Mi primer y último crush

8.- Que buen servicio jpg

—Aquí dice medio tazón de agua de rosas.

—No ¡es así idiota! Es todo...—vierto lo suficiente de la bandeja para que el recipiente sea vea abultado de la sustancia viscosa—¡Para que sea más efectivo!

Holland me observa extrañado, pero es que no entiende, lo necesario que es que Liam se de cuenta de moi, osea porfavor, necesito ya estrechar mis brazos en su largo y ampliado pecho.

—No creo que ponerle tanto sea "efectivo"—hace comillas con los dedos, mezclando el agua de rosas, las margaritas y el aceite de rosa puro.

—¡Ahora faltan los hilos rojos!—lanzo los mismos a la cara del rubio, que escupe el hilo con una mueca de cabreo absoluto, porque se acaba de atragantar con eso. Que tonta, debería aprender a ser más ágil como mi persona, he—. Corta un corazón de papel, plox.

—¡Ya voy! ¡No soy tu esclavo!

—¡Trabaja rata! ¡para algo eres mi amigo!

—¿A quién llamaste rata?—me dice girando su cara como el exorcista, está en medio de una cortada, trago saliva, temblando de pies a cabeza por su actitud de locura.

—Haber, rata, tranquila. ¿Quieres queso?—inquiero rascándome el cuello—. Te amu, siempre amix nunca enemix.

—Cierto...—asiente volviendo a su tarea de cortar el corazón—Siempre amix, nunca enemix. Pero me vuelves a llamar rata, esclavo o ratona y termino esta amistad de mierda—amenaza mascullando que sé yo entre cada cortada.

—Oki Doki—hago el saludo militar, retirándome de su lado.

Ahora a buscar una imagen donde estemos los dos juntos. Pero Liam nunca me ha visto como yo, puchereo revisando mi celular, solo encontrándome con fotos con Holland y Danna, una aguijón me atravesa el corazón, en serio, que extraño a esa rata mayor.

El problema es que cuando se cabrea con Holland, se cabrea conmigo entonces se pone toda sad y suicida, se encierra en uno de esos sucios cubículos del colegio, aspirando el aire gris de la ciudad, mientras escucha música de Billie Eillish. Y aunque le diga que deje de hacerlo porque le pone más sad, esta no me escucha y sigue en su mood sad.

—Haber ya tengo los hilos...—señalo el corazón de papel—esa cosa lista, el agua de calzón la estás haciendo tú, las velas moradas las tenemos en la mesa—me agarro el mentón pasando mi vista de hito a hito, Holland arquea sus cejas terminando de cortar los hilos, amarrándolos en un nudo fuerte a cada vela.

—Lo que te falta es dignidad, amix.

—Nah.

Ya tengo todo lo que dijo la señora Alicia, licenciada en relaciones de crushes, en su sitio súper confiable y de no dudosa procedencia, las velas, el agua de calzón, el corazón de papel y... ¡Me falta la foto de los dos juntos!

Corro como desquiciado hacia la computadora, bajo una imagen de mi sexy morenazo en pantalones deportivos, y la foto más decente mía, las mando a imprimir viendo como la máquina tose mientras las procesa, el rubio mira aburrido sus uñas, yo salto de emoción, si todo sale bien, ya me puedo ver... agarrado de mi chico perfecto, besando sus dulces mejillas y yendo a las fiestas con él....

Ya que muy pocos me invitan, así como a la escritora, nadie le quiere.

—¡Ya terminé!—grito entusiasmado—ahora sí, William se va a dar cuenta del buen material de futuro novio que tiene y...—la cara de Holland es un poema, a lado suyo se encuentra el dueño de mis sueños, viéndome extrañado, estoy en shook, con las imágenes de ambos entre las manos, siento mis mejillas enrojecerse, trago saliva, sintiendo mi manzana de Adán subir y bajar escandalosamente.

¿Y ahora qué digo?

Entonces como salvación Tara aparece de un rincón oscuro del salón, sonriendo como desquiciado, trae unas imágenes en sus manos, riéndose hasta toser desesperadamente, las fotos caen en el suelo... son fotos de él y Holland, obviamente editadas.

Le miro sorprendido, porque al final de su bata se encuentra regadas la mitad de mis rosas, con razón me faltaba algo... esa rata me había robado en mi propia cara y todo para hacer... ¿un amarre con Holland?

Los caminos de la vida... no son como yo pensaba.

No son como yo esperaba.

—¿Estabas haciendo un amarre para estar con la niñata esa?—dice asqueado mi crush, ay, que guapo que es. Con esa bandana nueva de color azul se ve más caliente que ayer, anteayer y el año pasado porque ese año siempre andaba usando cinturones GUCCI pero falseados encima de su pantalón azul, y madre mía que se veía de rechupete con esos ajustados pantalones, pero uno siempre vuelve a sus viejos vicios de las bandanas.

—¡Que no soy niñata!—responde enojado Holland que como habrán notado es un enano nalgón comparado al hermoso bronceado, rizado de William, que es perfecto el hermoso niño—¡Te puedo partir el trasero!

—Yo quería hacértelo a ti, pero que puto ofertón si te ofreces.

Y un golpe seco da en plena cabeza de Tara, suena tan fuerte que mis oídos pitan del dolor, solo verlo hecho una bolita en el piso, me da pena ajena. Retrocedo unos pasitos, quedando junto a William, que no deja de mirarme incómodo ¿será el nuevo perfume?

—Ya estoy harto de ti, chico bandana. Si sigues así de puto, vas a ver.—Holland exclama apuntando con su arma, su enorme maleta al sexy de Liam.



#29394 en Novela romántica
#18510 en Otros
#2871 en Humor

En el texto hay: humor, romance, drama

Editado: 24.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.