Capítulo 9
Oscar, el chico de los ojos lindos
Salimos de clases y no vimos mas al profesor. Omití contarles a Nico y a Elia lo sucedido en los baños, pues sabía que se burlarían.
Pasando dos días no nos atrevíamos a hablar con él, nos daba vergüenza levantar sospechas. Había días en los que nos encontrábamos él y yo caminando por el mismo pasillo pero yo simplemente fingía buscar algo en el cuaderno o libro que llevara en las manos, no podía saludarlo, le evitaba por pena. Sentía que cada vez que le miraba a los ojos él podía leer mis pensamientos y temía que me descubriera.
Ese día noté que varios de mis compañeros hablaban con carpetas color paja en las manos, iban y venían de la dirección. No entendía el por que hasta que encontré a Elia y a Nico.
—¿A donde van?— les pregunté.
—Vamos a entregar los papeles del servicio, ¿tu no vas?—comenta Elia.
Nico aparta su vista de sus papeles y me mira, ve que mis manos están vacías y es ahí cuando se da cuenta.
—¿Servicio?—pregunté. No podía creerlo. El servicioLo olvidé!
—¿Cómo que lo olvidaste?—regaño Nico— Sabes que es necesario para que te den tus papeles ¿no es así?
—Lo sé, lo olvidé—dije tenebrosa tocando mi frente. No podía creer el grado de irresponsabilidad que me cargaba.
—Se donde podrías hacerlo —dijo entrometiéndose Isaac.
—¿Dónde?— cuestionó Nico cruzándose de brazos pues no soportaba su presencia.
—acompáñame— dijo cruzando al otro lado y nos dirigimos a la biblioteca.
—¿Aquí?—dije no muy convencida.
—Si... descuida, es muy fácil hacer esto—aseguró Isaac.
La biblioteca se encontraba en la parte superior de los salones, a lado de la cafetería y era oculta por unos enormes árboles que se encontraban en la planta baja de los pasillo de afuera. En la entrada, de mano derecha, te encontrabas con el gran recibidor de madera, un bote de garrafón y con el encargado. El recibidor abarcaba lo largo del aula y solo contaba con un pasillo. Tras este mueble se encontraban todos los estantes metálicos de libros y si te adentrabas un poco mas llegabas a la oficina de la encargada. A mano izquierda de la entrada te encontrabas con una mesa para estudio individual blanca, la enorme pantalla y un pizarrón viejo.
Preguntó a su compañero cuando y a que hora podría yo informarme del servicio allí. Pero note la mirada de un joven que limpiaba los muebles, lo cual me incomoda, me giré a Isaac en cuanto terminó de hablar.
—¿Por qué estas ayudándome?—pregunte entrecerrando los ojos.
—No voy a pedirte nada a cambio, lo prometo, solo quiero ayudar—comenta. Noto que el tipo no me ha quitado la vista de encima hasta después de que salí.
Al día siguiente llegué temprano para informarme de todo lo que debía hacer, me presentaron al chico con quien haría el servicio conmigo, y al reconocerle note que era el mismo del día anterior, al principio se portó amable, después me pareció irritante. Siempre quería controlar como y lo que hacia siempre, no lo soportaba.
Ahora todo el día tendría que estar en la escuela de ocho a ocho, era aburrido estar en la biblioteca, un lugar lleno de libros aburridos ni uno solo llamaba mi atención, siempre me encontraba sola con Omar lo cual no me agradaba. Cuando quería hablar conmigo, yo simplemente lo ignoraba. Realmente no me sentía cómoda con él, sabiendo que me seguía con la mirada a todos lados.
Almorzaba sola todos los días y no precisamente en la cafetería. Me sentaba sola en una de las mesas viejas que se encontraban detrás de los salones, veía a los alumnos de la mañana verme como mosca rara. La escuela no era muy grande en ese entonces, así que ellos notaban que no era de su turno. En fin, todas mis mañanas eran abrumadoras.
—¿Y? como te ha ido en el servicio?—preguntó Elia metiendo un bocado de su panecillo a la boca.
—Agsh, ni me recuerdes, nada interesante...
—Eso te pasa por no haber hecho el servicio antes —regaña Nico.
Caminábamos en plena plaza cívica cuando noté a Omar mirarnos desde el barandal de la biblioteca ¿Qué no piensa dejar de mirarme? pensé, ese niño creía que podía intimidarme, sólo puse mis ojos en blanco y le ignoré.
—¿Esperaremos ver llegar al profesor?—preguntó Nico, ya se estaba acostumbrando.
Compramos algo para comer y nos sentamos en la banca, bajo la misma sobra del árbol, frente la plaza cívica.
Nico nos sorprendía tomándonos fotos imprevistas mientras comíamos, compartimos risas y algunas cosas que no sabíamos unos de otros hasta que vi de nuevo a aquel chico, caminaba en dirección a al baño. Le observe atentamente, nunca lo veía con amigos. Normalmente cuando lo observaba de lejos notaba que siempre estaba solo.
—¿Qué les parece esta?— preguntó Nico enseñando una de las fotografías que nos había tomado.
Escuche a Elia soltar tremenda risa pero yo seguía mirando los pasos de aquel niño.
—¿Qué miras?—menciona Nico al verme distraída.
—Nada—digo guardando la compostura y metiendo de un bocado el ultimo trozo de torta — el sol me pega duro en la cara — suelto y les hago recorrerse mas hacia un lado.
—Ve a hablarle — escuché decir a Nico.
—¿Eh?—suelto. Él me apunta al chico con su cabeza— ¿que dices?!...—digo de inmediato, observo a Elia quien me mira fuera de lugar.
—Oye ¿Por qué mejor no vas tu?—digo a unos centímetros del rostro de ella.
Su rostro tenso desaparece con una sonrisa.
—No!—la miro sorprendida — me da pena— agrega.
—¿Cómo crees?—me levanté—Vamos, te lo presentaré—dije ofreciendo mi ayuda.
Era extraño, pero no se como ocurría. La vez que queríamos hablar con Chris me ofrecí yo misma para que ella hablara con él y estaba pasando lo mismo con este chico. Era como si estuviera tomando a Elia de rehén. Así no lo hacía sospechoso para mi persona, ¿eso era malo?
—¿Segura? No lo conoces...—dijo sacudiendo mis pensamientos.