Mi Odioso Vecino [ Vecinos #1]

Capítulo 31.

ETHAN.

Ha pasado una semana desde que Bastian se fue, me ha llamado como dos veces para decirme que está bien, pero lo que no están bien son mis padres y la señora Micaela, más la señora Micaela. Estos días no ha ido a trabajar, ni siquiera va a dejar a la vecina a la preparatoria, y por lo que Stacy comentó anda decaída por la ausencia de Audrey.

Estoy muy joven para andar envuelto en tantos problemas de amor, yo por eso ni me enamoro, y para el colmo yo con el amor no me llevo muy bien.

Salgo de casa, lo bueno es que Bastian dejó el auto. Miro a mi alrededor y me detengo al ver a la vecina salir de su casa, me mira y sigue su camino.

—Mujer para amargada —ingreso al auto, lo enciendo y me marcho, no quiero que la vecina me ponga de su mismo humor.

NARRADOR.

Mientras Audrey y Bastian disfrutaban de su amor al máximo, Micaela sufría, no sabía nada de Audrey, incluso le había devuelto el celular a Amira, pero ella ni siquiera llamaba.

No le había comentado nada a su exesposo, no quería problemas, pero si se lo había manifestado a Noah, que era quien la entendía y estaba para ella, escuchando sus lamentos, porque Amira optaba por no decir nada ni a favor ni en contra; se mantenía reservada.

Desde que Audrey se fue Amira no la estaba pasando bien, estaba lidiando con mucha frustración, y para el colmo su madre estaba descuidando el hogar por estar encerrada en su habitación sumida en la decepción.

Salió de su hogar encontrándose con la persona menos indicada para comenzar un pasable día. Sus miradas chocaron por un par de segundo, pero la desvió, a pesar de su forma fría, callada y reservada de ser, él hacía que sus piernas flaquearan, que todo su cuerpo palpitara, y que sus manos sudaran de los nervios.

Lo vio irse y suspiró, sabía que nunca sería lo suficientemente importante antes los ojos de Ethan García.

Siguió su camino, tenía que ir a clases y pensar una solución para resolver el problema en su hogar.

BASTIAN.

¿Cómo me siento? Me siento inmediatamente feliz, y como no estarlo si despierto todos los días junto a Audrey durmiendo en mi pecho.

—Amor... —ya despertó.

—Buenos días —sonríe, llenándome de alegría.

—Buenos días —se sienta—. ¿A qué hora es? —miro el reloj de pared.

—8 pm, ¿por?

—Porque creí que me había levantado tarde, además quiero ir a hacer unas compras —la pego más a mi cuerpo semidesnudo.

—Yo quiero hacer algo más —comienzo a meter mi mano por mi camisa que usa como vestido de dormir.

—No, señor —saca mi mano—. No hay condón, y hasta que no compres no haremos nada —como no es recomendable que tome las pastillas de emergencia muy seguido, lo hacemos con condón, aunque me gusta más sin barrera, puedo sentir cada espacio de ella, con protección no es lo mismo, se siente bien y todo, pero no es como estar piel con piel.

—Termino afuera.

—No, ando en mis días más fértiles y estamos muy jóvenes para ser padres —queremos ser padres, pero no a esta edad. Queremos terminar nuestros estudios, aunque por ahora lo dejamos suspendidos, pero lo volvemos a retomar, yo trabajaré y estudiaré y Audrey, ella solo se dedicará a estudiar.

Hablé con Braulio anoche, él hablará con su padre sobre un puesto de trabajo en su empresa. No importa de qué, pero tengo que trabajar; el dinero que tengo no me durará mucho y Audrey no va a pasar peripecia.

—Tienes razón, tendré que esperar aunque me cueste.

—Que obediente, mereces un premio —se pone de pie y va corriendo al baño. Talvez quiere orinar.

... Sé que mis padres quieren que regrese, pero la señora Micaela no está contenta. Quiero decirles donde estoy, pero temo que la señora Micaela este pendiente de ellos para dar con Audrey, por lo que no es conveniente.

Sé que la huida no fue la peor manera de solucionar las cosa, pero la señora Micaela nos tenía acorralados. Yo solo quiero que ella entienda que yo amo a Audrey, y que si se le comunicó sobre la relación fue por su forma drástica de ser.

Ahora no sé, no sé qué esperar de mi suegra, estaba seguro de que me denunciaría, pero no fue así, gracias a mamá, sin embargo, no debo confiarme. No dejaré que la dicha de la cual estoy pasando acabé, no dejaré que me quite a Audrey, será su hija, no obstante, ya es mi mujer.

—¿En qué piensas? —salgo del trance de mis pensamientos.

—En que lucharé por nuestro amor hasta el final, sin importar quien se oponga —sonríe.

—Yo también, pero no pensemos en eso que nos afecta.

—Es verdad —la jalo hacia mí, agarrando sus nalgas, me fascina hacerlo—. Mejor borraré mis pensamientos sobre eso...

—Yo te ayudaré con eso —quita mi mano de sus nalgas y sé inca—. Vas a olvidar todo —pone mi mano en su cabello y sus manos van a mi bragueta sacando mi miembro que sigue dormido, bueno, que estaba dormido porque ya está despertando.

Comienza a besarlo, a acariciarlo con sus manos sacándome jadeos. Recojo su cabello para ver mejor; mi miembro ya está más recto, más recto que un poste. Audrey pasa su lengua por mi glande robándome un gruñido.

—¡Oh, mujer! Sigue así —solo puedo decir: excelente método de relajación.

AMIRA.

Llego a casa, me dirijo a la cocina y de nuevo el almuerzo no está hecho, que feo es tener hambre y no encontrar nada. Abro la refrigeradora y saco algunas verduras para hacer la comida.

[***]

Le sirvo la comida a mamá, bajó a tomar agua y de paso aprovecho para que almuerce.

—¿A qué hora llegaste?

—A la misma hora de siempre, pero no te guste cuenta por estar encerrada —digo sería.

—... Hija, ¿no ves que estoy mal? Tu hermana se fue, y no sé nada de ella.

—Porque tú los arrinconaste a hacer eso, mamá —me mira con el ceño fruncido.

—Yo estaba haciendo mi deber como madre... Ellos no supieron ver eso, Audrey no ve que solo quiero su bienestar.




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