Mi odisea en un mundo virtual

Capitulo 14 : una nueva oportunidad

 

Realmente no se si agarre esta costumbre de anotar sucesos importantes de mi vida en un libro desde antes de que comenzara el fin del mundo real o fue cuando todas las catástrofes ya estaban pasando, no sé cuándo empezó esta costumbre… pero Liria me ofreció amablemente este diario para que me desahogara así que eso hare, por ahora me presentare como es debido.

 

Hola, soy Rainer, la heroína que venció a la reina súcubo y de la que todos están hablando ahora mismo, tal parece la hazaña de derrotarla fue tan grande que un montón de personas me consideran una deidad justiciera que camina por la tierra, según lo que me conto Liria se están empezando a formar unas sectas dirigidas a mi persona, lo que me sorprendió mucho ya que me apodaron “la diosa de la liberación” y “la diosa de la fertilidad”.

 

Aunque no sé qué tiene que ver la fertilidad con lo que hice, no voy a negar que me gusta tener algunos renombres, perdón, me estuve hiendo por las ramas otra vez, en otro diario escribí los sucesos que pasaron desde mi llegada a este mundo hasta el momento que quede inconsciente por el extremo cansancio de mi despertar forzado, así que comenzare desde que recobre la consciencia.

 

En el momento en el que abrí los ojos pude ver que me encontraba en el interior de una casa que no conocía lo que termino asustándome, al bajar la mirada pude notar como estaba cubierta por una sabana, con algo de miedo me quite la sabana de golpe pudiendo ver que llevaba puesta ropa lo que termino calmándome.

 

“Tal parece que nadie uso mi cuerpo mientras estaba durmiendo, es un alivio”, eso fue lo primero que pensé antes de sentarme sobre la cama dejando caer un trapo mojado de mi frente, lo primero que se me vino a la mente fue escapar por la ventana, pero esa idea fue rápidamente descartada al darme cuenta que estaba en un segundo piso y por estupidez mía olvide que tenía alas.

 

“¿Ahora que hago?, ¿debería saltar y probar mi suerte?, tengo tantas posibilidades de salir ilesa como de salir lastimada”, estaba tan concentrada murmurando eso que no me di cuenta que la puerta de la habitación se abrió dejando entrar a alguien, “Veo que despertaste, ¿quieres que te traiga algo de comer?” ofreció una voz femenina haciendo que tuviera un ligero sobresalto antes de darme la vuelta.

 

Frente a mi estaba una chica de veinte años la cual tenía una esbelta figura, su cabello era largo y de color morado, sus ojos eran color morado oscuro, tenía pechos talla B, media 1,70 de altura, llevaba puesto un uniforme clásico de sirvienta con una diadema sobre su cabeza.

 

Ante mis ojos era una chica muy bella de la cual me hubiera enamorado a primera vista, pero por alguna razón no sentí ninguna atracción a primera vista, por más que la miraba no sentía nada lo que me confundió mucho, sin decir nada ella se acercó a mi tomándome de las manos y mirándome con una mirada piadosa.

 

—Puedes estar tranquila chica, ya estas a salvo aquí, ya no tienes nada que temer, tampoco tienes que huir de nuevo, finalmente puedes relajarte y descansar de tu larga travesía”—me dijo Liria con amabilidad.

 

No sé por qué, pero no respondí… solo agaché la mirada, tal vez era por la desconfianza que sentía hacia ella o tal vez porque esta escena me hacía recordar a ciertos personajes de anime que se mostraban amables al principio para luego apuñalarte por la espalda, mi reacción pareció confundir a Liria quien me dio un abrazo mientras frotaba la parte trasera de mi cabeza.

 

—Está bien si no confías en mi al principio ya que puedo vivir con eso, solo recuerda que si necesitas llorar o desahogarte, me puedes llamar por mi nombre el cual es Liria y yo te ofreceré mi hombro para que puedas llorar, ¿de acuerdo chica?—pregunto Liria a lo que simplemente asentí.

 

“Debes tener hambre y sed después de dormir dos días enteros, espérame aquí que te traeré un poco de comida y agua” dijo Liria antes de soltarme y caminar con cierta alegría fuera de la habitación, al ver la puerta abierta junto al hecho de que mi cuidadora parecía haberse ido me indico que era mi oportunidad para escapar.

 

Con cuidado junto a mi mayor intento de sigilo baje las escaleras hasta lo que parecía la sala principal en la que estaban varios muebles, en un sofá se podía ver sentado a un hombre de espaldas mientras sostenía un libro en manos, cuando pase cerca del pude oírlo roncar por lo que de puntitas me acerque a la puerta logrando abrirla, una vez la cerré con cuidado de no hacer ruido corrí con todas mis fuerzas lejos de ese lugar.

 

Algo que ignoré en ese momento fue la gran resistencia y la increíble velocidad que tuve para alejarme de esa casa rápidamente, cuando un pensamiento invadió mi mente haciéndome detenerme de golpe.

 

“¿Adónde iría?” fue la pregunta que hizo que me detuviera, no tenía un lugar al que ir, no tenía dinero, ni provisiones y tampoco tenía idea de adonde iba, a los pocos segundos me rugió el estómago dándome cuenta que lo que dijo la sirvienta era verdad, tenía bastante hambre y sed, esa situación hizo que contemplara la única opción razonable que tenía la cual era volver a la casa de la que escape.

 

No tarde mucho en volver hasta la puerta de la casa, estoy seguro que si fuera una persona bestia tendría la cola entre las piernas y las orejas agachadas del arrepentimiento que sentía, con la cabeza agachada golpee la puerta con suavidad esperando que me aceptaran de regreso en aquel hogar.

 

La puerta se abrió dejando ver a un hombre de cuarenta años el cual tenía el cabello de color negro, ojos color amarillo, estaba en perfecto estado físico, media 1.80 cm de altura, llevando puesto un polo blanco manga larga, un pantalón marrón y botas negras.

 

—Veo que volviste, escucha no tienes que disculparte ni nada de eso porque yo habría hecho lo mismo en tu lugar, solo pasa y lávate las manos, Liria está calentando el almuerzo para ti—ofreció amablemente el hombre haciéndose a un lado.




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