Mi Odioso Vecino [ Vecinos #1]

Capítulo 28.

NARRADOR.

—Micaela, Audrey ya va a cumplir 18 años... Sé que hizo mal en ocultarlo, pero  es normal en su edad... —dijo queriendo solucionar las cosas.

—Brenda, no solo me lo ocultó, me desobedeció y para el colmo... —se calló porque le constaba decirlo.

—¿Qué pasó? —preguntó por su cara de decepción.

—Ellos ya tienen intimidad —Brenda se quedó en silencio asimilando la noticia—. Son unos niños todavía, ¿crees que eso está bien?

—Bueno... Sé que es difícil, yo lo viví con Nain, pero es algo que tarde o temprano va a pasar. Micaela, mientras se cuiden, no le veo problema —esa respuesta desconcertó a Micaela.

—No es tu hija, por eso lo dices, porque si fuera al contrario estuviera como yo —refutó.

—Sé que es frustrante, sé que Bastian también hizo mal, pero conoces a mi hijo, prácticamente lo ha visto crecer... Deja que ellos sigan su relación, ambos se quieren.

—No. Si ella me lo hubiera dicho las cosas fueran muy diferente, talvez hubiera dejado que continuarán, pero fíjate que ocultarme su noviazgo, que no hayan respetado mi casa ni mis órdenes y sobre que haya roto la confianza que le di, es algo que no puedo tolerar. No pienso cambiar de opinión, eres mi amiga, pero eso no le da privilegios a Bastian —se puso de pie y se fue a continuar su trabajo, no quería que su amistad se viera afectada por "malas decisiones de Audrey".

AUDREY.

—¿Ahora, que vamos a hacer? —pregunta Stacy.

—No lo sé, y no preguntes que Audrey no se siente bien —Bastian acaricia mi cabello mientras mi cabeza descansa en sus piernas.

Siento un hueco en mi pecho, extraño a mamá, quiero hacer las pases con ella, pero me rehúso a dejar a Bastian.

—Nena, lo mejor es que lo dejemos solos —manifiesta, Braulio.

—Sip —se ponen de pie y se van juntos.

—Audrey, amor...

—Estoy bien... —me da un beso en el párpado de mis ojos izquierdo.

—No te ves así... Audrey, me dijiste que ya no ibas a llorar, tus ojos están hinchados.

En la mañana, cuando hicimos el amor, lloré en el acto, y por más que trato de no hacerlo, no puedo. La indiferencia de mamá me lastima mucho, mi corazón no soporta su silencio, es como si recibiera latigazos con una fusta de caballo.

—No me regañes amor... —me siento tomando su mejilla.

—Lo siento, no quería hacerte sentir mal, solamente me pone mal, verte triste.

—Lo sé, pero no puedo evitar estar triste —lo abrazo siendo abrazada por él—. Te adoro —inhalo su perfume y cierro mis ojos perdiéndome en la nada.

NARRADOR.

Stefan sonrío, pues ya había descubierto el pequeño secreto egoísta de Bastian. Toco el timbre del fin de receso, por lo que se fue rápido, antes que la parejita lo vieran.

Audrey y Bastian se dieron un beso, y tomando de las manos regresaron al salón. Él no estaba del todo bien, pues ver a Audrey decaída lo hacía sentir culpable.

Horas después.

Micaela fue por sus hijas a la preparatoria. Ambas ingresaron al auto, saludaron, pero solo a una le fue devuelto el saludo mientras Audrey contenía sus lágrimas. Amira tomó la mano de su hermana y le sonrío para consolarla.

Al llegar al bufete las tres almorzaron en silencio y seguido Micaela las llevó a su oficina de trabajo, donde la acompañarían hasta que culminará su jornada de trabajo.

Más tarde.

Bastian vio a Audrey llegar desde la ventana de la habitación de Ethan. Le dio una mirada llena de amor, la cual Audrey devolvió pero con una mezcla de tristeza.

—Adentro —ordenó Micaela al ver el "descaro" de los novios.

Audrey y Amira fueron a sus habitaciones a bañarse, Micaela iba a hacer lo mismo, pero recibió una llamada de Noah la cual contestó, este preguntó por sus hermanas, ya que las estaba llamando y ningunas de las dos había contestado, puesto que ella les quito sus celulares.

Micaela se desahogó con su hijo mayor, que al escuchar cada palabra de su madre quedó desconcertado.

BASTIAN.

—Hijo, tú también te pasas. Sé que a su edad es normal tener intimidad, pero sabías el carácter de Micaela —mamá me acabó de contar lo que habló con la señora Micaela.

—Pasó mamá, es algo que no se pudo evitar —suspira.

—¿Desde cuándo te gusta, Audrey?

—Desde el día en que la conocí, siempre la he amado —confieso.

—¿Por qué la molestaba tanto si te gustaba? —cuestiona mi absurda actitud de niño.

—Porque quería llamar su atención, quería que Audrey solo me viera a mí y era un mocoso que no sabía lo que hacía. Creía que mi tonta actitud haría que mi relación con Audrey algo diferente y lo que causé es que ella me odiara.

—Si te odiaba, ¿cómo es que te ama?

—Ella también estaba enamorada de mí, pero mi estúpida forma de ser fueron cambiando sus sentimientos, pero no lo mataron. Mamá, yo la amo y no puedo dejarla, no seas como la señora Micaela.

—Claro que no, pero te aconsejo que esperes a que ella cumpla 18 años. Micaela pueda hacer que vayas a la cárcel al ser Audrey un menor de edad.

—Tú me puedes sacar.

—Pero va a ser una guerra sin sentido. Deja que ella cumpla 18 años, y ahí ustedes pueden estar juntos; tu papá y yo los apoyaremos. Hijo, hazme caso.

—No la voy a dejar, pero esperaré a que cumpla los 18 años para poder estar junto sin problemas.

—Es lo mejor —me da un beso en la mejilla—. Haz las cosas bien hijo, yo confío en ti... Vamos a cenar, ya es tarde.

—Sí.

La señora Micaela es una excelente abogada, por eso el papá de Audrey se divorció sin hacer guerra, después de todo no había por donde ganar. Mamá también es buena abogada, pero ella tiene razón, para que hacer una guerra, mejor es hacer las cosas sin causar más estragos en ambas familia.

Lo que nunca voy a acceder es a dejar a Audrey, voy a esperar a que cumpla la mayoría de edad, y así podremos estar juntos sin problemas.




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