Mi Primer Amor (parte dos)

Capítulo Nueve: Una decisión

—Compré chocolates — mi mejor amigo me consolaba en mi cama. Pañuelos arrojados alrededor de esta, mis cabellos desalineados y mi pijama que no me lo había sacado por varios días— pero creo que primero tienes que tomar un baño— cubrió su nariz con su mano opuesta la que sostenía los chocolates.

—Si me mimas tanto, tu novia se pondrá celosa— murmuré con mi nariz tapada, como si me hubiese cogido un resfrío, pero en realidad era porque mis lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas empapadas.

—Creo que terminaré con ella— confesó al bajar su cabeza; se sentó a mi lado. Intentó alejarse un poco, me di cuenta en su mirada que era porque me faltaba un baño. Fruncí el ceño al notar su reacción y él sonrió.

—Pe.. pero — balbuceé— no, no debes — intentaba peinar mi cabello con mis manos— ¿Por qué?

— La amo, si — expresó — pero últimamente tenemos muchas peleas, se enfada por cualquier cosa y terminamos enojados.

—Ustedes se aman y se nota— me acerqué a él— pero lo que ustedes necesitan es sentarse a hablar, los problemas se solucionan conversando— aconsejé— te amo porque eres mi mejor amigo, pero fue un error que te quedes en mi casa cuando ella es celosa, y sé que lo es porque escuché su discusión— agaché mi cabeza— además la última vez no encontró en una situación que si yo lo hubiese visto a él— y recordé a al chico de faroles azules— también me enojaría.

—No — me abrazó— no quiero que estés mal por él— hace una pausa— tenés razón, voy a hablar con Angie y por favor vete a bañar o no te daré el chocolate— me empujó de la cama y volvió a taparse la nariz. Mientras se distraía, le arrebato el dulce de la mano y corro hasta el baño —si escapa olorosa pit — vociferó desde mi habitación.

Me metí a la ducha, dejando a un costado la golosina. Lo malo de bañarte es que comienzas a recordar todo lo que sucedió en tu vida, hasta de la chica que te atendió en el supermercado y no quiso darte la moneda en vez del caramelo. Estaba destrozada, confundida y con el corazón roto. Elevé mi cabeza dejando caer las gotas de la lluvia caliente y agradable, por suerte las lágrimas se camuflaban en el vapor que ocasionaba el agua.

—Lo siento— recordé de la boca de Zack mientras rascaba su cabello pensando en una decisión. Se notaba confundido, sin saber qué movimiento realizar. ¿De dónde había salido ese niño? ¿Estaba diciendo la verdad? Si se suponía que esa noche no había sucedido nada entre ellos. Tal vez cuando decidí huir pasaron cosas entre ellos, no lo puedo saber ya que ha pasado demasiado tiempo desde esa vez— tengo que hablar con ella — mi corazón se estrujó al sentir que la historia se volvía a repetir. Entendía que tenía que ver a su hijo y de seguro verificarlo, pero no quería que se vaya, quería que por primera vez me haga sentir como su prioridad en su vida, aunque no estemos juntos.

Cerré la grifería, descolgué la toalla que estaba al lado de la ducha y me sequé. Volví a mi habitación a cambiarme; mi mejor amigo ya se había ido a la suya.

—¿Ya estas bien? —golpeó la puerta luego de que terminé de vestirme. Abrí la puerta y lo hice pasar.

—¡Anne! —escuché gritar la voz de Angie; seguro mamá la dejó pasar.

—¡Rápido! — empujé a mi amigo echándolo de mi habitación— antes que malinterprete todo nuevamente.

—¿Qué? — se detuvo mi amiga al ver pasar a su novio frente a sus ojos— ¿Está pasando? — su rostro se encontraba pálido. —No lo puedo creer— su mirada era fría, se notaba enfurecida — se supone que eres mi amiga — negué con mi cabeza.

— De verdad, no es lo que tú crees— intenté frenarla, ya que giró en dirección contraria para retirarse de mi casa.

—Amor — mi mejor amigo la tomó del brazo.

—¡No me digas amor! — intentó soltarse por su cuenta— ¡Dejé pasar lo del maquillaje, pero esto! — exclamó— ¡Sabía que no era buena idea que vinieras a vivir aquí! — sus mejillas comenzaron a inundarse.

—¿Estás dudando de mí? ¿De nosotros? — mi voz estaba por quebrarse. Son mis mejores amigos, jamás traicionaría la confianza de ella y nunca saldría con él.

—Es que— balbuceó— tú cambiaste, las personas cambian cuando se marchan demasiado tiempo.

—Jamás te haría algo así— mi voz no pudo aguantar y comencé a sollozar. Lucas soltó su brazo al ver que se estaba calmando.

—Es que, no sé — hace una pausa— que me pasa, últimamente siento celos de ustedes. Sé que no me harías una cosa así.

—Claro que no, nunca estaría con este idiota— me acerqué para abrazarla; mi amigo me fusiló con la mirada — creo que ustedes se deben una charla y mejorar su relación—mi amiga me abrazó como disculpa; mi amigo la tomó de la mano, pero esta vez con delicadeza y caminaron hasta la habitación de este.

Partí a la mía para terminar de secar mi cabello. Odiaba los momentos en silencio porque mi mente comenzaba a pensar. Sabía que a mi amiga le molestaba que mi mejor amigo viviera conmigo y que ellos tenían que hablarlo, no entendía porque él no se iba a la casa de ella, no es que él me molestara, si no que tal vez ella se sentiría más segura y su relación mejoraría. Sé que no debería meterme en los problemas ajenos, pero son mis amigos y me preocupan.

—¿Cómo es eso que no te eligió a vos? — pasaron varias horas de que ellos se encerraron en la habitación. Después de un tiempo, mi amiga abre con sus fuerzas la puerta de mi cuarto y con la compañía de mi amigo se sientan conmigo en la cama — mientras estábamos charlando, este idiota me dice que el de ojitos azules te hizo un hijo.




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