Mi primer amor

CAPÍTULO 3: Escape.

Abrí mis ojos y estiré mis brazos, sonreí al recordar la divertida cena que tuve anoche con mamá y mi hermano, ella nos contó muchos momentos graciosos que hicimos Matías y yo en nuestra niñez, reímos tanto que llegamos hasta el punto de dolernos la panza.

—¡Hay no, no, no!— Dije al ver la hora en el relog junto a mi cama que marcaban las ocho am.

Me levante de un sobresalto, me puse el uniforme, cepille mis dientes y peiné mi cabello. Cogi mi mochila y baje a la sala que estaba toda osucura, fui a la cocina y tambien estaba a oscuras.

—¡Carajo! Ya se fueron todos— dije para mi misma.

Salí de mi casa con las esperanza de que mi hermano o mi mejor amigo también se hayan dormido y me lleven hasta el colegio, pero no, no habia nadie. Caminé unas cuadras y me tomé el autobus.

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—¡Genial! Llego tarde y la escuela está cerrada.

—¿Tarde?— dijo una voz detrás mío.

Giré para ver quien era el dueño de esa voz.

—¡Ah, Zack! ¿También llegaste tarde?— pregunté sorprendia.

—En realidad no quise entrar— responde—¿Quieres ir a un lugar mágico?— pregunta mientras caminábamos hacia la puerta trasera del colegio.

— No, prefiero entrar al colegio.

—Ah, entiendo, quieres evitarme.

—No, no es eso, es que...No da irnos de la escuela.

—¿Prefieres el colegio antes que un lugar mágico?—pregunta Zack arqueando una ceja.

Tire un suspiro y reí—No existen los lugares mágico—dije.

—Eso es porque nunca fuiste a uno, pero si vienes conmigo seguro lo veras.

Lo quedé mirando unos segundo pensando en una respuesta.

—Prometo que no te arrepentirás—dijo estirandome su mano para que yo la sostenga.

Tomé su mando y fuimos donde estaba estaba estacionada su moto.

—Sujétate fuerte—dijo Zack mientras se colocaba su casco. Me coloqué el mio y lo abrazé fuerte.

Admito que tenía miedo andar en moto ya que había sido mi segunda vez en subirme a una. Salimos de la ciudad y cruzamos un puente larguísimo, hasta llegar a la ruta.

—¿A donde me llevas?— pregunté.

—Es una sorpresa—dijo riéndose.

— ¿Falta mucho para llegar?

—Mmm, no, en cinco minutos estaremos ahí. Pero voy hacer una parada antes.

—¿A donde? Eso no estaba en los planes—le dije media asustada.

— No te preocupes, confía en mi.

Estaciona su moto y se baja.

—Ahora lo que voy hacer es vendarte los ojos—dijo.

—¿Me vas a secuestras?

Larga una carcajada— No, no te voy a secuestrar, es para que sea mas interesante la sorpresa.

Venda mis ojos mientras yo seguía arriba de su moto. Sube y conduce hasta el lugar. No veo nada y solo puedo escuchar el motor de esta, por un momento siento que deja de acelerarla y que su motor se apaga.

—Llegamos, déjame ayudarte a bajar— dijo Zack. Pone sus manos en mi cintura y me alza hasta dejar que mis pies toquen el suelo, por unos segundos siento como su respiración esta tan cerca de mi boca.

—Todavía no te voy a sacar la venda—me dice mientras me ayuda a caminar.

—No veo nada, si me caigo será tu culpa—dije intentando dar algunos pasos.

—No te preocupes confía en mi—vuelve a repetir aquella frase.

—Como confiar en alguien que te esta vendando los ojos.

*Zack ríe*

Segundos después siento que me quita la venda de los ojos.

 ¡Vaya! — exclamé sorprendida observando el lugar— que hermoso, tenías razón si que hay cosas mágicas.

No podía creer lo que estaba viendo, era un lugar bellisimo, un campo enorme con flores de diferentes colores, lleno de arboles, las hojas caídas de estos que no dejaban ver el camino que guiaba hasta un lucido y cristalino lago.

— Ven—Zack toma mi mano y me lleva hasta la sombra de uno de los árboles.— Espérame aquí, ya vuelvo—me dice mientras camina hacia su moto.

— ¿A donde vas?

—Eres muy curiosa—dice sonriendo.

Rodeo mis ojos.

Cuando vuelve trae un taper con dos sándwiches y dos botellas de gaseosas

—¿Quieres?—Me dice acercándome una de las gaseosas, mientras nos sentábamos debajo del árbol.

— ¿De donde sacaste todo eso?—le pregunté asombrada.

—Siempre hay que ir preparado a todos lados—sonríe —Es broma, era mi almuerzo y la otra gaseosa era para Eric ya que siempre se olvida de la suya.

—¿Porque me trajiste a este lugar hermoso?

— Porque no creías en los lugares mágicos

—Cierto, seguro trajiste a otras chicas más—le digo con tono media enojada.

No se porque le hacía reclamos, si no somos nada, ni siquiera amigos.

Sonrie —No, eres la primera, lo juro. Siempre vengo aquí cuando quiero estar solo.

Lo miro de reojo aganchando mi cabeza.

—¿Oye, porque te mudaste aquí a la ciudad?—pregunta Zack.




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