Mi Odioso Vecino [ Vecinos #1]

Capítulo 10.

Mi ritmo cardíaco comienza a calmarse, mi respiración sigue agitada (pareciera que he corrido mucho), y mi rostro arde. Miro a Bastian y él sonríe. 

—Ahora sé que me estaba perdiendo de mucho. 

—Lo bueno es que ya lo sabes, y lo mejor es que yo te lo enseñé. 

Me pongo de lado y llevo mi mano a su rostro. 

—Esto es muy raro, jamás me imaginé hacer esto contigo —él me mira con seriedad –, ni con otro hombre —su rostro vuelve a la normalidad —, pero lo terminé haciendo... 

Y con la persona que juraba odiar.

Siento como acaricia mi piel. 

—¿Te vas? 

—¿Quieres que me vaya? 

—No —dice y me pega a su cuerpo—. No te irás, Audrey —me besa y correspondo. 

Ya cruce el puente que no debía cruzar, seguiré caminando sin mirar atrás. 

Tengo una pregunta que no deja de rondar por mi cabeza: 

¿Qué es lo que realmente siento por ti Bastian?

[***] 

Salgo del baño lista para irme a casa porque mi madre llegara pronto, aunque, como estoy en la casa de los vecinos no me dirá nada, ya que ni en sus sueños sé imaginaria lo que pasó con Bastian. 

—Te acompaño hasta la puerta. 

—Pero ponte algo, no puedes andar paseando en bóxer. 

—No tiene nada de malo. 

—Tus padres pueden llegar. 

—Está bien. 

Él camina hasta su armario y agarra una bermuda de tela negra y se la pone, yo cojo mi cámara listísima para decirle una gran mentira a Amira, que ya debió haberse percatado de mi ausencia. 

—Vamos. 

Salimos de la habitación, y el momento se ha puesto incómodo, siento mi cara arder de nuevo. Vamos en completo silencio y el camino hasta la puerta se me hace eterno, pero llego, agarro la manija y... 

—¿Te vas sin despedirte como se debe? 

Me giro sobre mis talones y lo miro, muerdo mis labios y me acerco a besarlo. Me pega más a él haciéndome sentir de nuevo su gran paquete que está de nuevo despierto, creo que tendrá que estirarlo de nuevo para que se duerma (antes ingreso al baño con su cosa despierta y salió bien dormida). 

—Me tengo que ir. 

—¿No vemos mañana? 

Suena muy tentosa la propuesta, pero mi madre estará en casa. 

—Mañana, mamá estará en casa. 

—Ojalá y mis padres se vayan donde Nain. 

—Igual, mamá estará en casa... Ya me tengo que ir. 

Me doy la vuelta y me voy sin darle tiempo a decirme algo, camino a pasos rápidos hacia la casa, ya que Amira debe de estar esperándome. 

Ingreso a casa y camino sin hacer tanto rui... grito al ver a Amira con una pasta morada en su cara. 

—¿Qué te pasa loca? 

—Me asustaste. 

—No sé por qué te asustas, ¿acaso hiciste algo malo? 

Me mira fijamente. 

—No he hecho nada malo. 

—Me voy a lavar mi cara —me mira con sospecha y se va. 

Suelto el aire comprimido y subo a mi habitación, dejo mi cámara alzada y me acuesto en mi cama, cierro los ojos y reproduzco todo lo que pasó. 

—Bastian. 

Mi corazón está lleno de telarañas, pero no arrepiento de nada. 

[***] 

Bajo a cenar, mamá tiene una gran sonrisa en su rostro, seguro algo bueno le pasó. 

—¿Por qué tan feliz mamá? —pregunto mientras me siento. 

—Niña, yo no les he contado algo. 

Amira y yo miramos a nuestra madre. 

—Dinos mamá —digo sin dejar de mirarla. 

—Ya tengo varios años que me divorcie de su padre, y pues... 

—Tienes pareja —comenta Amira. 

—Hija, ¿por qué eres así? 

—Solo te estoy ayudando mamá. 

—Por mí no hay problema, tienes derecho a rehacer tu vida y ser feliz con la persona que amas. 

—¿Amira? 

—Es tu decisión mamá, eres una mujer con dos hijas y sabes que es lo mejor para ti. 

—Gracias mis princesas. 

—¿Quién es el galán? —le doy una mirada coqueta. 

—René, trabaja en el bufete, y es un viejo amigo de la universidad. 

—Que bueno... ¿Cuándo nos lo presentas? 

