Mi primera ilusión || Precuela Saga Mestiza

10. CUMPLEAÑOS

Los días estaban pasando cada vez más lentos para Naomi, pero a diferencia del inicio del año escolar no sentía la presión de ser observada y juzgada por los demás debido a su comportamiento asocial. Era casi todo lo contrario, muchos incluso la saludaban con alegría al pasar a su lado. En sus adentros creía que era una buena señal, además del hecho de haber pasado más de cuatro meses en completa tranquilidad. Estaban a 7 de mayo, dos días después de aquel acto cívico donde obtuvieron su gran victoria y nada extraordinario había sucedido.

—Buenos días, Naomi —saludó Elías con efusividad—, ¿cómo está la niña más gruñona del salón?

—No me hagas considerar volver a ignorarte —amenazó Naomi con fingida molestia.

—¿Y es que pensabas dejar de hacerlo? —indagó esperanzado.

—Pretendía solo contestar el saludo y ya —aseguró pensativa— ¿Te conformarías con eso?

—Para nada.

—Entonces jódete, porque no tendrás más que eso —centró su atención al manga que leía para distraerse mientras esperaban al profesor de turno.

—Cuanta agresividad —comentó Elías con un suspiro dramático— quien diría que detrás de esa cara bonita se esconde un frío corazón.

—Que yo sepa, tu asiento está por allá —señaló con obviedad el asiento a dos puestos del de ella—, demasiado cerca para mi gusto, pero lo suficientemente lejos para que te vayas y me dejes en paz.

—¿En serio? —preguntó con gesto inocente— A mí me parece demasiado lejos para mi buen gusto, pero lo suficientemente cerca como para seguir molestando.

—Eres insoportable, pero creo que ya lo sabías, ¿no? —replicó con gruñido de frustración.

—Solo a veces —se burló satisfecho—, cuando me lo recuerdas como si fuese una enfermedad terminal o algo así.

Naomi no pretendía dejarse llevar demasiado, pero de cierta forma consciente se dejaba envolver en sus disparatadas conversaciones. Era tan espontáneo que se maravillaba con la facilidad que tenía para sacar temas de conversación, hablando incluso por los dos cuando ella se quedaba sin palabras. Le divertía y hacía reír a carcajadas con sus locuras, pero aún intentaba alejarse de su alcance para no darle demasiadas alas y evitar que siguiera con la loca idea de ser amigos.

Era contradictorio y Naomi lo sabía, pero no quería causar demasiadas expectativas y generar sentimientos que los vinculen demasiado. La desconfianza había hecho estragos con sus emociones después de tantos incidentes, sintiéndose aún más intranquila pese a que nada estuviese sucediendo todavía. Así como decían que después de la tormenta viene la calma, también podría darse el caso contrario, y era lo que más temía.

—Naomi del Perpetuo Socorro —llamó Elías entrando al salón.

—¿Cómo me llamaste? —exclamó con expresión horrorizada.

—Lindo nombre, ¿verdad? —expresó divertido.

—Ni en la luna —replicó ofendida—, es horrible, igual que tú.

—Gracias, me halagas —movía una y otra vez las cejas en su dirección con una amplia sonrisa burlona en su rostro.

—Ni en tus sueños —bufó entre risas.

Más trabajos en grupos y exámenes sorpresas invadieron la semana completa, oportunidades que Elías aprovechaba para acercarse cada vez más a ella y pasar tiempo juntos. El primer periodo académico había llegado a su fin con el estruendoso sonar del timbre anunciando su libertad, y el inicio del fin de semana prometía un descanso breve pero sustancioso para sus mentes.

El sábado llegó como un primer alivio para Naomi, la lluvia torrencial refrescó el ambiente llevándose consigo el bochorno y fogaje del calor acumulado todo el año. Aprovechó aquella primera precipitación para salir y remojarse con su querido amigo, Ciro. Siempre le había gustado jugar bajo las pesadas gotas de agua, correteaban y se perseguían el uno al otro en un incansable juego.

—¿No habías salido hace poco de un resfriado? —indagó una voz detrás de ella.

Detrás de ella y con sombrilla en mano, Elías la miraba un poco ceñudo pero divertido a la vez. Pocas veces se podía dar el lujo de verla por fuera de la escuela, reemplazando el horroroso uniforme que los asfixiaba por un lindo atuendo casual.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Naomi sorprendida.

—Estoy de visita aprovechando que cancelaron la clase de dibujo —sonrió con inocencia—, ya sabes, visitar a la familia.

—¿Y…? —dejó la pregunta implícita en el aire mirándolo con insistencia en busca de la verdad completa.

—Y… —repitió Elías acercándose con lentitud a ella— quería saber si…

Grrr…

Suave pero sonoro. Ciro se había interpuesto en el camino de Elías evitando que llegara hasta ella, con la intensa mirada fija en él mientras le mostraba sus afilados colmillos como una advertencia.

—Ciro… Tranquilo, mi amor —susurraba en su oído mientras acariciaba su cabeza— es un compañero de clases, no va hacernos nada.

Se levantó viendo como Ciro se relajaba ante la presencia de su compañero, sin embargo, no logró que dejara de mirarlo como si quisiera morderlo. No era agresivo, pero sí sobreprotector y eso le parecía muy adorable.




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