—Lo lamento mucho, cariño, pero debemos prescindir de tus servicios, el estado no ha aprobado la renovación de tu contrato.
—¡No puede estar hablando en serio! — Mientras se sentaba, tratando de asimilar la situación, no podía también quedarse sin empleo, a la justa había podido pagar un mes de su vivienda con el dinero que obtuvo del empeño del anillo de su madre.
—Lo siento mucho, pero tú sabes que los puestos de maestros no están definidos cuando se termina el año escolar, se te entregara una indemnización y las prestaciones correspondientes.
—Por favor, no me haga esto, usted sabe la situación de mi hermana, de mi sobrina— No podía evitar llorar, no podía quedarse sin aquel sueldo fijo, no podía concebirlo. Por su familia era capaz de suplicar justo como estaba haciendo en ese momento.
—No puedo hacer ya nada, mira si sé de algún empleo en una escuela privada o clases particulares, yo te aviso, de verdad que lamento mucho todo esto.
La dejo sola, con una tristeza invadiendo su corazón y su alma, ¿Cómo haría ahora? La única persona que podía consolarla de alguna manera era su familia, Amalia y Amanda.
…
—¡¿Qué demonios hace acá?! ¡Aléjese de mi hermana y mi sobrina!
—¡No me grites!
No lo resistió, no podía más, era tanto el dolor que todo eso le causaba, que empezó a golpearlo con toda la fuerza que tenía, pero él era más alto, más fuerte, por lo que la retuvo tomando de ambos brazos.
—¡Está loca! ¿Cómo se atreve a tocarme?
—Loco es usted, más bien es un demonio hecho hombre, ¿A qué vino? A disfrutar de nuestra miseria, de nuestro dolor, ningún ser humano que se diga serlo, puede disfrutar de algo como eso ¡Mírela! Ella no se puede defender—Alejándose de él, luego que la soltase para acomodarse el saco.
—Está muerta en vida ¿Y?
—Miserable, desgraciado, parece que no hubiera nacido de una mujer, su madre debe avergonzarse de usted, mi hermana, está luchando para darle vida a mi sobrina, a Amanda.
—¿Amanda?
—Sí, así se llama “MI SOBRINA”
—Hermanita, va a ser niña mírala—Y se secaban ambas las lágrimas y el corazón de su pequeña sobrina latía con fuerza.
—Es perfecta, te aseguro hermanita que va a ser la niña más amada de este mundo, no le va a faltar nada y de ser necesario me saco el pan de la boca para ella.
—Se llamará Amanda, porque estoy segura de que de verdad será la niña más amada, gracias hermana por nunca dejarme sola a pesar de que no lo merezco.
—No digas eso, pero tienes razón, será la niña más amada, MI QUERIDA AMANDA
—Que nombre para más estúpido, la verdad me importa tres pepinos, se puede llamar Amanda, Elizabeth o María, me tiene sin cuidado. Solo me interesa que sea una Winston, el resto me va y me viene, solo vine asegurarme que ella no está fingiendo para evadir la justicia.
—¿Justicia?
—Claro, por la muerte de mi hermano.
—De verdad que a ti se te falta un tornillo o la ferretería completa.
—No me tutee que no somos iguales.
—Yo a un perro loco como usted le puedo decir cómo me da la gana, habla de justicia, cuando lo justo sería que su hermano estuviera vivo para pagar lo que le ha hecho a Amalia, ella no está así porque se cayó, esta así porque su hermano condujo ese auto, nadie le dijo que corriera como loco o bueno supongo que lo demente viene de familia.
—¿Cómo se atreve? — Sujetándola del mentón, tan cerca que en un movimiento podía rosar sus labios, pero ambos se retaban con la mirada, ambos par de ojos están puestos en los del otro, nadie y mucho menos una mujer se había atrevido a retarlo de esa forma, nadie le seguía la mirada, siempre la agachaban, pero ahí estaba una Fernández, atreviéndose a no dejarse vencer, no lo podía permitir.
—Me atrevo, porque no le tengo miedo, porque puede ser que no tenga un centavo en el bolsillo, pero tengo mucho más que usted, que es tan pobre, pero tan pobre que solo tiene dinero.
—Pero con dinero, consigo lo que quiero y me da la gana.
—Conseguir no es lo mismo que tener, todo lo que el dinero puede comprar lo compra, pero nada lo obtiene por mérito propio, pena me da su caso, usted es una porquería de ser humano, en vez de corazón tiene un muro de concreto ahí dentro en la caja torácica.
Él la soltó, porque la vio tan retadora y valiente, que unas ganas extrañas se apoderaron de él, por un instante su mirada fue hasta sus labios y eso era inconcebible, se marchó azotando la puerta, no podía estar más tiempo ahí junto a ella o en ese ambiente.
…
—Esa mujer se atrevió a retarme, a insultarme, a mí, a Alejandro Winston, un hombre como yo, tener que presenciar semejante escena, no tienes idea cuanto la detesto, me da asco su presencia.
—Señor tranquilícense, no le dé gusto. —Mientras se quitaba la corbata y la arrojaba por cualquier lado, había perdido la paciencia y olvido su lado pulcro e inquebrantable del que se sentía tan orgulloso.
—No la viste, esa mirada, la manera que sus ojos no me perdían de vista. Quiero terminar de hundirla, quiero verla caer en desgracia aún más profunda que la que está viviendo.
—Señor, ya puse manos a la obra, tal cual me lo pidió, hable con los contactos en el ministerio de educación, hable con las autoridades correspondientes y como favor a usted, decidieron que no le renovarían el contrato a la señorita Fernández.
—Perfecto, estoy seguro de que esa mujercita vendrá arrastrándose a mis pies, pedirá clemencia, cuando le arrebate a esa niña, haré que se arrodille, haré que bese mis pies, suplique y en ese momento sentirá toda mi ira, todo mi desprecio, si cree hasta ahora que he sido un miserable, sin corazón, le daré verdaderos motivos para que me llame de esa forma.