Alejandro
Nunca pensé que llegaría el día en que me encontraría tan vulnerable. Clara, con su mirada penetrante y sus palabras directas, había puesto al descubierto una verdad que yo mismo había estado evitando: había descuidado a Luna. Me había refugiado en el trabajo para escapar del dolor de la pérdida de mi esposa, pero en el proceso, había dejado de ser el padre que Luna necesitaba. Clara me había mostrado el error de mis caminos y, por primera vez en mucho tiempo, sentí una punzada de culpa.
Esas palabras resonaban constantemente en mi cabeza: "¿Usted sinceramente ama a su hija?". De repente, recordé todo lo que en algún momento fuimos: una familia.
Flashback
—¡Cómo has sido capaz! — le gritaba desesperado a Tatiana. — ¡Te has dado cuenta de lo que has hecho!
— No sé de qué te molestas si siempre supiste que nunca te he querido — esa respuesta me puso furioso. La agarré del cuello y la obligué a que me mirara a los ojos.
— Hoy mismo te largas de mi casa — le dije furioso — si piensas que me puedes pisar cuando se te da la gana, estás muy equivocada.
— De ahora en adelante no quiero verte cerca de Luna, y date por hecho que te quedarás sin ningún centavo.
— Suéltame — me decía con dificultad.
— Y no te preocupes por tu hija, no sabré nada. A ella nunca la quise, si la tuve era para amarrarte porque tenías mucho dinero.
No aguanté más y la agarré del brazo fuertemente, obligándola a que saliera de mi casa. La llevaba casi arrastrada.
—¡Busquen las cosas de esta basura! — gritaba lo suficientemente alto para que me escucharan las criadas.
— Suéltame, soy la madre de tu hija — me decía casi sollozando.
— Lo hubieras pensado antes de irte a revolcar con ese imbécil — le solté frustrado.
— Te juro que te vas a arrepentir, Alejandro Sandoval.
— Tus amenazas te las ahorras.
Me abrieron la gran puerta de la mansión y la solté, tirándola al piso con sus cosas. Todas las empleadas se preguntaban qué era lo que sucedía, solo las ignoré y las miré fijamente.
—¡Espero que ella nunca pise este lugar! ¡Entendieron! — las miré con frustración.
Fui directo a mi despacho, cerrando con llave la puerta y acabando con todo lo que había a mi alrededor.
Y desde ese día y momento, todo cambió.
Presente
Me encontraba en la empresa, trabajando para un nuevo negocio. Pero no podía dejar de pensar en lo que había pasado en la cocina con la niñera de Luna. No podía dejar de pensar que tal vez tenía razón.
De repente, alguien tocó la puerta de mi oficina. Salí de mis pensamientos y solo dejé que entrara.
— Buenos días, señor — dijo Adriana, mi secretaria, entrando. — La reunión comenzará en dos minutos.
Solo asentí.
Me levanté de mi silla y me ajusté la corbata, preparándome para la reunión. Mientras salía de mi oficina, no podía sacar de mi mente la conversación con Clara, la niñera de Luna. Sus palabras seguían resonando en mi cabeza: "¿Pasar tiempo con su hija no es importante?".
Entré en la sala de reuniones y me senté en la cabecera de la mesa. Los demás ejecutivos ya estaban allí, esperando mi llegada.
— Bueno, comencemos — dije, tratando de centrarme en el tema de la reunión.
Pero mi mente vagaba. Pensaba en Luna, en cómo la había descuidado después de la partida de su madre. Pensaba en Clara, en cómo ella había logrado tocar un nervio sensible en mí.
La reunión terminó y salí de la sala, sintiendo una sensación de vacío. Necesitaba hacer algo para cambiar las cosas.
— Adriana — llamé a mi secretaria.
— Sí, señor — respondió.
— Quiero que llames a mi madre, Amelia. Necesito hablar con ella.
Adriana asintió y se fue a hacer la llamada.
Me quedé en mi oficina, esperando la respuesta de mi madre. Sabía que ella siempre tenía palabras sabias para mí aún que algunas veces no aceptaba lo que me decía.
Después de unos minutos, Adriana regresó.
— Señor, su madre está al teléfono — dijo.
Tomé el teléfono y escuché la voz familiar de mi madre.
— Hola, hijo — dijo mi madre
— ¿Qué pasa?
— Mamá, necesito hablar contigo sobre Luna — dije, sintiendo una mezcla de emociones.
— ¿Qué pasa con Luna, Alejandro? — preguntó con preocupación en su voz.
— Me di cuenta de que he descuidado a Luna después de la partida de Tatiana.
— Ah, hijo — dijo con compasión. — Te he estado diciendo que debes estar más cerca de tu hija.
— Lo sé, mamá. Pero no sabía cómo hacerlo. Tatiana me dejó tan destrozado...
— Alejandro, tienes que dejar el pasado atrás y pensar en el futuro de Luna. Ella te necesita.
— Tienes razón, mamá. Lo intento pero no puedo. Verla me recuerda a su madre.
—Y que esperabas, ella es su madre y Luna su hija. Tendrán parecidos.— Me alegra que solo físicamente, y no mentalmente como su madre.
—ya. Siempre hago el esfuerzo pero es muy complicado.— Le dije.
—¿Como ves a Clara?— me pregunta esperando una respuesta.
— ¿A que te refieres?-—Le pregunto alzando el seño.
—Clara es la niñera de Luna y una buena chic...
— ¿Buena chica? — la interrunpi— Ayer me trató super mal, tan solo porque le dije que no tenía tiempo para ir al parque con Luna.
— Ves, ahí está todo. Clara solo te quiere hacer entender que debes tratar más tiempo con tu hija. Se que si pasó algo no lo hizo intencionalmente.
—Suficiente. no te llame para hablar de esa niñera.— dije cansado de que la nombren.
— ay hijo, no se qué te sucede. pareces sicópata, de la anda estás bien y de un segundo te vuelves insoportable. Tan solo mira cómo te dejo esa chica que tanto amaste.
—Ma..— dije ya cansando— hablamos luego. Tengo una reunión— le mentí.
— Está bien hijo, Cuídate. Iré a la mansión a salir con luna.
—Esta bien.
colge la llamada dando un suspiro.
— malditos pensamiento.— dije en vos alta solo para escucharme yo.