El cuerpo de Rainer estaba echado cerca de una fogata, su ropa completamente seca y su cuerpo caliente, lo que indicaba que aún estaba viva. Alguien lanzó un poco de leña al fuego, avivándolo. Esa persona notó que la chica tirada en el suelo comenzaba a moverse, por lo que se alejó un poco.
Poco a poco, Rainer comenzó a despertar, abriendo los ojos y dándose cuenta de que su vista estaba borrosa. Asustada, se levantó y se sentó en el suelo con las piernas estiradas. Con cada parpadeo, su vista se iba aclarando, permitiéndole ver la fogata enfrente de ella. Intentó acercar sus manos para calentarse un poco más.
—Cuidado, chica, no acercaría mis manos más si fuera tú —dijo una voz femenina, acercándose para sujetarle las manos y luego hacerlas retroceder—. Podrías quemarte gravemente.
Al escuchar esas palabras, Rainer pudo ver una silueta distorsionada cerca de ella. Se soltó del agarre como pudo y se arrastró hacia atrás con miedo, chocando con tres troncos apilados.
—Tranquila, no busco hacerte daño, solo quiero ayudarte —dijo la silueta sin moverse de su lugar.
Luego de parpadear algunas veces, su vista se recuperó por completo. La silueta no era un monstruo, sino una chica de tal vez veinte años. Tenía el cabello largo y de color morado, ojos azules, medía 1,67 cm de altura y vestía con botas de metal blancas con detalles dorados que le llegaban hasta las rodillas, un short azul, una blusa de manga corta blanca con detalles negros, hombreras ligeras, una pechera de metal y guantes de cuero.
—¿Hola? —preguntó Rainer, un poco desconfiada.
—Hola, me alegra que estés bien luego de caer al lago —suspiró la chica, completamente aliviada.
—¿Fuiste tú quien me sacó del lago? —preguntó Rainer, curiosa.
—Claro, estaba cuidando de mi campamento cuando escuché un gran chapoteo. Decidí ir a ver qué pasaba y te vi luchando por mantenerte a flote, así que te ayudé y te traje aquí para que te calentaras con la fogata —dijo la chica amablemente mientras se acercaba lentamente.
—Muchas gracias por salvarme, pensé que sería el fin de mi aventura —dijo Rainer amablemente mientras miraba a su alrededor, notando las cuatro tiendas de campaña y la leña cortada cerca de la fogata.
—No tienes por qué agradecerme, ayudar a quien lo necesita es parte del deber de un buen aventurero —la chica extendió su mano hacia Rainer—. Dame la mano para ayudarte a levantarte.
—Está bien, aceptaré tu amabilidad —Rainer tomó su mano y la chica la ayudó a levantarse con facilidad—. ¿Puedo conocer el nombre de mi salvadora?
—Mi nombre es Mairon, aunque puedes decirme Mai —la chica llamada Mairon le guiñó el ojo para luego tocarle la frente—. No parece que tengas fiebre, lo cual es una buena señal, pero espera resfriarte en unos días.
—Muchas gracias por preocuparte por mí, Mairon. Nadie fuera de mi familia se ha preocupado por mí durante toda mi vida —comentó Rainer, un poco triste, cuando un recuerdo de su vida en el mundo real pasó por su mente.
En ese recuerdo se veía una escuela secundaria. Una maestra dijo: “Por favor, hagan grupos de cuatro personas”. Todos formaron grupos, pero al final, solo quedaba Rainer, que no fue elegida por nadie, teniendo que hacer el trabajo grupal sola mientras se sentía muy triste.
—Debes haberte topado con personas muy malas y egoístas. Pero no te preocupes, yo no soy como esas personas que abandonan a los suyos en el peligro. Puedes confiar en mí, ya que nunca dejo a las personas desamparadas —dijo Mairon, orgullosa.
—Sería un pecado no confiar en quien me salvó la vida, aunque te mantendré vigilada, Mairon, solo por si acaso —dijo Rainer con amabilidad.
—Suena justo. Sería un poco incómodo seguir llamándote "chica". ¿Podrías decirme tu nombre, por favor? —preguntó Mairon con curiosidad, dejando a Rainer preocupada.
—¿Debería decirle que me llamo Jorge? Ese es el nombre de un chico, podría pensar que me estoy haciendo pasar por otra persona, o peor aún, que estoy loca —pensó Rainer, completamente preocupada.
—¿Pasa algo, chica? ¿Olvidaste tu nombre? —preguntó Mairon con un ligero tono burlón.
—No es eso, solo intentaba recordar algo —respondió Rainer, llevándose la mano al pecho—. Mi nombre es Rainer, un gusto conocerte.
Para su sorpresa, Mairon comenzó a caminar alrededor de ella, observando cada parte de su cuerpo y atuendo sin tocarla.
—Eres una aventurera extranjera, ¿verdad? —preguntó Mairon, mientras miraba los pechos de Rainer y se lamía los labios.
—Sí, soy una aventurera extranjera que vino de otra región. Llegué a estas tierras con intención de explorarlas, pero me perdí —respondió Rainer, pensando que mentir era lo mejor que podía hacer por ahora. Si le contaba que venía del mundo real, probablemente la creería loca.
—Ya veo, de seguro viniste a estas tierras por sus famosas mazmorras ocultas. Aunque son muy difíciles de completar, las recompensas son bastante buenas. Entiendo por qué decidiste explorar estas tierras —comentó Mairon—. Aunque me sorprende que te hayas perdido tanto.
—¿Por qué lo dices, Mairon? —preguntó Rainer mientras se estiraba un poco.
—Porque el reino más cercano está a dos días de aquí. Sé que hay personas despistadas, pero nunca creí conocer a alguien tan despistada como tú —dijo Mairon entre carcajadas.
—¿Qué puedo decir? Me pierdo con facilidad —comentó Rainer, un poco avergonzada.
—¿Eres fuerte, Rainer? —preguntó Mairon con seriedad, lo que hizo que Rainer retrocediera del susto.
—No mucho. Pude hacerle frente a un hombre lagarto gracias a que alguien me ayudó, y maté por pura suerte a un minotauro —suspiró Rainer con cierta vergüenza.
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Editado: 15.07.2024