen por eso, mejor ustedes dos váyanse adelantando, y yo me voy con Antoni más despacio, así cuando lleguemos él va a tener dónde acomodarse, ¿Les parece bien?. Expresó Mar la azafata.

—Me parece una buena idea, y así yo también estoy pendiente de ti hermano, recuerda que no debes forzarte demasiado. — Expresó Ethan.

Así que eso fue lo que hicieron, y los chicos se adelantaron para ir organizando el lugar donde pasarían la noche.

Cuando Antoni y Mar la azafata llegaron, vieron que ya los chicos habían terminado, Antoni estaba muy agradecido con ellos, pues tenía suerte de haber quedado con unas personas tan amables y atentas. 

Mar la azafata buscó en su maletín, y allí vio que tenía antibióticos, esto le ayudaría mucho a Antoni para tratar la infección. Solo contaban con un poco de agua pura, así que se la cedieron a Antoni para que se hidratara al menos un poco y se pudiera tomar la medicación.

Todos tenían demasiada hambre y sed, pero ya no contaban con nada para comer, y el viaje que habían emprendido para encontrar estos elementos, se vio empañado por lo que le pasó a Antoni. 

De pronto escucharon que Antoni los llamaba, ellos acudieron de inmediato, pues pensaron que le sucedía algo malo.

Pero se sorprendieron con lo que les dijo.

Antoni les dijo que lo perdonarán por lo que iba a decir, pero que al menos era algo que les sería útil en esos momentos.

Le dijo a los chicos que revisaran su mochila.

Cuando ellos lo hicieron, encontraron allí varias latas de atún y vegetales, además de algunas barras energéticas. Los chicos nunca se habían alegrado tanto de ver latas de atún.

—Lo siento, las latas de atún las tomé del avión, pues como yo venía en plan de vacaciones, tenía pensado salir a acampar por varios días, así que pensé que me serían útiles.

Aunque no tenía pensado que mi campamento iba a ser de esta forma. — Expresó Antoni, con un tono de voz bastante bajo, pues se sentía muy mal.

Así que los chicos no podían estar enojados con él, pues el hacer esto, sin pensarlo los ayudó.

Así que de manera rápida se dispusieron a comer, teniendo en cuenta que no se podían olvidar de seguir racionando.

Por su parte Antoni, no quería comer ninguna cosa, pues lo único que le provocaba era tomar agua.

Pronto empezó a llover, así que a los gemelos se les ocurrió una gran idea, tomaron bolsas que tenían en sus mochilas, y las colgaron al lado del camping, esperaban que de esa manera pudieran recolectar agua para poder beber.

El plan funcionó, y lograron recolectar una buena cantidad de agua, desde que estaban perdidos, no se habían alegrado tanto de que cayera un aguacero tan fuerte.

Cuando la lluvia paró, se organizaron para encender de nuevo la fogata, mientras Evan iba recogiendo el agua en los tarros vacíos que tenían a mano.

También tomaron las latas de atún vacías, y en ellas de a poco fueron hirviendo el agua que habían logrado recoger.

Estaban muy contentos por al menos poder saciar su sed, y de tener alimentos al menos por un par de días más, aunque esperaban que los encontrarán mucho antes.