Mi querido tulipán ( Bilogía Familia #1) (2015)

CAPÍTULO 4

Llegó el Sábado y Alma por no preocupar a su padre, no le contó nada de lo ocurrido con Eric. Padre e hija bajaron a desayunar como si nada hubiera ocurrido, después ambos se dirigieron al circuito nuevamente.

Al llegar a Alcañiz, se sorprendieron de ver que Eric llevaba allí desde hacía muchas horas.

—Buenos días—le saludó Tomás.

—Buenos días—respondió Eric sin muchas ganas.

Alma lo miró, pero él enseguida desvió su mirada, seguía enfadado y eso a ella le dolía ¿Cómo podía pensar que entre ese egocéntrico y ella pudiera haber algo?

Tomás nuevamente se pasó toda la mañana con Nowak, su hija sin embargo decidió salir de ahí, el ambiente estaba demasiado cargado para ella.

Ese Sábado nuevamente Eric se llevó la pole, y lógicamente estaba muy contento por ello, pero otra vez no lo celebró con Alma, su orgullo era más fuerte que su corazón. Tomás estaba harto de que ese idiota ninguneara a su hija.

—Mi vida te voy hacer una pregunta y me gustaría que me dijeras la verdad ¿Qué te ha hecho el catalino? Y no me digas que nada, porque sé que no es cierto. Ayer vi como se iba del hotel y no hemos vuelto a saber de él hasta que hemos llegado aquí.

—Papá no le hagas caso, es sólo que está un poco nervioso porque no le salen las cosas como él quiere—intentó mentir Alma.

—Sí claro ¿Tú te crees que yo me chupo el deo?—levantó un poco la voz—Por eso anoche estabas llorando con la rubita ¿No?—ella no respondió, sabía que su padre la conocía demasiado bien y era imposible mentirle—Te voy a decir algo y es que mejor estar sola que mal acompañada, y otra cosa más ya que mi fin está cerca…

—¡Papá, deja de decir eso por favor!—cada vez que Tomás hablaba de su muerte, un escalofrío recorría su cuerpo.

—¡Es la verdad! Bueno déjame terminar, yo nunca quise decírtelo porque te veía tan feliz y tan contenta que me daba cargo de conciencia. Pero ahora viendo todo esto te lo digo, ese hombre no es para ti, cariño él no te va hacer feliz, ese ni es hombre ni es ná.

—¿Me lo estás diciendo en serio? Papá tú no le conoces como yo, él es un hombre bueno, que se está ganado su puesto con mucho esfuerzo, nunca me ha tratado mal.

—Pues perdona que te diga que eso no es lo que yo estoy viendo ¿El que te esté ignorando no es que te esté tratando mal? Yo sé el tipo de hombre que te conviene.

—¿Ah sí?—se burló Alma—Estoy deseando escuchar el «tipo de hombre que me conviene»

—Tú ríete todo lo que quieras pero sé de lo que te hablo. El día que te encuentres con el hombre que te saque de tus casillas, que siempre te lleve la contraria y tengas deseo de matarlo, ese día querida Almita, habrás encontrado la horma de tu zapato.

—De verdad cuando te pones en plan filósofo ¡Estás pa comerte!—le plantó un beso en la mejilla y se abrazó a su cintura.

—Sí sí, tu hazte la loca, pero te vas a acordar de mis palabras.

—Bueno será mejor que nos vayamos, aquí ya no pintamos nada hoy.

Alrededor de las nueve de la noche, el teléfono de Yahir sonó, no conocía el número pero finalmente lo cogió. Al principio no obtuvo respuesta, pero pasados unos segundos una voz habló.

—Hola.

—¡Bradley! ¿Eres tú de verdad?—se quedó paralizado, hacía demasiado tiempo que no hablaba con su hijo.

—Sí soy yo ¿Cómo estás?

—Bien, ahora que me has llamado, mucho mejor.

—Me alegro, me gustaría hablar contigo, claro si tienes tiempo.

—Tú sabes que para ti siempre tengo tiempo, ¿Qué me quieres decir?

—Mi madre…está mal, está enferma, ella se está muriendo—el chico tragó el nudo de su garganta.

—¿Cómo dices?—no daba crédito a las palabras de su hijo—¿Qué es lo que le pasa?

—No lo sé a ciencia cierta, pero el doctor dijo algo sobre un tumor cerebral o algo así. Primero las piernas no le respondían, después dejó de ver y de hablar, ahora casi no puede moverse, a duras penas puede alimentarse, su esposo está desesperado y yo…yo estoy muy preocupado.

—Tranquilo hijo, sabes que siempre voy a estar ahí para ti, siempre Bradley.

—No me llames hijo—escupió el muchacho con rabia—Sólo quería que supieras lo que le pasaba a mi madre, yo ya he cumplido.

—Bradley tenemos que hablar, por favor necesito que me escuches, ya no eres un niño, tienes trece años, ya puedes comprender muchas cosas, lo que tu madre te ha contado sobre mí no es del todo cierto.

—No me interesa hablar contigo, voy a colgar.

—¡No cuelgues Bradley! ¿Bradley?—el chico colgó.

Hacía mucho tiempo que no veía a Bradley, pero el hecho de oír su voz alegró su duro corazón, desde que Corinna se lo llevó de vuelta a Argentina cuando sólo tenía ocho años, su vida se convirtió en una tortura, lo veía demasiado poco y sus encuentros cada vez eran más fríos, hasta que un día el niño le dijo que no quería saber más de él, ese día su propio hijo le rompió el corazón.




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