Mi primera ilusión || Precuela Saga Mestiza

5. MÉTODOS EXTREMOS PARA FASTIDIOSOS EXTREMOS

Aún después de la intervención de Elías y su esfuerzo por defender a Naomi, aquel grupo seguía empeñado en hacer todo tipo de comentarios respecto a la chica nueva e intratable de la escuela. Cada vez aumentaban de frecuencia e intensidad, e incluso la música y el dibujo empezaba a ser insuficiente a la hora de callar las voces rencorosas que tanto la criticaban. Por su parte, Elías había dejado de tratar de intervenir por ella siguiendo su propia solicitud.

Durante una de las horas libres, ella trataba de adelantar un retrato que le habían encargado una chica de otro salón. Sería el tercero que hace en el mes y medio que llevan de clases, y primero de esa semana. No se preocupaba mucho por eso, el trabajo de paseadora de perros le estaba funcionando más que bien, lo único malo era el agotamiento físico que le dejaba por las noches.

—Hay que hacer de este recinto tan ordinario algo más de su clase y estilo —vociferaba Lara en un intento por molestarla— la realeza no debe mezclarse con la clase mundana, deben resaltar.

—Patrañas —bufó una chica a su lado— ni siquiera merece nuestra atención.

—Tampoco es que la quiera —añadió Naomi sin levantar su mirada.

—¿Perdón? —indagó Lara acercándose un poco a Naomi— ¿Dijiste algo? La niña habla, creí que eras muda, ¿Sabes?

—Ojalá fuese sorda —contestó con fastidio centrando sus ojos verdes en ella— así evitaría escuchar tanta estupidez sin sentido.

—Aparte de eso, grosera —bufó Lara— linda joyita nos resultaste.

—Si, bueno… los de la realeza debemos defendernos del resto de los mundanos —comentó Naomi indiferente regresando su atención al retrato— ¿No era eso lo que tanto cuchicheaban de mí?

Algunas risas en los alrededores resonaron pese a los intentos por evitarlo, aquella discusión se había convertido en el centro de atención de todos los presentes.

—Si tanto escuchas todo lo que decimos, ¿Por qué no dices nada? —replicaba Lara indignada— ¿Tanto te crees que ni para eso puedes dirigirnos la palabra?

—No es que me crea mucho, es que simple y sencillamente no me interesa hacer amigos —expresó Naomi silenciando a todos—, ya es problema de ustedes si quieren seguir dándome la atención que, según escuché de tu propia boca, no me merezco. Ahora déjenme en paz, si no es mucho pedir.

Lara trato de hacer un último intento por defender su palabra, siendo interrumpida por la llegada tardía pero oportuna del profesor de química, obligándolos a dejar el tema a un lado y regresar a sus deberes escolares. La clase empezó con normalidad, pero a media clase se sentían cuchicheos resonar al fondo del salón.

—Silencio jóvenes —advirtió el profesor regresando la mirada a sus estudiantes— al próximo que escuche hablando pasa al tablero, y si lo hace mal tiene doble cero. ¿Entendido?

No tenía intenciones de hacer nada más que prestar atención y resolver los ejercicios, le bastaba con cumplir con sus deberes y rendir en los exámenes para tener buenos promedios. La participación en clase no estaba en sus planes, a menos que sea en extremo obligatoria y hasta el momento no se había dado el caso.

Durante el receso regresó a aquel lugar bajo el árbol, decidida a terminar su trabajo se llevó consigo los materiales necesarios. Se enfrasco en su música y el dibujo, los rasgos del rostro de la chica y efectos de sombras le daban un toque bastante realista, solo bastaban agregarle color y estaría listo para entregar.

—¿Podemos hablar solo un minuto? —preguntó con firmeza.

Elías estaba allí de pie frente a ella igual que ese día, pero en esta ocasión su semblante era diferente. Se notaba más decidido y menos avergonzado, mucho más serio y menos tímido. Aun así, nada le iba hacer cambiar de opinión.

—Paso —se limitó a contestar.

—¿Por qué te empeñas en alejar a todos? —se apresuró a preguntar Elías.

—No es asunto tuyo —replicó sin levantar la mirada.

—Solo quiero entenderte, saber porque haces esto —dijo en medio de un suspiro.

—¿Para qué? —indagó esta vez ella exasperada— ¿Por qué tanta insistencia? Ya se lo dije a ellas y te lo repito, solo quiero estar sola. ¿Es eso tan malo?

—Sí, es malo estar solo —contestó con calma— yo solo quiero ser tu amigo, no quiero seguir viéndote sola.

—Entonces no me mires y listo —se levantó recogiendo sus cosas, dándole una última irada seria con un brillo de advertencia en sus ojos— y por favor, déjame en paz.

Emprendió su camino alejándose de aquel insistente muchacho, ignorando por completo la presencia de algunos chicos más que observaban la escena como si de una telenovela se tratara, atentos a cualquier movimiento por parte de ambos protagonistas.

—¡No lo haré! —anunció Elías atrayendo su atención.

—¿Perdón? —exclamó Naomi desde la distancia.

—No te dejaré sola —explicó con dulzura y una amplia sonrisa— seguiré insistiendo.

—¡No es posible! —murmuró exasperada dejándolo atrás.

El día había terminado por fin, su libertad era lo que más quería en ese momento. Alejarse de las habladurías y cuchicheos de sus compañeros era lo que más deseaba Naomi, irse por completo de aquel lugar y buscar un sitio nuevo. Estaba harta, molesta y hastiada de La esmeralda, de su clima tan caluroso y sus habitantes tan fastidiosos. En ningún otro lugar había tenido tantos inconvenientes en tan poco tiempo como en este, por lo que por segunda vez en su vida deseaba mudarse con ansias.




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