Mi Novio, Su Hermano y Yo

Capítulo 115: También en el trabajo

Cuando Oliver vio a Rosana por primera vez, él pudo notar que ella no era una mujer común. Ahora que podía compartir un poco más tiempo con ella; debido a que lo estaba siguiendo como una psicópata por todo el hospital; él pudo asegurarse de que había estado en lo correcto desde el comienzo.

—¿Necesitas algo? — preguntó él con un poco de tranquilidad, a pesar de estarse volviendo loco.

Jamás en su vida había tenido que lidiar con una chica tan pesada, además de que hablaba en un tono de voz demasiado alto, parecía que iba a reventarle los tímpanos a todo el personal.

—¿No se lo dijeron? — dijo ella ladeando su cabeza, luego esta se movió de un lado a otro mientras tronaba su lengua —por lo visto no — se respondió a sí misma mientras  suspiraba. —Cada estudiante ha sido asignado a un personal en específico, usted desde ahora va a ser mi tutor — aclaró con la misma tranquilidad que estaba emanando el hombre.

Una gran sonrisa se había posado en sus labios mientras veía a otro lugar, estaba incómodo. Lo estaba aún más desde que no podía sacar a aquella muchacha de su mente. Era una sensación que había tenido antes, lo admitía, pero que , en esta ocasión, carecía mundo más de razonamiento.

¿Por qué se veía condenado a tener que estar con esa chica que apenas conocía y por qué razón debía estar a su lado todo el tiempo?

—¡Sabía que iba a estar tan emocionado como yo! — exclamó ella con ánimo.

En ese momento, Oliver solo podría comenzar a trazar un plan para librarse de ella. Esa no era una característica propia de Oliver, pero sencillamente no podía concentrarse en su trabajo con ella cerca. Debía encontrar cuál era su punto débil para poder atacar por ese mismo. De esa forma ella decidiría cambiar de tutor y todo regresaría a la normalidad.

—Señorita Rosana, vamos a comenzar con la canalización — indicó observando en dirección de Rosana, la cual asintió con firmeza a pesar disentir que su corazón estaba latiendo con fuerza.

Esa sería la primera canalización que le realizaría a un paciente y, por tanto, odiaba ser perfecto. La joven desinfectó con cuidado la zona, y  así mismo eligió cada uno de los implementos que iba a necesitar.

Era tanta la emoción y nerviosismo que sentía que sus manos no dejaban de temblar, ella estaba manteniendo la calma, bueno, estaba haciendo su mayor esfuerzo aún cuando grandes gotas de sangre estaban cayendo al suelo.

Su mirada suplicante se posó en Oliver, mientras que con su mirada le estaba pidiendo ayuda. Oliver sencillamente no podía decir que no, así que terminó organizando el desastre que Rosana pensaba haber hecho.

A pesar de que el rostro de la chica parecía ser apacible, ella estaba conteniendo las ganas de llorar por su falta de profesionalismo, esa había sido la oportunidad para probarse a sí misma, y había fallado.

Debía admitir que esa había sido una de las prácticas más difíciles que tuvo, le costaba tanto encontrar el lugar en el que debía trabajar, que terminaba datando un poco más las venas de los voluntarios que se arriesgaban a ayudarse; entre esos había estado sus primos sin cejas.

Desde ese momento parecía como si el gato le hubiera metido la lengua, no salía ni una sola palabra de su boca, salvo cuando debía responder las preguntas de Oliver y él le repetía más de una vez.

Esto había comenzado a inquietar al mayor, el cual se había acostumbrado a la chillona y estruendosa voz de su tutorada.

—¿Se encuentra bien? — indagó el hombre, el cual no había dejado de sentirse extrañado por la actitud de la chica.

—Sí — respondió ella sin dar más detalles, a pesar de que su mirada estuviera perdida. —Hasta mañana — se despidió sin mover ninguna parte de su cuerpo, como si fuera un sonámbulo, cedió la vuelta y salió del hospital.

Ahora Oliver se encontraba más confundido ¿Por qué le afectaba tanto el que ella hubiera dejado de hablar? ¿Era porque estaba extrañando el tono de su voz?

—Estoy enloqueciendo, eso me pasa por no dormir — se dijo a sí mismo marchando directamente por una taza de café demasiado cargado.

Esa misma noche, Oliver se encontraba dando vueltas en su propia cama, no podía conciliar el sueño de ninguna manera. Deseaba culpar a la cafeína que consumió todo el día, pero él podrá dormir normalmente sin importar la cantidad de café que tomara; peor, la culpa ¿Era de Rosana?

Cada vez que él cerraba sus ojos, veía el triste semblante de la joven, y no, no podía sacarla de su cabeza, ni aunque se dedicara a ver películas o a crear escenarios imaginarios en su cabeza, cada una de las cosas que hacía lo llevaban a Rosana.

—Estoy loco — dijo en medio de un gruñido, él tenía sueño, pero sencillamente no podía dormir. Tenía miedo que, aun en sus sueños, la imagen de Rosana saltara a su vista.

Rosana, por su parte, continuaba leyendo una vez más aquellos apuntes que había hecho acerca de la canalización, ella debía asegurarse de recordar la técnica empleada a la perfección, de lo contrario, temía volver a cometer ese mismo error una y otra vez.

La mañana había llegado, ella no había dejado de estudiar ni por un minuto, sus ojos estaban viendo todo borroso, le costaba poder abrirlos con normalidad. Estos parecían persianas, las cuales se esforzaban por cerrarse, eran persianas averiadas.

—Nada más cerraré mis ojos unos cuantos minutos — dijo ella con una voz demasiado ronca, pocos segundos después que los cerrara, el ruido de la alarma hizo que se despertara. Era hora de que volviera al hospital.

¿Debería reconsiderar su elección?

—¡Vamos Rosana, tú puedes! — se animaba mientras caminaba en dirección al lugar de sus prácticas, aún faltaba bastante camino, pero sus ojos se cerraban y ardían gracias a la luz del sol.

Ella estaba extremadamente agotada, no había dormido bien la noche anterior a esa última y en esta, no había pegado los ojos. Su cuerpo se estaba sintiendo sobrecargado, tanto, que estaba a punto de apagarse a sí mismo.



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En el texto hay: gemelos, romance, cambio de identidad

Editado: 09.06.2023

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