—Sobre eso quería hablar, él las quiere conocer y lo invité a cenar mañana. 

¿Por qué mañana? Es la fiesta en la casa de Braulio, y va a ir Bastian. 

—Mañana hay fiesta en la casa de Braulio. 

—Audrey, con una vez que falte no se acaba el mundo. 

—Está bien, no iré a la fiesta. 

Estoy segura de que en esa fiesta iba a pasar algo, pero ya que. 

—Gracias. 

—¿Tiene hijos? —pregunta Amira. 

—Sí. Tienes dos, el mayor es Julián y tiene 21 años y el menor es Kevin y tiene 7 años. 

—Julián es casi de la edad de Noah —compara Amira. 

—Solo un año de diferencia, estoy seguro de que ellos dos se llevarán bien cuando se conozcan. 

—Nosotros también nos llevaremos bien con ellos —aseguro. 

—Mañana los conocerán... Mejor cenamos porque se nos hace tarde. 

—Si —décimos al mismo tiempo. 

Mamá se merece ser amada, y espero que René la haga muy feliz. 

Después.

Subo a mi habitación, me lavo los dientes, el cuerpo y me visto para irme a dormir. Agarro mi celular y tengo algunos mensajes de Bastian. 

Bastian 🙄 

*Audrey. 

*Audrey, ¿estas viva? 

*Contesta mujer. 

*¿Te arrepentiste de nuevo? 

*Audrey Montesinos ¡¡contesta!! 

**Estaba cenando y alistándome para dormir, ¿qué paso? 

*Mis padres se van donde Nain, y se llevarán a Ethan, ¿podemos vernos?
Es para hablar de cosas importantes. 

Sonrío, ya me imagino "sus cosas importantes" 

**Mamá sospechará si voy a tu casa cuando estás solo. 

*Entonces en la fiesta. 

**No iré, mamá tiene una visita y me toca quedarme. 

*Mañana nos vemos, ya pensaré en algo.
¿Podemos hacer algo divertido? 

**¿Qué cosa? 

Entra una llamada de Bastian y contesto. 

Inicio de llamada.

—Dime. 

—Quiero te toques. 

—Pero... yo nunca me he tocado. 

—Seguirás mis indicaciones, ¿te atreves, Audrey? 

—Está bien. 

—Quiero ver como te toca —dice con una voz ronca que me hace excitar. 

—Pero ¿cómo? 

—Abre la ventana que yo abriré la mía. 

—Está bien. 

Me levanto y abro la ventana, veo a Bastian que está parado en su ventana con una gran sonrisa. 

—Busca los auriculares y póntelos. 

Hago caso a lo que me dice, conecto mis auriculares y me los pongo. 

—Listo. 

—Desnúdate y siéntate en la cama con la pierna abierta. 

Me quito mi pijama junto a mi ropa interior (de corazones), y me siento en la cama con las piernas abiertas. 

—¿Me ves? 

—Sí, te ves exquisita. 

—Tonto, no soy comida. 

—Tienes mucho que aprender. 

—¿Qué más hago? 

—Busca tu clítoris. 

Llevo los dedos a mi hendidura y voy indagando hasta encontrar eso que me hace estremecer. 

—Listo. 

—Acaricia —jadeo al por las ondas eléctrica que manda a todo mi cuerpo—. Haz movimientos circulares pero con cuidado. 

Muevo mis dedos y que rico se siente. 

—Pon el celular en un buen lugar para escucharte. 

Agarro mi celular y lo acerco a mi rostro mientras sigo haciendo movimientos circulares. Esa extraña sensación de felicidad me embarga. 

—Mueve tu dedo de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, aumenta la velocidad de tu movimiento. 

Mi cuerpo está flotando en el mar de la excitación, me toco y pienso en Bastian, pienso que es él quién me toca tan exquisito, pienso en él y en su sonrisa traviesa. 

—Bastian —musito entre pequeños gemido. 

—Intercala los movimientos —escucho un gruñido. 

—¿Qué te pasa? —pregunto entre jadeos. 

—No eres la única que se está tocando, escucha. 

Escucho un extraño sonido y eso me prende más, me toco con más intensidad, pero teniendo cuidado de no lastimarme. Contengo mis gemidos porque no estoy sola en casa. 

—Gime para mí, Audrey. 

Esas oleadas que viene y van en mi cuerpo me hace perder en control de la cordura, y quiero más y más. 

