Cuando amaneció el Sábado Alma apenas había pegado ojo, pero a pesar de ello se levantó y bajó a desayunar.
En la cafetería ya estaba Eric con semblante serio, leyendo un periódico.
—Buenos días—dijo él.
—Hola—respondió Alma con voz más ronca de lo habitual.
—¿Estás bien?
—Perfectamente—respondió duramente.
—¿Sigues enfadada?—ella no respondió—Lo siento ¿Vale? Estaba preocupado porque no aparecías ¿Tan difícil es de entender?
—No, pero tampoco tenías porque hablarme como lo hiciste y menos delante de extraños—contuvo la respiración un momento porque sabía que si no lo hacía podría decirle cosas de las que después se podría arrepentir—No te preocupes, por mí está olvidado.
—Gracias—le acarició la mano que tenía sobre la mesa—Es mejor que nos vayamos ya.
Nowak estaba sentado en otra mesa, solo, como de costumbre. Cuando vio a la pareja no pudo evitar sentir un poco de envidia, se sintió estúpido por pensarlo. Por otra parte había algo en Eric que no le terminaba de convencer y lo que presenció la noche anterior apoyaba su teoría.
—¿En qué estarás pensando? A juzgar por tu cara parece que estás visualizando al enemigo—dijo Alina mientras se sentaba frente a su hermano.
—No es eso...¿Nos vamos?—lo había pillado con la guardia baja, cosa que a él no le gustaba demasiado.
Había muchísima gente en el circuito a pesar de que aún faltaban horas para ver el espectáculo, llegaron al circuito juntos pero minutos después se separaron, Eric se fue a su pequeña habitación situada dentro del hospitality del equipo para descansar y prepararse para los entrenamientos libres que aún quedaba por disputarse. En ambos hizo buenos tiempos, aunque en los dos, Nowak hizo el mejor tiempo.
Unas horas más tarde se disputaría la «Superpole 1», que por suerte Eric no tenía que participar gracias a sus buenos tiempos en las sesiones anteriores. De esta ronda pasan a la «Superpole 2» los dos primeros pilotos de esa sesión junto a los que hicieron mejores tiempos en los libres anteriores, en total doce pilotos lucharían por ser el más rápido.
Había llegado la hora de la verdad, durante doce minutos todos ellos se jugarían la pole y quizá algo más. En el primer intento Nowak estaba en la pole provisional, pero Eric se había quedado a una décima y media de él. Llegó el momento de entrar en el box, montar neumáticos nuevos y volver a darlo todo. En el segundo y último intento Eric se llevó la pole por veinte milésimas.
Nowak estaba muy disgustado, el novato le había ganado la primera batalla, pero no la guerra. Cuando ambos llegaron al garaje, todas las felicitaciones eran para Eric, encontró a Alina junto a Alma, intentaba a acercarse a Eric para poder felicitarlo pero él hizo caso omiso, la muchacha no quiso darle importancia.
Horas después Alma y Eric hablaron un momento, éste le dijo que tenía que quedarse unas horas más, había mucha prensa y quería atenderlos a todos, esta vez ella no protestó, simplemente se fue al hotel muy pensativa.
Lo primero que hizo al llegar fue darse una ducha y después bajar al bar del hotel a picotear algo, eligió una ensalada y algo de fruta. Allí estaba ella, sentada en una mesa austera, jugueteando con su comida, preguntándose si aquello que creía que pasaría, estaba ocurriendo de verdad.
—Vas a marear a la pobre ensalada—Alina interrumpió sus pensamientos—¿Me puedo sentar?—Alma asintió—Estoy esperando a Yahir para cenar, tranquila si no quieres no tienes porque aguantar su presencia.
—No pasa nada Alina, al fin y al cabo no espero compañía—añadió con resignación.
—¿Ocurre algo con…?
—Aún es pronto para saberlo pero creo que sí—siguió removiendo su ensalada—Nos conocemos desde hace años y nunca se ha portado tan frío como ahora.
—Es normal, pero tarde o temprano te acostumbras. Ellos son un personaje público y si quieren darse a conocer por su trabajo es normal que estén siempre con la prensa o en eventos de patrocinadores, bueno menos Yahir, es de los que piensa que él solo se dedica a correr y ganar, que si lo quieren conocer que sea por eso, pero…siempre hay excepciones.
—Sin que sirva de precedente, en eso tiene razón.
—¿Eso es un piropo españolita?—preguntó una voz a su espalda.
—Ni lo sueñe, y ya le he dicho que no me llame así—reclamó desganada lo único que le faltaba era enfrentarse con alguien tan arrogante.
—Por favor, no empecéis otra vez—suplicó Alina—No entiendo porque os caéis tan mal.
—Ella empezó, casi me parte un pie y después se negó a ayudarme.
—En primer lugar me va a perdonar pero yo no le he tocado ni un pelo y ¡Dios me libre de hacerlo alguna vez! Y en lo segundo, no parece que le haga mucha falta mi ayuda, tiene una gran posición para mañana.
—Pero no es la mejor, y yo siempre quiero lo mejor—le clavó su fría mirada pero ella como de costumbre se la aguantó firmemente.
—Lo siento mucho por usted, pero hay que saber perder y usted no sabe, debería aprender, le iría mucho mejor en la vida—Él no respondió, algo de aquellas palabras era cierto y no sabría como replicarle.