Mi Odioso Vecino [ Vecinos #1]

Capítulo 15.

Más tarde. 

No sé que hacer, muero de ganas por ir donde a la casa del lado, pero tengo que tener dignidad, pero es que con Bastian vale la pena perderla. 

Son la 5 de la tarde y la señora de servicio ya se fue, Bastian me dijo a las 5:30 pm, y tengo una cita con Stefan a esa misma hora. Si le pregunto a mi corazón a donde ir, la respuesta es obvia. 

Miro la almohada con el rostro de Bastian, la agarro. 

—No sé que hacer, hoy voy contigo, o voy con Stefan. 

Suelto un suspiro, a quien engaño, mi cuerpo, mi corazón y mi alma lo quiere a él. Agarro mi celular, inhalo y me decido a llamar. 

BASTIAN. 

De solo pensar que ese idiota la está besando me muero de celos. No sé, donde diablos ira con ese idiota, quiero seguirlos, pero no sé si ya se fue porque he estado emputado conmigo mismo y no la he visto. Solo espero que no pase nada entre ellos, odiaría saber que ese idiota la tocó, aunque estoy seguro de que ella no lo haría, pero está enojada conmigo y ella enojada es cosa seria. 

Le escribo a Stacy, ella me averiguará donde se fue Audrey con el cabrón de Stefan. 

Tocan la puerta, ese debe de ser Ethan para que le ayude con la tarea, pero hoy no estoy de humor. 

—Ethan, no estoy de humor para ayudarte con tus deberes, te ayudo después. 

Espero la respuesta de Stacy, espero y ellos estén cerca. 

—Bastian —la miro rápidamente. 

—Audrey. 

AUDREY. 

—Chao —cuelgo la llamada. 

Me pongo de pie y me comienzo a arreglarme, y que pase lo que tenga que pasar. 

Le mentí a Stefan, le dije que me había llegado el periodo y que no podía ir a la cita. Ya no puedo seguir así, buscaré un buen momento para terminar con él, sé que con Stefan lo podría tener todo, pero mi corazón no lo quiere, porque ama  a Bastian. 

Me miró al espejo, me he puesto una blusa pequeña, y un short pequeño de tela. Salgo de la habitación y me encuentro a Amaría con un paquete de galleta. 

—¿Dónde vas? 

—Voy donde Bastian a decirle algo del trabajo grupal que tenemos que hacer. 

—Mmm, ¿vas a demorar? 

—No mucho. 

—Ok —ella ingresa a su habitación. 

Suelto el aire comprimido y sigo mi camino. Salgo de casa y a pasos rápidos llego a la casa vecina, toco la puerta y me abre Ethan. 

—Audrey —me saluda muy feliz. 

—Hola, ¿está Bastian? 

—Sí, está en su habitación, ¿lo llamo? 

—No... yo voy a su habitación. 

—Bueno, pasa. 

Ingreso a casa y me da cosita que Ethan esté aquí. 

—Ethan. 

—Dime —me mira curioso. 

—Puedes dejarme a solas con Bastian —él solo sonríe. 

—¿Se van a matar? 

—No. 

—Está bien, si Bastian pregunta por mí, aunque lo dudo, dile que fui donde Erick. 

—Yo le diré 

—Te veo después —agarra su celular y se va. 

Cierro mis ojos, inhalo y exhalo. Comienzo  a subir las escaleras, mis piernas me tiemblan más con cada escalón que subo, cada paso se me hace eterno, llego a la habitación de Bastian, toco la puerta. 

—Ethan, no estoy de humor para ayudarte con tus deberes, te ayudo después. 

Sonrío, es un buen hermano. Mis manos sudan, la seco con mi ropa y comienzo a abrir la manija. 

Entro y lo veo sin camisa, recostado en su cama y en el teléfono. 

—Bastian —me mira. 

—Audrey —se pone de pie y viene a mí. 

—Bastian... —toma mi rostro con su mano y me besa derritiéndome por completo. 

—Audrey, pensé... 

—Estoy aquí por ti, Bastian, eso es lo que importa —me abraza y me da un beso en mi cabeza. 

—Me estaba torturando al suponer que ese idiota te estaba besando —lo miro a los ojos. 

—Bastian, no pienses en eso, estamos aquí, tú y yo solos. 

Dios... Tengo tanta ganas de ser suya, mi cuerpo me pide a gritos que Bastian me haga el amor. 

—No estamos solos, Ethan está aquí. 

—Ethan se fue a la casa de Erick —le doy una mirada pícara. 

—Me encantas 

—También me encantas Bastian. 

Sus manos van a mis nalgas y las agarra con fuerza. Bastian me vuelve a besar y correspondo a su beso con mucho deseo. Sus manos se cuela en mi blusa y el tacto de sus dedos en mi oído me manda ondas de corriente eléctricas hasta en mi vagina. 

Saca mi blusa, mi brasier, se adueña de mi cuello devorándolo por completo. Llevo mi mano al borde de su camisa y se la saco, comienzo a besarlo también. 

—Audrey —su voz es gruesa. 

—Di...me, Bastian —digo con la voz entrecortada. 

—Tú quieres... bueno, ¿estás segura? —sus manos viajan por mi espalda. 

—Muy segura —Bastian se separa un poco de mí. 

—Audrey, pues como te digo... 

—¿Qué cosa? 

—Quiero que tu momento sea algo más especial... algo bonito, no quiero que sea en mi cama, tú te mereces un lugar agradable —manifiesta. 

Debo admitir que estoy decepcionada, pues yo ya me había preparado de manera  física y mental. 

—¿Entonces no vamos a hacer nada? 

—Yo no dije eso —muerdo su labio inferior echándole más gasolina al fuego. 

