Mi primer amor

CAPÍTULO 12: Castigados.

<No lo puedo creer, porque me pasan estas cosas> pensé.

Estábamos en la dirección parados frente al director. Él era un hombre grande de estatura 1.80 de alto y de unos 60 años de edad, tenía canas y era un poco calvo, se vestía de traje y en unos de los bolsillo de su chaqueta llevaba un broche con el escudo del colegio.

—¿Qué vamos hacer con ustedes?— preguntó el director mientras sentaba en su escritorio cruzando sus piernas y brazos—de castigo quiero ustedes al terminar la clase se pongan a limpiar todas las ventanas de la plata baja del colegio.

—¡Pero director si ella fue la que empezó!— dijo Laila.

—¿Yo?—pregunté— Si la que está repleta de espaguetis soy yo, no tú— dije.

—¡ Eso es porque no sabes comer!— responde Laila.

—¡Basta, se terminó!— dijo el director muy enojado— van a limpiar todas las ventanas del colegio y si siguen peleando serán suspendidos! — dijo el director levantándose de su escritorio —retírense por favor.

Nos retiramos y yo me dirigí hacia el baño para lavarme un poco la ropa.

—Espera— dijo Zack deteniendo mi paso— quiero pedirte disculpas por lo de recién, no debí levantarle la mano, soy un completo idiota ya lo sé, es que no me gustó como te trató Laila, sólo quise defenderte y se que no fue mi mejor reacción.

Zack me abrazó sin pensarlo y si darme cuenta mi rostro estaba sobre su pecho. Olía tan bien, sentía como su perfume se esparcía por mi nariz.

—Está bien, te perdono, pero no lo vuelvas hacer—dije mientra levante mi cabeza para mirarlo y el estaba sonriendo— pero no te vas a librar de limpiar las ventanas conmigo— dije.

Él volvió a sonreír y me dio un beso en la frente. Me despegue de él y me fui a mi clase de mate.

La clase fue tan aburrida, odio las matemáticas, pero siempre he tratado de esforzarme para poder terminar el colegio sin llevarme nada. Además no quería pasar las vacaciones de verano estudiando.

—Anne, iremos a casa a ponernos al día con el cole—dijo Angie —¿Quieres ir?— preguntó mientras salíamos del aula.

—Perdón, no puedo ir, estoy castigada. La próxima me apunto a ustedes—dije.

—Que mal, nos vemos mañana entonces— dijo mientras me saludaba— y por favor bañate —dijo bromeando.

—Lo haré— dije lanzando una carcajada.

Encaminé hacia la sala del conserje a buscar los baldes y luego fui a cargarlos de agua.

—Déjame ayudarte— dijo Zack mientras cargaba un balde.

Empezamos a limpiar las ventanas que estaban en la parte del jardín.

—Oye, te recuerdo que tu también estas castigada y debes limpiar— le dije a Laila

—Yo no pienso limpiar nada—responde— Ni loca todo esos trapos sucios- dijo ella.

—Tu tienes que ayudar porque fuiste la que empezó todo esto—dije.

Laila me rebajó de arriba abajo y se fue.

—Genial ahora quedamos nosotros dos— dije enojada.

— A mi no me molesta— dijo Zack sonriendo—para es mi mejor.

Lo miré, le sonreí y seguí limpiando. Unos minutos después hubo un silencio incómodo.

—¿Quieres que te limpie la salsa de tu uniforme?— pregunto Zack y lo miré asombrada.

Me tira una poco de agua sobre el uniforme—¿Cómo pensaste que te limpiarla?—dijo en tono burlón.

Me sonroje y también le tire con agua.

—¡Ah no, ya verás Scott!— dice y me pasa la esponja por la cara.

—¡Oye! ¿Quién te crees que eres?— dije y le tire detergente en el cabello logrando hacerle una capa de espuma. Él me abraza mientras yo seguía revolviendo su cabello, mientras yo reía el intenta acercar sus labios hacia los mios.

—¡Ves director!— dijo Laila y giramos a verla— le dije que no estaban haciendo nada, yo limpiando y ellos jugando.

<¿Por qué?¿Que le pasa?¿Por qué siempre tiene que arruinar mi felicidad?¿Por qué tiene que arruinar todo?>

— ¡Todos se van devuelta a la dirección!—dijo el director.

__________

—¡No quiero oir más nada de ustedes tres. Les di un castigo leve para no tener que suspenderlos pero no me queda otra opción!—dijo mientras miraba su agenda- ¡Tendrán tres días de suspensión!

—¡Pero si yo hice las cosas bien director, ellos estaban holgazaneando!— dijo Laila— esto no es justo.

—No quiero más escusas, no me interesa quién hizo las cosas o no, los tres quedaran suspendidos.

<¡Genial, mamá me matará!>

Minutos después llegó mi hermano a recogerme. Subí al auto y trate de no mirar a mi hermano, no tenía ganas de escuchar sus regaños. Mientras íbamos en el coche sólo miraba por la ventana y ninguno nos dirigíamos la palabra.

—No quiero que me digas nada—dije sin sacar la vista de la ventanilla.




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