Mi pequeño bosque

En blanco

Domingo 27 de Septiembre,

7:35 p.m.

Entro y dejo los tacones al lado de la puerta, la casa está a oscuras. Pienso en encender las luces pero solo quiero meterme en la cama por lo que camino en la penumbra. Voy hasta el final del pasillo, me detengo frente a la puerta de Bosco y la acaricio con las yemas de los dedos de mi mano izquierda, así me quedo unos segundos hasta que volteo a la derecha y giro lentamente el picaporte de mi puerta. Adentro está igual de oscuro y escucho la respiración de Baco, tranquila y rítmica. Entro con los pies en punta para hacer el menor ruido posible y me dirijo directo al baño, cierro la puerta y enciendo la luz; tomo mi pijama (la de invierno, al fin), desabrocho el vestido y el sostén, me los quito y los coloco dentro del cesto para la ropa sucia. Ya con pijama me paro frente al espejo, me recojo el cabello en una cola de caballo baja pero ajustada para que no caiga sobre mi cara y tomo el dispensador de jabón para lavarme las manos antes de desmaquillarme, estoy a punto de vaciar un poco en mi mano derecha pero me detengo recordando al señor Frelser besándola, el tacto, el revoloteo en mi estómago… detengo la escena y sin volverlo a pensar pongo un poco en mi mano.

Lunes 28 de Septiembre,

10:00 a.m.

-Buen día, mi Damara – la voz suave y dulce de Baco me despierta lentamente, ya hay luz del sol traspasando las cortinas pero no abro los ojos.

-Buenos días – respondo estirando mis brazos como si intentara alcanzar el techo con la punta de mis dedos.

-¿Descansaste?

-Sí – abro los ojos, Baco está sentado a mi derecha en la orilla de la cama sosteniendo mi taza de café, me la ofrece y la tomo mientras me enderezo para sentarme, tomo la taza y veo el interior… definitivamente no es café.

-Lo lamento, se me ocurrió hacerte un té de limón con miel – tomo un sorbo y el té caliente baja reconfortantemente por mi garganta, el limón y la miel saben excelente.

-Gracias, cariño – se acerca a mí y me besa, sus labios también tienen sabor al té. Vuelve a sentarse y me mira con una pequeña sonrisa en el rostro.

-Y ¿todo bien anoche?

-Bien, fue una fiesta tranquila, la verdad es que fue un tanto aburrida – miento, y no solo en el aspecto de que no fue una fiesta sino en decir que fue aburrido ya que fue todo lo contrario, fue emocionante de principio a fin.

-Me alegra que hayas ido – agarra mi taza y la pone sobre la mesa de noche, toma mis manos entre las suyas y las acaricia con su pulgar, sus ojos examinan todo mi rostro y una sonrisa de compasión aparece en sus labios -, no has sido la misma desde… bueno, desde que Bosco no está, y no te culpo por hacerlo pues yo también pienso en él todo el tiempo… Lo que intento decir es que no te culpes por disfrutar, déjame lo pesado a mí y a la policía, ¿sí?

-De acuerdo – me acerco a él, lo beso suavemente en la punta de la nariz y luego en los labios, me devuelve el beso quitando sus manos de las mías y poniéndolas en mis mejillas. Se separa apenas un poco para que nuestras frentes se toquen y me mira intensamente.

-¿Lo prometes? – susurra.

-Lo prometo – las palabras queman en mi garganta al salir por mi boca pues sé a ciencia cierta que es una promesa falsa. Me siento una hipócrita pues siempre le he enseñado a Bosco que no se debe mentir, y aquí estoy yo, mintiendo con cada sílaba.

3:15 p.m.

Baco se fue al trabajo hace ya más de cuatro horas. Durante ese tiempo me he dedicado a dos cosas: ordenar la casa y revisar mi celular en caso de tener noticias por parte del señor Frelser. Nada, ni un mensaje. Ayer en cuanto terminó la reunión empecé a mandar audios a Karen sobre todo lo que había pasado, lo hice durante el camino a casa y me había contestado a ratos debido a que seguía trabajando; me sentí un tanto aliviada de que también a ella le sorprendiera lo intuitivo y observador que fue como para darse cuenta de todo sin siquiera pestañear, ¿es por eso que sonrió al verme? ¿Porque ya lo había descifrado? Para mi sorpresa esta idea me da una punzada de decepción. Reviso mi celular por milésima vez, aún nada. Estoy cansada y llena de sudor por el trabajo de limpieza. Me hinco en el suelo recién lustrado y me recuesto, cierro los ojos, respiro hondo y sin previos aviso me quedo dormida.

5:30

Abro los ojos y lo primero en lo que pienso es que mi espalda me duele como si un camión hubiera pasado sobre ella, gimo del dolor y me siento. Todavía hay luz del sol pasando por la ventana pero empieza a tornarse un tanto anaranjada, me levanto y tuerzo mi espalda hacia ambos lados hasta que truena con un crujido reconfortante. Me siento mucho mejor. Reviso mi celular pero al igual que el resto del día no tengo ninguna llamada o mensaje; suspiro fuertemente por la frustración pero me calmo, han pasado menos de veinticuatro horas, nadie podría encontrar a alguien en ese tiempo, ni siquiera el genio de la observación.

9:05 p.m.

-… en fin, Thompson es un desgraciado. Siempre lo ha sido pero no tenía que insultar a Marcus.

-Thompson nunca me ha agradado, siempre deja a su esposa en ridículo durante las cenas – digo y escupo en el lavamanos, enjuago mi cepillo de dientes con agua y lo pongo en el vaso de vidrio junto con el de Baco; apago la luz del baño y salgo directamente hacia la habitación donde Baco está empezando a destender la cama y metiéndose en ella, esta noche sí lleva camiseta además de su pantalón corto, los músculos de su pecho se marcan en la tela delgada.




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