—¿Qué vamos a hacer entonces? —acaricio sus pectorales. 

—Pues algo parecido a lo de antes —habla lo que paso en la preparatoria—, pero esta vez no serán mis dedos. 

—¿Será tu lengua? —saboreo mis labios y él niega 

—No 

—¿Entonces? —besa mi hombro. 

—Seré bueno contigo y te daré una pista... Tú lo querías ver y yo te pedí que te lo imaginaras —abro más mis ojos, al fin voy a conocer su pene. 

Según yo ya venía mentalizada para eso, pero me he equivocado, ya que mis piernas están que me tiemblan. Bastian me alza, reacciono rápido y enrollo mis piernas en su cadera. Me lleva hasta la cama. Comienza su recorrido de besos y hace de las suyas con mis senos. Estoy tan húmeda que, ya quiero que me lleve al cielo... bueno,  todavía no es el cielo, sería el paraíso. 

Desabrocha mi short, alzó mi cadera y eso tela se desliza por mi piel hasta caer a un lado de la cama. Bastian me da una mirada llena de lujuria mientras que sus dedos me acaricia sobre mi braga. 

—Húmeda como siempre —esa voz me excita demasiado. 

—Bastian, no me hagas esperar más —ríe de una manera muy sensual. 

—La paciencia es virtud de sabio —lo miro con desaprobación. 

—Bastian, no me pida paciencia y más en estos momentos. 

—Ya no te haré esperar. 

De un tirón quita mi braga, se pone y se comienza a desnuda sin pena alguna. Me deleitó viendo todo lo que tiene, todo eso que me voy a comer. Muerdo mis labios al ver a su amigo, la realidad es mejor que la imaginación. 

—Cierra tu linda boquita, aunque se vería tan lindo ahí 

—No creo que me entre. 

—Hay que intentar para saber —camina sobre la cama y eso está muy erecto, siento mi carita arder y Bastian se acomoda en medio de mis piernas. 

Tengo nervios pero no importa. Comienza con un exquisito oral que me hace contar la estrellas y entre más cuento más el placer aumenta. 

Al reventar en su boca recibo una sesión de besos en todo mi cuerpo hasta llegar a mis labios. Nos besamos mientras mi cuerpo recupera fuerza. Las manos de Bastian dejas sus huellas en mi piel; jadeo al sentir como me aprieta con una mezcla de delicadeza. 

Mi cuerpo recupera fuerza y con un leve movimiento de cadera se lo hago entender. Bastian se acomoda en medio de mi entrepierna (me siento muy ansiosa) y lleva su pene a mi entrada. Muerdo mis labios y cierro los ojos del placer que me causa el sentir como acaricia mi clítoris con su segunda cabeza.


—¡Bastian! —exclamó entre jadeo. 

—Te ves hermosa, Audrey. 

Comienza a mover su pene de arriba hacia abajo de una manera tortuosamente lenta pero exquisita. Agarro las sábanas mientras, me retuerzo del placer. 

—¿Te gusta? 

—Si —jadeo—. Sigue así. 

—Cuando te hagas mía te va a encantar, y te aseguro que no vas a querer salir de la cama. 

—Espero ansiosa ese día —se me escapa un gemido. 

Bastian acelera más sus movimientos haciendo que mis gemidos se escapen más seguido. 

—¡Ah, Bastian! 

Según yo iba a llegar virgen al matrimonio, pero ese pensamiento se va a la basura, porque quiero perder mi virginidad con quien consideraba mi odioso vecino. 

Los gestos de Bastian son excitación pura. Comienzo a sentir como mis paredes vaginales se contrae, Bastian clava su mirada en mí sin dejar de atenderme. Mis piernas me tiemblan y con un gemido gutural llego a mi maravilloso orgasmo. 

—Bastian —digo casi en susurro, para caer rendida en la cama, disfrutando de la relajación que siente mi cuerpo. 

Bastian sigue masturbándose con una gran sonrisa. Veo como su mano se mueve hasta correrse en mi abdomen. Él se acuesta a mi lado y me mira fijamente. 

Nuestras respiraciones están agitadas, nuestro pecho sube y baja. De todas las veces que Bastia me ha dado placer, definitivamente esta fue la mejor, porque casi lo hemos hecho y no puedo describir todo lo que mi cuerpo sintió mientras su pene complacía a mi vagina. De algo que estoy muy segura; es que al hacer el amor debe ser mejor, porque no fue preciso que él rompiera esa cosa llamada virginidad para llevarme al cielo. 

—Audrey... 

—Dime. 

—Te amo —mi corazón murió, pero ha revivido de nuevo. 

—¿En verdad? 

—Te he amado desde hace muchos años —mi corazón está como loco. 

—Pero, tú... 

—Te molestaba solo para obtener toda tu atención, quería que solo me miraras a mí, quería que me amaras, pero lo que único que lograba era que me odia... —lo interrumpo. 

—Acepto que me molestaba tus bromas de mal gusto, y creí que te odiaba, pero nunca fue así, siempre te he querido... Bastian, me enamoré de ti desde el primer día en que te conocí, pero nuestra forma de ser nos ha tenido confundido mucho tiempo. 

Bastian me acerca a su pecho y me abraza. 

—Siempre he anhelado estar así contigo, tenerte entre mis brazos, besarte, decirte todo lo que siento por ti... pero solo era tu odioso vecino. 

—Ya no lo eres, Bastian... Eres el vecino que me tiene enamorada y al que amo, y sobre todo eres el vecino que me toca bien rico —se ríe. 

—Te amo, Audrey. 

—Te amo, Bastian —nos besamos. 

Al fin he escuchado a mi corazón y me ha confesado que está enamorado de su odioso vecino, mejor dicho: del vecino que toca bien rico. 

~cerezos




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.