—Bastian, que rico se siente —dejo caer mi cabeza hacia atrás mientras los jadeos resuena en mis oídos. 

No dejo de mover mis dedos y siento como mi respiración se acelera y mi corazón bombea con más intensidad, siento estoy cerca de alcanzar la cumbre de placer. 

—Te ves tan exquisita tocándote, me encanta verte retorciendo, vamos, tocarte más, vengamos justos. 

—Bastian ya no aguanto. 

—Mírame. 

Lo miro y ya no puedo, mi pierna temblorosa me da a entender que ya no puedo aguantar más. 

—¡Bastian! —ahogo mi gemido. 

—Audrey. 

Jadeo y miro al frente, Bastian me da una sonrisa que me roba una. 

—Te ves divina, Audrey. 

—¿Qué estás haciendo? —pregunto mientras mi respiración comienza a regresar a la normalidad. 

—Limpiándome. 

—Por tu culpa tendré que ingresar al baño de nuevo. 

—Pero la pasaste bien. 

—Pues sí. 

—Ve a lavarte, yo te espero... aunque después de esto no sé cómo te podrás lavar tranquila —se ríe. 

—Cállate, yo sé cómo me lavaré. 

—No te enojes —se ríe. 

Ingreso al baño y me lavo, y... ya no es lo mismo que antes, tengo que aceptarlo. 

Me termino de arreglar, y camino hasta mi ventana y al frente sigue Bastian. 

—¿Fue diferente? —me pregunta en un tono arrogante. 

—Fue lo mismo. 

—Para que no te sientas mal te creo. 

—Tengo sueño Bastian. 

—Pero si es temprano. 

—Si, pero me siento cansada. 

—Mañana hablamos, porque tenemos mucho de que hablar. 

—Está bien. 

Fin de llamada.

Él me da una sonrisa la cual devuelvo y cierro la ventana. Me dejo caer en mi cama sin creer lo que hice. 

Nunca me había tocado, pero llegó ese odioso y me tentó a hacerlo, y lo mejor fue que me encantó. 

Con una gran sonrisa cierro mis ojos, mañana es otro día y no sé lo que me espero, pero aceptaré todo lo que venga. 

Al día siguiente.

Me despierto con una gran sonrisa que me dura hasta el desayuno, porque mi padre nos ha pedido que la ayude a limpiar la casa. 

BASTIAN.

Ya es tarde y Audrey nada que contesta, sé que está ocupada porque ella me lo dijo, pero necesito hablar con ella en persona. 

Veo mi libro de química y se me ha ocurrido una excelente idea. Como dicen por ahí: "Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma" 

Agarro el libro de química y me arreglo un poco el cabello, salgo de mi habitación y bajo la escalera rápidamente para salir de casa. 

Caminos a pasos rápidos hasta la casa de la señora Micaela (espero no estén almorzando). Llego a la puerta y toco el timbre y espero tranquilo a que me abran. 

—Bastian —me dice con una gran sonrisa. 

—Buenas tardes, señora. ¿Esta Audrey? 

—¿Van a pelear de nuevo? —entrecierra los ojos. 

—Claro que no. Yo vine a hacer unos ejercicios de química que tenemos que hacer en grupo de dos y me toco con Audrey —digo con una sonrisa y le enseño el libro. 

—Que bueno que le toco contigo, ya sabes que Audrey es mala en química y con tu ayuda aprenderá un poco. 

—Yo le enseñaré muy bien a Audrey, usted no se preocupe, ella y yo vamos a estudiar mucho, pero para eso necesitamos concentración. 

—Tranquilos, no los molestaré, pero tengo miedo que se quieran medio matar en pleno estudio. 

—Me comportaré muy bien —alzo mi mano derecha. 

—Pasa Bastian —me dice con una risa. Ingreso a la casa—. Audrey está en su habitación, dijo que se iba a bañar, pero ya debe de estar lista, ya ha pasado una hora. 

—Para que no camine mucho yo mismo iré a la habitación. 

—Estás en tu casa. 

Yo y mis privilegios. 

Subo la escalera, y llego a su habitación, abro despacio la puerta y la veo en el armario solo es braga. 

Ingreso despacio y cierro la puerta con seguro, he llegado en un buen momento. 

AUDREY.

Busco algo bonito en mi ropa... tengo la costumbre de vestirme bien a sí sea que esté en casa, como dice por ahí: "uno siempre debe arreglarse hasta para ir a la tienda, puede que en el camino encuentres el amor de tu vida y te vea desarreglada" 

Siento un corrientazo al sentir una mano en mi cintura y la otra masajeando mi seno, y una pequeña mordida en mi lóbulo izquierdo. 

