Mi querida Ariel

Cap. 10.

La exposición concluyó exitosamente y Phoenix finalizó el traslado de escuela de Elizabeth. Al día siguiente, era su primer día de clases, su primo y Adrienne le hicieron un recorrido por el colegio, la chica era agradable y la trató muy bien, le hablaba de cosas sencillas que pudiese entender.

Actualmente se encontraba sola en el salón de clases, había decidido dejar solos al pelirrojo y a la rubia, para pensar en cómo podría presentarse ante sus compañeros y continuar tejiendo la blusa; en esa actividad la encontró Mirelle, una pelinegra de ojos color café oscuro con rasgos asiáticos, quien miró a la pelirroja y se le acercó.

— Hola. — la pelinegra saludó entusiasmada en francés, a lo que Elizabeth levantó la mirada.

— Hola. — intentó sonreír, pero salió una sonrisa forzada.

— ¿Qué tejes? — preguntó con curiosidad.

— Una blusa. — respondió y volvió a ver el tejido.

— ¿Eres familia de Nathan? — la ojiazul asintió.

— Soy prima de Nathan. Llegué de Italia ayer, estudiaré en esta escuela desde hoy, seré compañera de Nathan. — la pelinegra se emocionó.

— ¿Vienes de Italia? ¿Cómo es allá? Cuéntame un poco sobre la moda. ¿Has ido a Milán? Diseño ropa y me encantaría conocer Italia, de hecho, quiero estudiar allá, ¿qué tal te parece tu país? — expresó rápidamente y la pelirroja no logró entender lo que decía, por lo que frunció el ceño.

— Lo siento, hablaste muy rápido, no entendí lo que dijiste, apenas estoy aprendiendo francés, llevo poco más de una semana estudiando.

— ¿De verdad? Lo hablas muy bien, aprendes rápido. Por otro lado, no te preocupes, intentaré hablar despacio y ser coherente. Claro, si quieres hablar conmigo.

— Está bien. — respondió sinceramente, aunque su rostro parecía no expresar emoción alguna. Pero, por dentro, estaba feliz de que alguien se acercara de manera voluntaria a hablarle, aunque no la conociera.

Más tarde el aula comenzó a llenarse e ingresó la profesora, la cual era una morena castaña de ojos color avellana. — Hoy tenemos una nueva compañera, puedes venir acá y presentarte a todos.

La ojiazul caminó hacia el frente un poco nerviosa, se puso al lado de la profesora y observó a todos. — Mi nombre es Elizabeth Bornacelli, tengo 12 años, soy italiana, mi madre era francoitaliana y mi abuela era francesa; aprendí un poco de francés y continúo aprendiendo, así que me disculpo si a veces no les entiendo o no logro expresarme bien.

— Puedes sentarte. Si no entiendes algo, házmelo saber. — mencionó la profesora y la menor se dirigió a su lugar y notó la mirada analítica de Max, se tensó y se apresuró a sentarse otra vez al lado de su primo.

Pasaron tres meses y la pelirroja se acostumbró completamente a las clases y al nuevo idioma, se había hecho amiga de Adrienne y su hermano, Félix, Mirelle y su mejor amiga, Alana. Aunque al principio, Nathan a veces la ayudaba como traductor en las conversaciones y exposiciones, especialmente cuando las últimas eran largas y de lenguaje complejo.

Se puso al día con las actividades de la nueva escuela y aprovechaba su tiempo libre para tejer y asistir a las reuniones importantes de la empresa Elena’s Designs, la cual estaba descuidada y sin rumbo fijo desde la muerte de su madre.

Ahora, Elizabeth tocaba la puerta del taller de pintura y escuchó a su tía quejarse, rio levemente y entró.

— ¿Cuál es el motivo para que yo sea interrumpida? — exclamó y se giró, observó a su sobrina, quien vestía un vestido negro de encaje. — ¿Vas a salir? – la menor asintió. — Nathan no está, salió con Adrienne, espera a que me arregle y te acompaño. — Lizzy negó.

— Tranquila, sé cómo llegar, pienso ir a comprar algunas madejas de lana. — la ojimiel buscó entre sus bolsillos y contó algo de dinero, luego se lo dio a la pelirroja menor.

— Ahí tienes 500 euros. — Elizabeth abrió la boca para responder, pero la mayor la interrumpió. — No se aceptan devoluciones, si te sobra algo, eres libre de ahorrarlo o guardarlo para más tarde.

— ¿También le das dinero a Nath?

— Él es independiente, rara vez me pide dinero, pues prefiere usar el que gana trabajando con sus pinturas y retratos. — la ojiazul asintió.

— Nos vemos. — se despidió y salió.

Se subió a un autobús y se puso sus audífonos cuando se sentó, admiró el paisaje de la ciudad rumbo al almacén de materiales para tejer y ropa tejida. Bajó cuando el GPS le indicó que estaba cerca y observó la fachada, en la cual se encontraba el nombre del lugar, Lola Products, y a los extremos del nombre estaban pintadas unas madejas de lana con unas agujas atravesándolas, mientras un gatito de rayas jugaba con el hilo que salía de estas.

Sacó su celular y tomó una foto, pues le había gustado el diseño, le parecía creativo y llamativo. Tras eso, procedió a entrar al lugar y, de inmediato, se sintió en su mundo, había montones de lana de colores, también muchas agujas de diferente tamaño, material y color, cada material organizado en su respectiva sección; además, había una zona en la que solamente había ropa tejida en todas las tallas.

Tomó una canasta pequeña, se paseó por el lugar y tomó una cantidad pequeña de todos los materiales, unas cuantas agujas crochet, lanas de color beige, blanco y celeste. Por último, se dirigió a la sección de ropa y revisó los diferentes atuendos.




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