Mi primer amor

Capítulo Extra parte dos.

Un día antes del sábado.

Todavía no le había pedido permiso a mi padre para poder quedarme a dormir de Emilia, estaba nerviosa ya que siempre me decía que no.

Me encontraba almorzando con mi padre, por suerte la bruja no estaba ya que decidió ir a ver a su madre.

 —Papá —murmuré jugando con mi comida.

 —No tengo dinero — se excusó papá. Bebió un copa de copa de vino, ya que nunca podía faltar en sus comidas.

 —No es eso, quiero preguntarte algo — bufé.

 —Dime cariño —dijo luego de dar un bocado a su comida.

 —Quisiera quedarme a dormir de Emilia — no podía decirle que iba salir, porque definitivamente no me dejaría.

 —Lo siento cariño, sabes que soy algo anticuado y no me gusta que vayas a dormir a otras casa, para eso tienes la tuya —rodee mis ojos. Sabía que iba a decirme que no, pero si le rogaba tal vez se enojaba y sería peor

Envie un mensaje a Emi  — Planes fallidos.

 —El celular en la mesa no Anneley —reprochó mi padre. Bufé algo inquieta, estas conversaciones hacían que mi ansiedad aumentara.

 —Sí, lo siento — me disculpé  y guardé mi teléfono —ya se que tengo mi cama, pero dijiste que debía salir más seguido, además ya soy mayor de edad.

 —Sí, tienes razón y deberías conseguirte un trabajo si planeas quedarte —contestó papá, no se si era porque pasaba más tiempo con la bruja, pero parecía que se estaba volviendo como ella — y que tengas dieciocho no quiere decir que harás lo que quieras en mi casa. —suspiré, me levanté de la mesa y subí a mi habitación.

Llamé a Emilia y le conté la conversación que tuve con mi padre.

 —Bueno, dejame intentarlo — dijo Emi del otro lado de la llamada.

 —Dirá que no —respondí. Osea, por que lo intentara ya sabía la respuesta.

 —Si no me dejas intentar no lo sabrás, además no perdemos nada —habló mi amiga.

 —Sí, creo que tienes razón — me recosté en mi cama para hablar más cómoda.

 —Bien, esta tarde pasaré por tu casa, adiós —cortó la llamada.


Tomé la sábana y me tapé hasta la cabeza, me quedé pensando en lo ocurrido hasta quedarme dormida.

 —Anne, tienes visitas —dijo mi padre al entrar en mi habitación. Mis ojos se abrieron de a poco haciéndome algo de daño por la claridad que provenía de la ventana. Me levanté y bajé a la sala.

 —Hola señor, sé que no debo meterme en su vida, pero quería preguntar si Anne puede quedarse a dormir en casa mañana por la noche —escuché que hablaba Emi mientras bajaba por las escaleras.

 —Ya le dije a mi hija que no —contestó mi padre—no entiendo porqué a tí te diría que sí.

 —Sí, lo sé, pero es que queremos divertirnos un poco, ver películas hablar cosas de chicas y todo eso que pasa en las pijamadas —agregó Emilia — se que no le gusta esas cosas, pero no le veo nada de malo, además es bueno que ella tenga una amiga con quien relacionarse, no es bueno que ella se sienta sola.

 —¿Habrá alcohol? —preguntó mi padre arqueando una ceja. Me encontraba escondida en la escalera, no quería interrumpir ya que Emilia estaba logrando que mi padre accediera.

 —Claro que no, tomaremos gaseosa, además mi madre no me deja beber esas cosas y ella nos estará vigilando —explicó mi amiga —se lo prometo—sonrió mostrando sus dientes.

 —Bien, está bien, puede ir, pero deberá estar a las ocho de la mañana en casa —aseguró mi padre.

 —Sí, claro que sí —expresó con alegría Emilia—se lo agradezco mucho señor.

 —Gracias papá —dije luego de bajar los escalones.

 —Que se diviertan, y tendrás que hacer tus quehaceres sin quejas al otro día —dijo papá.

 —Sí, lo haré, lo prometo, gracias —le di un abrazo y subimos a mi habitación.

 —————————

—Te dije que lo lograría—dijo Emilia y se lanzó a mi cama.

—Gracias, eres la mejor—me recosté al lado de ella—ahora solo nos queda la ropa y papá no me dará dinero ni para salir.

—No te preocupes, veremos que hay en mi armario y el dinero, hay chicos que pueden pagar por nosotras—dijo con una sonrisa picara.

—No  me gusta que me paguen—confesé, tome mi celular y revicé instagram mientras ella hablaba.

—Ay, no digas eso, pero esto es una emergencia, necesitamos de esos hombres—contestó mi amiga.

—Bueno, si lo hago una vez no pasará nada—sonreí y ella me respondió de la misma manera.




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