—Bastian —musito. 

—¿Cómo sabes que soy yo? 

Pega mi cuerpo más a él haciéndome sentir su bulto duro como roca. 

—¿Quién más me tocaría de esa manera? —su pequeña risa eriza toda mi piel. 

Su mano baja lentamente y acaricia sutilmente mi vagina sobre la fina tela de mi braga. 

—Nadie más, porque el único que puede tocarte soy yo ¿verdad? 

Hace un poco más de presión en su movimiento. 

—Si —digo entre jadeos. 

Ya estoy excitada y mi cuerpo está expulsando ese fluido calentito. 

—Quieres que indague otros lugares. 

—Sí. 

Su mano se cuela en mi braga e indaga mi vagina en un recorrido lento pero sumamente agradable. 

—Amo sentirte tan húmeda. 

Sus dedos me comienza acariciar. 

—Bas... Bas…tian. 

—No hagas tanta bulla, recuerda que tu mamá está en casa —dice con una suave risa. 

—Te odio. 

—Yo también te amo... ¿Quiero enseñarte algo más? 

—¿Qué cosa? 

Siento su respiración y estoy segura de que está sonriendo. Él saca su mano de mi braga y me da la vuela, y al ver sus ojos me derrito como silicona. 

—Acuéstate en la cama. 

Camino hasta la cama y me acuesto. Bastian me da una mirada que me mata de deseo y se acerca a mí, me besa con vehemencia haciéndome humedecer más. 

Él comienza baja por mi cuello y succiona mi piel como aquella ve de los chupetones, se desliza por mi clavícula hasta llega al valle de mis senos (que están duros) y se lo lleva a su boca, también aprovecha para masajearlo. 

Paso la mano por mi cabello mientras los jadeos se me escapan. Sus labios comienza a descender y sus manos comienza a bajar mi braga hasta dejarme sin ella. 

Es una locura lo que estoy haciendo, mi madre está en aquí y yo haciendo cosas indebidas en su casa. 

—¿Qué esperas para abrir las piernas? —pregunta enmarcando una ceja. 

—Bastian, mamá. 

—Tú no hagas bulla, o cúbrete la boca para apaciguar el gemido pero no tanto, porque quiero escucharte gemir. 

—Pero y si viene. 

—Le dije que íbamos a estudiar y necesitamos concentración, y con la cara de niño bueno que tengo no sospecha, ni sospechara lo que estamos haciendo. 

—Esto es una locura. 

—El peligro es más excitante —mira fijamente mi vagina. 

—Yo soy la más loca —digo y sin vergüenza alguna abro mis piernas. 

—Hoy vamos a aprender los dos —comienza a bajar su cabeza. 

—¿Cómo...? —jadeo. 

Él abre mis labios vaginales y su lengua entra en escena y que bien se siente. 

—Ba... ti...an —digo retorciéndome del placer en mi camita —, ¡no pares! 

Él comienza a hacer movimientos más rápido y eso me estremece todita, lo peor es que tengo que contener los gemidos por mi señora madre. 

Llevo mi mano a su cabello y hundo mis dedos mientras comienzo a hacer un suave movimiento pélvico... Hay gemidos que no puedo controlar, y se me terminan escapando. 

—Bastian —es que siento que voy a enloquecer si sigue con esa intensidad de movimiento; ya estoy viendo hasta estrella. 

—Audrey... 

Mi cuerpo se tensa y Bastian no se atreve a parar sus movimientos. 

—Di... me —trato de hablar. 

Amira ha llegado en un mal momento, lo bueno es que la puerta está asegurada. 

—¿Tienes un marcador rojo? 

Trago grueso y controlo mi respiración lo más que pueda; estoy que muero del placer. 

—Deja... y... bus...co —titubeo. 

Arqueo mi espalda porque Bastian comienza a hacer un extraño movimiento con su lengua (no en el clítoris, sino en la entrada sellada que tengo, como simulando algo) que me hace anhelar el querer llegar más lejos. 

—Audrey —cierro mis ojos y hablo: 

—No lo tengo, es que Stacy me lo presto y me olvide de pedírselooaaah —cubro mi boca. 

—Audrey, ¿qué pasa? 

Ya estoy cerquita de llegar a mi orgasmo. 

—Bastian me piso el pie, so... solo es eso. 

