Mi querida Ariel

Cap. 17.

Sueño. Se puede definir como una realidad virtual que se experimenta al dormir y, dependiendo de si es agradable o no, puede catalogarse como sueño o pesadilla. Elizabeth se preguntaba cómo podía denominarlo, pues sin duda consideraba que era cruel lo que había hecho su mente, puesto que su sueño era tan bello que solo podía ser eso... un sueño.

Apretó sus puños arrugando la sábana, esforzándose por contener las lágrimas, se sentía impotente debido a que era un mero sueño, un sueño que le encantaría que fuese realidad. Desearía tener la compañía de aquel ojiverde algo tímido que le llevaba el desayuno a la cama.

— Oh, ya estás despierta. — escuchó una voz familiar a su lado, por lo que se incorporó en la cama para ver quién le hablaba, provocando que el pañuelo que estaba en su frente cayera sobre las sábanas.

— Tía Phoenix. — la mayor sonrió levemente y le acarició su cabello.

— ¿Te sientes mejor? — la ojiazul frunció el ceño, no se sentía mal, salvo por la profunda decepción al despertar. — Tenías fiebre, alucinaste.

— ¿Entonces eso fue un sueño o una alucinación? — pensó en voz alta.

— ¿Qué cosa? — cuestionó su tía y la pelirroja menor sacudió levemente su cabeza.

— No tiene sentido hablar de eso, de todas formas no es real. — suspiró y bajó de la cama para estirarse un poco. — Con respecto a tu pregunta, estoy bien, no te preocupes. — le dio la espalda, caminó hacia la ventana, abrió las cortinas y se asomó por la ventana, luego, volvió a hablar. — Ahora, si me disculpas, me gustaría estar sola para cambiar mi atuendo.

— Está bien, si necesitas algo, llámame. — el tono de voz se notaba extraño por alguna razón desconocida, sin embargo, Elizabeth le restó importancia al asunto y se limitó a observar el paisaje urbano.

Su vida se había vuelto tan monótona como aquel paisaje, en el cual solamente se veían casas de donde salían personas para empezar su jornada laboral o estudiantil. Una rutina vacía y sin emociones agradables, en eso se convirtió su vida desde la partida de su madre.

Suspiró y bajó la mirada.

Como quería que su sueño fuese real, al menos así tendría una esperanza para ser feliz, pero no era así. — Al final estoy otra vez sin nada. — sus tristes pensamientos fueron interrumpidos por la notificación de su celular, seguido por el timbre de llamada del mismo; por lo tanto, caminó hacia la mesita de noche, en la cual se encontraba el objeto con su pantalla encendida, mostrando el nombre del contacto que llamaba y este era "Mister Gallo".

Tomó el celular y contestó la llamada. — Buenos días, señor Gallo, ¿cómo está?

— Buenos días, señorita Elizabeth, muy bien, ¿y usted?

— Bien. — se limitó a responder de la forma más común, aunque no estaba convencida de su respuesta.

— ¿Segura? Se le escucha algo extraña, si no se siente bien podemos postergar la reunión con los accionistas.

— ¿Reunión? Pero los accionistas se negaban a reunirse conmigo, solamente accedieron a hacerlo en mi alucinación... ¿Estoy alucinando ahora? — expresaba en su mente y su confusión aumentaba, simplemente aquello no parecía real.

— Señorita... — la llamó el abogado, ahuyentando sus pensamientos y regresándola a la realidad.

— Lo lamento, estaba pensando en algo más. No aplaces la reunión, sería desconsiderado solicitar vez tras vez una reunión para que al final sea postergada. — suspiró, todo era muy repentino y solo era la punta del iceberg, debido a que ese era el primer paso para gobernar el imperio que su madre había creado.

— Muy bien, eso quiere decir que usted es responsable, la responsabilidad es una cualidad indispensable para dirigir una empresa y mucho más una de tal magnitud. — el mayor la halagó sinceramente, puesto que, aunque era solamente una niña, podía ser más responsable que su madre, quien cedía sus responsabilidades de lectura a otros. — Volviendo al tema, me gustaría repasar el plan con usted, para asegurarme de que ningún detalle se nos escape.

— Está bien. — respondió mientras se cuestionaba qué clase de plan tenía en mente el abogado, sin embargo, cuanto más escuchaba del plan más se sorprendía y se preguntaba, cómo era posible que aquel hombre coincidiera tanto con sus pensamientos. Sí, lo que decía el señor Gallo ya la pelirroja lo tenía planeado, pero nunca se lo había mencionado a él... Solo en su alucinación.

— Eso es lo que usted me mencionó, ¿verdad? — la menor se sorprendió y quedó casi como estatua, se sentía paralizada y al mismo tiempo no podía pensar con claridad, únicamente existían dos preguntas en su cabeza: ¿Qué está sucediendo? ¿Esto es real?

No podía establecer cuánto tiempo le tomaría hallar la respuesta, sin embargo, había algo de lo que estaba completamente segura. — Sin importar si es una alucinación o la realidad, no puedo permitir que nadie de la empresa o relacionado con esta sepa sobre mi estado mental. — pensó e inhaló profundamente y se propuso tranquilizarse aunque sabía que esa medida únicamente la ayudaría por un corto período de tiempo. — Está en lo correcto, señor abogado. Sin embargo, me gustaría saber en qué fecha y hora se realizará la reunión.

— La reunión será hoy, en dos horas, el link de reunión se lo he enviado por correo a usted y a los demás accionistas.




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