Ya era semana de exámenes, a la chica que corría como naruto la había dejado de ver por dos semanas, exactamente desde que se engrapo el dedo, Arthur el chico pelirrojo lucia exhausto “¿que son ellos?” me pregunte, tan pronto esa pregunta apareció por mi mente la borre, a mí que me importaba que eran.
Ya era la hora de la salida, por suerte esta vez no llovió, dentro de una semana entraría el verano y abría vacaciones, “sin imaginarme que serían las vacaciones más desastrosas y alegres que tendría”.
Estaba frente del portón de la escuela, mamá no vendría por mi así que tocaba caminar, al dar vuelta a la esquina alguien choco conmigo haciendo que ambos cayéramos al suelo, “mi espalda”.
—Ay no, perdón, pero que torpe — esa voz se me hace conocida.
La chica naruto, está asustada, bueno será por me quede tirado en el piso, me levanto con todo el esfuerzo del mundo, ella trata de ayudarme en su intento termina tropezando.
—Que chica más tonta — digo furioso y ella me mira
Un brillo extraño pasa por sus ojos, agacha la cabeza me pide una disculpa y se va.
—No. Perdóname tu a mí, no debí llamarte así — Le digo dándome la vuelta y veo que ella se detiene.
—Debí tener más cuidado, vi que te quejaste tal vez te lastimé feo — dice cabizbaja
—Fue un accidente — trato de consolarla
Me rio por lo bajo “tú me chocaste a mí y yo termine invitándote un helado para que no te pusieras triste”.
—Tu no comerás — pregunta.
Estamos sentados en una silla de la heladería esperando a que le entreguen el bendito helado.
—No me gusta lo frio — digo tratando de sonar amable.
Recargo la cabeza en el respaldo de la silla y cierro los ojos, siento una mirada “me empiezo a poner incómodo”
—Deja de mirarme así — le digo abriendo los ojos y noto que ella se voltea rápido.
—Aquí está su helado, que lo disfruten — dice la empleada amable.
—Que disfrutes tu helado — le digo, me levanto para pagar y decido irme.
—Me llamo Olivia — me dice haciendo que detenga el paso — gracias por el helado Christian.
Me da una sonrisa y se va en dirección contrario, la miro, está comiendo su helado de chispas de chocolate con menta, en sus ojos se ve un brillo hermoso, el vestido de flores morados que trae le combina con sus uñas, su cabello corto parece que tuviera vida propia, se mueve al compás del movimiento, se pierde entre la gente, de pronto me entra una necesidad por querer buscar entre la gente, “¿Qué debo buscar?”, me doy la vuelta y sigo mi camino.
—Saben…a veces las personas que brillan y se ven todo el tiempo feliz, a veces son las mismas que no pueden brillar en la oscuridad, su alma está rota
—¿Y eso es malo? — pregunta julio
—Claro que es malo, si esa alma rota no encuentra un verdadero motivo para quedarse, deciden irse — les explico
—¿A donde van? — me pregunta Susy
—Aun lugar donde su alma encuentre paz — les digo
El profesor está explicando la clase, realmente nadie lo esta escuchando, yo sigo teniendo esa necesidad de querer salir corriendo y buscar, creo que ya me estoy volviendo loco debería decirle a mamá, volteo al asiento de atrás y veo a la chica pelinegra, creo que esta dibujando algo “tengo curiosidad saber que esta dibujando”
Tan pronto siento esa curiosidad se borra, Artur se sienta junto a ella, Olivia le regala una sonrisa “muy bonita”, esta viendo lo que esta dibujando y empezaron hablar de algo tal vez gracioso pues los dos se empezaron a reír, ella se da cuenta que la estoy viendo porque dirige su mirada a mi lugar, me volteo rápidamente.
Al salir de la escuela me voy caminando, es un buen día, el clima es cálido y hay tranquilidad en la ciudad así que pues caminar tranquilo, a lo lejos escucho que alguien grita “no es asunto mío”, sigo con mi camino, entro a una tienda a comprar una bebida al estar pagando la bebida alguien entra con la respiración acelerada, está de rodillas tratando de respirar bien.
“Es Olivia”
Me voy a su lugar a ayudarla, le ofrezco mi mano y ella la toma me mira y sonríe, volteó a ver al chico de caja y está viéndonos como si estuviera viendo a dos cachorritos pequeños, carraspeo y el chico se voltea.
—Estas bien — le digo y ella solo se ríe.
—Tra-trate de alcanzarte…pero caminas muy rápido — dice respirando hondo.
—¡Alto! — digo sorprendido —¿Eras tú la que gritabas?
Le pregunto y ella asiente sonriendo, ¿Por qué siempre está con una sonrisa?, A mí me pasa algo por más mínimo que sea y mi sonrisa se borra y ella así tenga falta de aire está sonriendo, la miro y ella hace su cabeza a un lado tal cual cachorrito confundido.
—¿Me estás escuchando? — me pregunta sacándome de mis pensamientos.
—L-lo siento y bien que decías — le digo tomándole atención.
—Te decía…que si estabas ocupado esta tarde — me dice y desvía la mirada rápidamente.
—Realmente no tengo muchas ganas de salir — le digo y por primera vez veo su sonrisa desaparecer.
—No vale la pena amiga — dice el chico de la caja indignado.
Me doy una cachetada mental, ella solo me dice “Esta bien” y sale de la tienda como niña regañada, ¿Por qué me da tanta ternura?
“Si fuera un pequeño cachorro ya me lo hubiera llevado a mi casa”
—Perdón, quise decir que hoy no tenía planes — le digo cuando salgo corriendo atrás de ella.
“Aun no se porque lo hice”
—No te sientas obligado — me explica rápidamente — solo…me gustó que la otra vez fuimos por un helado y está vez quería invitarte uno yo.
—Pues vamos, mi favorito es el de galleta — le digo encaminando me a la heladería.
—Enserio, a mí me gusta el de chocolate — me dice alcanzando me — oye podrías caminar más despacio.
Me dice sacándome una carcajada, me mira y también se ríe… pero porque esa alegría no le iluminan esos ojos hermosos.
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Editado: 16.11.2024