Mi primer y último crush

9.- Send nudes

—Eh... nada solo...—Holland me hace mímicas que no entiendo, intenta salvarme de la situación jodida en la que me encuentro, sin embargo, no comprendo nada de lo que me está diciendo.

Nada de nada.

—Estabámos...—dice el rubio en un intento de ayuda.

Cruzamos miradas viendo como el agua de calzón mágicamente empieza a burbujear fuera de su envase como si estuviera endemoniado, los dedos de la mano de Tara crujen en el suelo, alzamos y bajamos los hombros hacia ese gesto, lo que más nos preocupa son los hilos mojados en el agua, que por alguna extraña razón jalan las fotos del crush y yo, y como por arte de magia los juntan, colocándolos de manera inclinada ante mi perpleja mirada, mi mejor amigo se paniquea tanto que empieza a dar grititos, desconcentrando a William del punto inicial.

Como esta tratando de calmar a Holland, agarro la bandeja, le tiro a la cara de Tara que ni se inmuta, rompo con todo el dolor de mi corazón las fotos de nosotros dos, me atraganto las flores, termino escupiendo algunos pedazos al suelo, alargo los hilos sin poder romperlos, raspando mis delicados dedos en el proceso, así que procedo a mandarlos de un solo tiro al basurero.

—Y así es como se escapa de decirle la deep shit a tu crush—le digo a una cámara invisible—. Lo único que debes hacer es tener a una amix que te pueda defender de que tu crush te descubra con las manos en la masa. Y si no tienes amix porque nadie te quiere en el colegio, como nuestra escritora, pos ahí sí estás jodido amix.

—Aaaaaaaa—gime exagerado Holland—aya aya aya se me baja la presión—patea por debajo a Tara, que se despabila, tallándose sus ojos, desubicado de dónde está, el rubio le mira con una cara de enano gruñón, así que al pervertido no le queda de otra que ayudar a su reina.

El rubio se cuelga de Tara, que sonrojado, suelta risitas tontas, mientras que salen de la habitación. Yo vuelvo mi mirada al chico bandana, que tiene pintada en su cara una expresión confusa, siente que se olvida de algo, pero no sabe a ciencia cierta que es.

—Yo te estaba diciendo... ¿qué cosa?

—Me estabas hablando del proyecto.

—¿Cuál proyecto?

—El de Lengua, hablar de una obra de William Shakespeare.—digo sintiendo una felicidad inmensa en mi pecho, tan cálida, porque el crush se ha olvidado de lo que estaba hablando entonces no va hacerme preguntas raras que siempre me hace porque está demasiado pendejo para no darse cuenta que mojo la canoa por él, solo por él.

Pero no puedo decirle que es un pendejo, porque en serio, en serio, que es un papacito. Todo lo malo que hace lo borra su hermoso moreno rostro. Con razón que los chicos guapos son unos cretinos... porque piensan que con eso van a tener todo en sus manos, sin embargo, a Liam lo perdonamos porque está bien guapo, en un nivel supremo extremo de la hermosura. Está más bueno que la mayoría de artistas de esta década, así de fácil te lo pongo.

—Te invite a mi casa ¿no?

—Yup—asiento recogiendo mi maleta, guardando mis cuadernos y deslizando los trozos de las imágenes, con un poco de goma mejoran.

—Bueno... vamos—me extiende su mano hacia mí. Mi corazón se siente más cálido, latiendo contra mis costillas, mis mejillas me arden de tanto sonreír, mis piernas no se mueven, se queden quietas por un momento hasta reaccionar cuando su mirada recae sobre la mía, derritiéndome más, cuando su mano toca la mía, siento una felicidad inmensa como si hubiera sacado 10 en Física, me hubieran hecho una fiesta sorpresa o un viaje todo pagado a las Bahamas, aunque ahora pensándolo bien, nada se compara con su tersa mano sobre la áspera mía.

Me estoy derritiendo como los icebergs del Polo Norte, en vez de ser causante el calentamiento global, el gran causante, es este hombre que está delante mío, atreviéndose a lamerse sus preciosos labios, presumiendo de su gran belleza delante de los pobres.

Agarro su mano con fuerza, con miedo que me suelte antes de tiempo. Entrelazamos las manos sin dobles intenciones, bueno de la mía obvio que hay, sin embargo, como el otro no sabe, hago un intento sobrehumano de no ponerme a gritar como una nena de cinco años por su artista favorita, aunque deseo tanto hacerlo rai nau.

—Y... ¿qué sabes de Bella? You know, deep shit.

—¿Ah? ¿Quién es Bella?

Tardo unos minutos en reaccionar porque su mano sigue en la mía, y de lo que acabo de decir sintiendo un déja vu. Demonios, siempre cagando las mejore situaciones por estar en las nubes del romance.

—Tu prima... —sus ojos negros me examinan de arriba a abajo, cerciorándose si me siento mal o no se me ha salido un tornillo de la cabeza.

De pequeño me caí de mi cuna como unas tres veces por alcanzar las galletas que ponía mi mami en un estante cercano a mi sitio.

Dato no importante.

Pero hay que decirlo, esas galletas son demasiado ricas, que hasta mi mente de bebé sabía que necesitaba esas galletas para tener una infancia feliz y una barriga llena y contenta.

—Galletas.

—¿Acabas de decir galletas?

—¿Eh? ¿Yo?—Nota mental: dejar de pensar en voz alta, thanks—. Nah, es que a Bella le gustan las galletas.



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En el texto hay: humor, romance, drama

Editado: 24.12.2020

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