Muerdo mis labios, ya no puedo contenerme y a Bastian le encanta verme en este tipo de situaciones porque no se digna a parar. 

—... OK. 

Mi cuerpo se está contrayendo para ser liberada en una oleada de sensaciones que únicamente llegan cuando alcanzas el tope del placer. 

Agarro una almuerza porque mis piernas están temblando, llevo la almohada a mi boca y ya no puedo aguantar más y exploto. 

Cierro mis ojos y disfruto de la relajación que está sintiendo mi cuerpo, mientras Bastian sigue saboreando. 

—Bastian —digo con voz baja. 

Él comienza a besar desde mi vagina hasta llegar al mis senos y me mira. 

—Dime. 

—Fue increíble, pero no lo volveremos a hacer... —frunce el ceño. —Déjame terminar mis palabras —su rostro se relaja—. No lo volveremos hacer aquí, Amira casi nos descubre. 

—Pero no lo hizo. 

—Pero... —me besa con frenesí y correspondo. 

Siempre fui una chica tranquila, pero hoy me desconozco. 

Correspondo al beso de Bastian y a sus caricias, aunque él está con prendas y yo completamente desnuda. 

—Quítate la camisa —pido. 

Él hace caso y se la quita, paso mi mano por su cuerpo y lo acaricio, voy bajando más mis manos hasta sentir su bulto. 

—Quítate la bermuda —ordenó con una voz llena de deseo. 

—Audrey. 

—Quiero que rocemos nuestro cuerpo, quiero sentir lo duro que te pongo —lo miro con intensidad. 

Bastian se quita la bermuda y solo queda en bóxer, llevo mi mano a ese paquete y lo acaricio. Me pongo de pie y camino hasta el mueble y Bastian me sigue. 

—Siéntate. 

Se sienta y yo me siento encima de él... bueno, me siento en su paquete y él gruñe. Comienzo a moverme despacio mientras disfruto de las agradables sensaciones y de las miradas de Bastian. 

—Eres hermosa Audrey —mi corazón se acelera—. Tu cuerpo es maravilloso —pasa su mano por mi pequeña cintura—, tus ojos, tus labios, tu nariz, tus movimientos, eres una diosa de la sensualidad. 

Me gusta que me diga cosas lindas. Pongo mi mano sobre su mano y las deslizo por mi piel hasta llegar a mis senos. 

—Tócame como lo sabes hacer, Bastian. 

Él masajea mis senos provocando que se me escape un gemido, pero es apagado por un cadente beso. Bastian me agarra de la cintura y me lleva de nuevo a la cama. 

—Haz silencio, Audrey. 

Esos dedos recorren mi cuerpo hasta llegar a ese botón dorado haciéndome gemir. 

—Bastian. 

Del ser mi odioso vecino ha pasado a ser: el vecino que me toca bien rico. 

[***] 

Corto el beso y abrazo a Bastian, él lleva una de sus manos a mis nalgas. 

—¿Te gusta tocar las nalgas? 

—Solo las tuyas —confiesa y me la aprieta haciéndome jadear. 

—Es extraño estar contigo en la misma cama, yo desnuda y tu semi desnudo. 

—Pero te fascina estar así conmigo, y lo que más te gusta es que toque... lo sé, soy el mejor. 

—¿Por qué eres tan arrogante? 

—No soy arrogante, solo soy el mejor. ¿Quieres que te hagas gritar otra vez? 

—He tenido mucho por hoy, y no sé en que momento mamá ven... 

—Audrey, Bastian. 

Me separo de Bastian y me pongo de pie, busco mi braga y me la pongo; corro al ropero y agarro lo primero que veo, y me lo chanto encima. 

—Chicos. 

—Ya voy, estoy terminando de hacer un ejercicio —digo. 

Me termino de poner el short y miro a Bastian que se termina de poner la camisa. 

—El cabello —musita. 

Corre al tocador, agarro una liga y me hago una bola en la cabeza y procedo a abrir la puerta. 

—Dime mamá —digo con una voz serena. 

—Les traje unos bocadillos para que tengan más ánimos en sus estudios. 

Tan inocente mi madre. 

—Gracias ma... —ella mira fijamente mi blusa. 

—Audrey, tienes la blusa al revés. 

Ya vali mierda.


Jajaja que arriesgado 🤣

Consejo de Autora: respeten la casa de sus padres 🤣

Pero entre más peligroso, mejor es la cosa 🤣😏

~cerezos ★
 




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