Amaneció y yo ya estaba despierta, pensando en el día anterior y en la conversación con el padre de Luna. Me sentía nerviosa y ansiosa por saber cómo reaccionaría cuando se enterara de que Luna se había quedado con su madre.
Pero no tenía tiempo para preocuparme por eso ahora. Tenía que cuidar a Luna y asegurarme de que estuviera feliz y segura.
Luna se despertó temprano, como siempre, y comenzamos a jugar juntas. Jugamos a los juegos de siempre, pero hoy parecían diferentes. Parecían más especiales.
Justo cuando estábamos en medio de un juego, llegó la abuela Amelia. Sonreía y parecía muy contenta.
— Buenos días, Clara — dijo. — Buenos días, Luna.
Luna corrió hacia su abuela y la abrazó.
— Abuela — dijo. — ¡Estoy tan feliz de verte!
Amelia la abrazó y la besó.
— Yo también, cariño — dijo. — ¿Qué tal si vamos al parque hoy?
Luna se emocionó.
— ¡Sí! ¡Quiero ir!
Así que nos preparamos y salimos hacia el parque. El día estaba soleado y fresco, perfecto para un paseo.
En el parque, Luna corrió y jugó con los demás niños. Amelia y yo nos sentamos en un banco y hablamos.
— Clara, ¿cómo estás? — preguntó Amelia.
— Estoy bien, señora — respondí. — Solo un poco preocupada.
Amelia asintió.
— No te preocupes por él — dijo. — Él se preocupará por sí mismo.
Sonreí.
— Gracias, señora — dije.
Después de un rato, Amelia sugirió que fuéramos a su casa a cenar. Luna estaba cansada y necesitaba descansar.
Así que nos fuimos a la casa de Amelia y cenamos juntas. La cena fue deliciosa y la compañía fue agradable.
Después de cenar, Luna se durmió en el sofá. Amelia y yo nos sentamos en la sala y hablamos un rato más.
— Clara, ¿te gustaría quedarte aquí esta noche? — preguntó Amelia.
Me sorprendí.
— Señora...creo que deberíamos irnos con Luna — le dije —no le avisé a su padre que nos quedaríamos.
Amelia sonrió.
— Si, no te preocupes.— dijo. — Le haré una llamada.
Asentí.
— Gracias, señora — dije.
Y así me quedé en la casa de Amelia, con Luna durmiendo a mi lado. Me sentía segura y protegida.
Pero sabía que mañana sería un día diferente. Mañana tendría que enfrentar al señor por contestarle feo, la verdad es que me dio rabia por ser así con su hija.
Me sentía nerviosa solo de pensar en ello.
Pero por ahora, estaba contenta de estar con Luna y Amelia.
Y así me quedé dormida, rodeada de la calidez y la seguridad de la casa de Amelia.
Me desperté por la luz del sol, mi teléfono sonaba como loco. Así que opté por contestar.
—Aló — dije con el sueño encima.
— Quiero que traigas ya a mi hija.— sonó la voz en la llamada.
—..S..señor— dije tartamudeando.— pero si estamos en casa de su madre.
— ¡No autoricé eso! — gritó.
Me sentí intimidada.
— Lo siento — dije.
Colgó la llamada, tan solo guarde el teléfono en mi bolsillo y desperté a Lunita.
— Lo siento preciosa..— le dije acariciándola suavemente. — Ya nos vamos a casa.
La seguía tocando pero no sé despertaba.
Salí de la habitación buscando a Doña Amelia. La encontré haciendo café.
— Buenos días señora— dije acercándome a ella.
— ¡Oh!, Buenos días Linda.¿Como amaneciste? — me preguntó.
—Bueno..— dije haciendo que dejara lo que estaba haciendo para que me mirara a los ojos— Su hijo llamo furioso pidiéndome que le llevará a su hija.
—Ese chico me va a escuchar.— dijo frunciendo el seño.
—No se preocupe. Solo le venía avisar que nos vamos con Lunita.
— Le diré a Emilio que las lleve. — dijo — Y disculpa. Me olvidé llamarlo Ayer.
—Esta bien no se preocupe— dije respondiendo lo final.
Cuando llegamos a la mansión entre en brazos cargando a Luna, pues la pequeña estaba bien dormida. Entre y me encontré con esa figura en la sala.
—¿QUE LE PASO A MI HIJA? — dijo enojado quitándomela de mis brazos.
— No haga tanto ruido señor. Le dije para que Lina pudiera dormir una un poco más, pero cuando dije ya era demasiado tarde.
—¿Papá? — dijo la niña frotándose los ojos.— ¿..Clarita? dijo mirandome.
— demela, yo la subo. — le dije al señor esté entendiendo las manos.
— Yo le llevo, tu tan solo espérame.
Me quedé quieta. ¿Esperarlo?. ¿ Me iba a despedir? .Solo Asentí viendo cómo subían.
Espere lo suficientemente para ya estresarme.Lo vi bajar los escalones yendo directo a su despacho. Hizo un movimiento para que lo siguiera.
Cuando entramos cerró la puerta y se sentó en su silla.
— Siéntate.— me pidió señalando la silla.
— Dígame señor— le dije impaciente, sentándome, quedando frente a frente.
— desde que llegaste te diriges a mi como si fuera alguien cercano a ti. Olvidando que solo eres la niñera de Luna. — dijo sin tapujos— Te la llevaste, tomaste una decisión que no te correspondía— dijo enojado.
— No lo hice. — No lo llame por que no tengo su número y pensé que la señora Amelia lo había llamado.—dihe ya enojada.
— escusas y más escusa, eres una completa mentiros..
— Ay, Ya estoy harta.— dije gritando levantandome del asiento. Mirandolo fijo— Desde que llegue usted me anda tratando como si fuera yo no sé que. Me grita por intentar hacer las cosas bien con su hija. Ya estoy cansada. Pero no le voy a dar el gusto.. si no me he ido es por Luna, ella me necesita y le prometí a Doña Amelia que estaría con ella, la protegería y la trataría bien. También me lo prometí a mi..— dije rompiendo en llanto— y a usted le dije que la cuidaría como si fuera mi vida.— dije apuntandolo
— Se que usted y yo no nos llevaremos bien, pero podría hacer un esfuerzo de intento..No por mi, Por Luna.— dije ya con lágrimas en los ojos. — mire se que su esposa lo dejo, y desde ese momento se la pasa mal. Pero podría de dejar que otros pague por ella. Yo no tengo la culpa de lo que le hizo. Además ¿Por que trata algunas veces a Lunita como si no fuera su hija?, Entiendo que casa vez que la mira ve la cara de su ex esposa, pero que esperaba si es la hija.