Mi Primera Vida

Capítulo 3

Alejándose cada vez más de su casa con cada paso que da, Andra se dispone a seguir a ambas jóvenes unos cuantos pasos detrás de ellas mientras las detalla con la mirada. La chica pelirroja, la cual aún se encuentra insegura con aquellos hombres, se limita a caminar a paso rápido tratando de alejarse lo más posible de ellos y se posiciona al lado de Andra pues la mayor le da brinda una sensación de seguridad y confort, lo que hace que una calidez se expanda por su pecho. Al ver esta acción, Andra decide pasar su brazo por los hombros de la pelirroja y apretujarla en un medio abrazo que pretende transmitirle que todo estará bien y que ella no dejará que nada les pase, a lo que la menor solo sonríe tímida, relaja su cuerpo y suspira de alivio.

La pelirroja es alta en comparación con la pelinegra, pero es un poco más baja que Andra; la mayor supone que debe medir un metro sesenta y dos aproximadamente, su cabello ondulado que le llega encima a la cadera y es de color rojo; como si su cabello estuviera prendido en un fuego vivaz que parece no acabar. Nariz respingada adornada levemente por algunas pecas que manchan su piel tan blanca como si fuera una muñeca de porcelana, si no fuera porque recién pasaron debajo de un farol, Andra no se hubiera percatado de esas pecas. Labios delgados, pómulos marcados y ojos verdes, tan verdes como puedes apostar a que si los miras fijamente, sentirás que te encuentras perdido en un bosque sin fin.

Por otra parte, la chica bajita, a pesar de tener la misma piel de porcelana, difiere en todo lo demás. Con su cabello azabache tan negro como la oscuridad que azota aquellas calles y corto, a la altura de sus hombros por lo que puede ver. La misma nariz respingada que la pelirroja, solo que la azabache no posee las pecas. Labios gruesos y con unas mejillas tan gorditas y rosaditas que te entran ganas de apretujarlas por la ternura que te producen. Pero, sin duda alguna, lo más bello en aquella chica son sus ojos, unos ojos azules claros como el mismo cielo, bellísimos ante aquel que adore pasar tiempo observando, en un momento de tranquilidad y reflexión, como el cielo brilla en su máximo esplendor.

Ambas jóvenes son muy bellas, lo que hace a Andra preguntarse por qué, dos jóvenes preciosas, están caminando las calles a tan altas horas de la noche y sin compañía.

—¿Cómo te llamas? —interroga con la curiosidad brillando en esos bonitos ojos azules. 
La pregunta toma totalmente desprevenida a Andra, la cual estaba totalmente sumergida en sus pensamientos tratando de dar respuesta a aquella pregunta que resuena una y otra vez en su cabeza.

—Andra —responde la pelirroja— Se llama Andra, ¿Qué no escuchaste cuando lo dijo allá atrás?

«Tal parece que la chica pelirroja ha superado un poco su temor y paranoia», piensa Andra. Suelta una risa por lo bajo y asiente en señal de confirmación cuando la azabache la mira con confusión.

—Yo soy Sophie y ella es Alexandra. —comenta con una gigantesca sonrisa la tal Sophie.

—Solo Alex. —se encoge de hombros la pelirroja.

—Como sea, ellos son Daniel, Jack y Joe. —señala con total confianza a los hombres que, anteriormente, trataron de robarles sus pertenencias, los cuales solo levantan la mano cada vez que escuchan su nombre.

Daniel es un chico de estatura promedio, piel caramelo y cabello rizado castaño, con ojos chocolate y cuerpo ligeramente tonificado. Por su apariencia, parecía tener entre 16 y 19 años. Posee un rostro totalmente aniñado, nariz con punta redonda, mejillas gorditas y labios término medio; ni muy delgados, ni muy gruesos. Mientras que Jack es un muchacho que no parece pasar de los 25 años, es alto en comparación con los otros dos. Su cabello de un tono similar al café que, si bien es menos rizado a comparación de Daniel, no es un cabello que se podría considerar como ondulado, asi que es una rara mezcla entre los dos. Cuerpo totalmente trabajado, pero sin exagerar, tiene nariz afilada y gruesos labios rosados. Tiene unos bonitos ojos acaramelados que combinan a la perfección con aquella piel oliva.

Por otra parte, Joe es un señor entrado en edad, entre 35 y 40 años, aproximadamente. Es moreno con el mismo cabello que Daniel, solo que el de Joe es adornado por canas. Al igual que Jack, su nariz es afilada y sus labios son gruesos mientras que sus ojos son chocolate. Su cuerpo, a pesar de ser un señor de entrada edad, está ligeramente tonificado. Por el parecido entre los tres hombres, Andra rápidamente concluye que han de ser familiares.

—¿Son familia? —interroga Andra interrumpiendo a Sophie.

—Si, ellos son mis hijos. —responde el mayor por lo que Andra frunce el ceño. ¿Qué clase de padre lleva a sus hijos consigo para atosigar y robar a dos jovencitas? — Sé que estás pensando, pero las cosas no son como crees.

—Ah, ¿no?

—No. —responde Jack— Acababa de salir del trabajo, escuché ruidos, entre a investigar y me encontré a este imbécil tratando de robarle a esas chicas. —señala a Daniel con la cabeza, a lo que este asiente avergonzado.

—Luego los encontré yo cuando fui a buscar a ambos porque se estaban tardando en llegar a casa. —se encoge de hombros Joe.

Les dirigió una mirada incrédula aun con el ceño fruncido, «¿me están tomando por tonta o qué?» Fue lo único que cruzo por la cabeza de Andra.

—No es una broma ni te estamos tomando por tonta, chica. —comenta Joe sin más.



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En el texto hay: problemas, romance, amor

Editado: 31.12.2022

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