Capítulo 3.
El primer sentimiento
Habíamos pasado el quinto semestre con él, cuando un extraño comportamiento de su parte era notorio, al menos lo fue para mí. Reflejaba en su rostro cansancio, sus ojos lucían tristes y el crecimiento de su barba comenzaba a hacer notorio.
Mi primer error fue preocuparme, el segundo prestarle demasiada atención y el tercero que más debí evitar, fue enamorarme.
A pesar de su cambio emocional, el laboral seguía intacto. Comenzó a calmar las aguas con los chicos pero ellos no lo notaron, incluso comenzó a dar cinco minutos de descanso después de una hora de clases.
Siempre fui distraída y todos lo sabían, pero en sus clases comenzaba a distraerme más de lo normal, llegando al punto de no entendía sus clases. No prestaba atención a lo que decía, en sí dejó de importarme.
Mi mirada inconscientemente viajaba a la de él, lo que me pareció extraño. No entendía porque lo hacía. Había momentos en los que prestaba más atención a sus ojos que a lo que decía, pero cuando él giraba su vista hacia a mí, en lugar de apartarme rápidamente la sostenía. Y él comenzaba a hacer lo mismo.
¿Era mi imaginación?, si, seguramente todo era producto de mi imaginación.
Sé que su vista viajaba a la de todos.
Tal vez yo creía que me miraba un poco más de tiempo a mí.
Pero claro! quiero creer que solo era yo.
Esos momentos se volvieron un juego para mí, quien retirara la mirada primero perdía, y sí, yo siempre ganaba. Pero él no lo sabía.
—Es todo por hoy, pueden retirarse—comentó.
A todos nos sorprendió su comentario ¿Nos estaba sacando antes? ¿Qué sucede? ¿Está bien? ¿Por qué me preocupo?. Recogimos nuestras cosas, los chicos de mi grupo se dieron más prisa por miedo a que el profesor Christofer se echara para atrás. Le observé de lejos, observaba su celular, tomó sus cosas y salió.
Me quedé atrás, solo esperaba que el problema que tuviera lo resolviera pronto para no verle así. Mi comportamiento comenzaba a ser más cuidadoso cuando estaba él, hacía llamar más su atención con mi torpeza, con mi escándalo o haciéndome la enferma. No entendía lo que me estaba sucediendo pero sus clases siempre me tocaban después de receso y cuando yo comía siempre me sentía mareada o me dolía el estómago, a veces me dolía la cabeza y no entendía hasta entonces.
—Nico...—llamé tímidamente a mi amigo mientras éste se acomodaba su mochila. Estábamos cruzando el pasillo de las mesas anaranjadas cuando lo detuve del bazo.
—¿Qué sucede?—preguntó fijando su mirada en el reloj.
—No se como decírtelo...—comento moviendo mis manos nerviosamente.
—Si no sabes ¿para qué me detienes? —soltó.
—Bueno es que...
— Deja de hacer eso—dice deteniendo mis manos—¿Que pasa!? Dime — pregunta inquieto.
— No... no quiero que pienses mal sobre mi—digo preocupada— sabes que no soy así, que nunca lo he sido—he comenzado a balbucear.
— Me estás preocupando lo quieras o no—acorta nuestra distancia— amiga, dime.
—Si, ya! — suelto —Creo que me gusta
Me mira dudoso.
—¿Quién?—pregunta.
Intento procesarlo en mi mente pero mi impulso me gana.
—El profesor— escupo rápidamente.
Veo como se agrandan sus ojos y su sus labios arquean una O por unos segundos.
—¿Qué?— dice alarmado— ¿Chris? ¿El profesor Christofer?—menciono divertido
—Shhh—digo intentando cubrir sus labios—nos van a escuchar...
—Si bueno—comienza a decir—No eres la única, todas las chicas del grupo gustan de él.
No digo nada, me siento avergonzada.
La sonrisa de Nico desvanece para después mirarme perplejo.
—Oh no, en verdad te gusta...
Sonrío apenada.
—Espera, pero ¿crees o en verdad te gusta?— interroga.
Lo observo y pienso unos segundos.
Realmente siento muchas cosas, miedo, nervios, nauseas, pero... también sentía mariposas.
— Sí, si me gusta— respondo como cualquier niña ilusionada.
—Já! Bromeas cierto!—soltó—No inventes! No te lo puedo creer..—le veo moverse de un lado a otro—Pero si lo odiabas, como te pudo llegar a gustar?
—No lo sé, solo...— digo algo fastidiada, es tonto pero—de pronto me gusto
— ¿Desde cuándo?— cuestiona intrigado. Deja sus manos descansar sobre su cadera mientras me mira atento.
—No, no lo sé...— respondo, he vuelto el movimiento en mis manos—no creo que tenga mucho
Me mira confundido.
—Sofi, eres mi mejor amiga. Si te gusta, bueno... que más da.—suspiré de alivio, al menos tenía el apoyo de mi amigo— solo ten cuidado —susurró. Le miro preocupada— nadie más lo tendría que saber ¿cierto? —aclara buscando mi mirada.
Asiento.
Se lo que probablemente pasaba en ese momento por la cabeza de mi amigo No puede pasar nada más, solo es un gusto y sí, no podía ilusionarme más.
—En verdad aun no me lo creo, ¿Tú?—menciona en tono de broma, pero era cierto. ¿Yo? ¿Yo le había dicho esto?
Nico no comentó nada más camino a la parada del autobús, parecía procesar mi situación, era obvio, estaba preocupado. Esperó a que me retirara primero y al verlo por la ventanilla pude sentir en su sonrisa su preocupación hacia mí.