Los días pasaban y Alma cada vez se encontraba mejor en aquella casa, salvo por Melissa, la cual siempre le dejaba claro lo mal que le caía y así lo demostraba. Y luego estaba él. Nowak. ¿Qué pecado había cometido para que le rehuyera de esa manera?
Ella se encontraba en el jardín, como siempre, se pasaba el día ahí o en la habitación, así que era fácil de encontrar si era necesario.
—Alma ¿Puedes entrar un momento?—la llamó Alina.
—¿Qué pasa?
—Quiero que conozcas a alguien—no pudo evitar sonreír al ver la cara de su amiga tan extrañada—Es Derek.
—¿Derek? ¿El mismo Derek del que me has hablado siempre? Lo siento Alina pero no creo que sea buena idea.
—¿Pero por qué?
—No creo que me caiga muy bien, después de todo lo que sé…en fin. Además no nos entenderemos no hablamos el mismo idioma, literalmente.
—Lo sé, pero es por eso que quiero que vengas, me están pasando cosas y estoy un poco confusa. No sé si quiero seguir viéndole.
—¿Y qué tengo que ver yo?
—Quiero comprobar algo, por cierto de pequeño pasaba las vacaciones en Ibiza, así que técnicamente habláis el mismo idioma.
—¡Pero Alina yo…!—su amiga no quería seguir escuchando y le tapó la boca.
—Vendrá a recogernos a las ocho ¡Ponte mona!
Enseguida desapareció dejando a Alma con la palabra en la boca. Decidió volver a salir afuera, se quedó mirando la cabaña que vio el primer día, resultó que ahí vivía Nowak, solo, ni siquiera Bradley estaba ahí con él, la verdad es que empezó a darle pena. Sin pensarlo se acercó hasta allí, al parecer no estaba en ese momento pero el gran ventanal le permitía ver el salón y la cocina. Una de las paredes estaba llena de trofeos muy relucientes junto con un montón de cascos, al parecer todos suyos al juzgar por el diseño.
—¿Se te ha perdido algo en mi casa?—Nowak la sobresaltó, no esperaba que la pillara in fraganti mirando sus cosas.
—No, no, lo siento—se dio la vuelta de manera que los dos se quedaron cara a cara.
—No era eso lo que parecía, no me gusta que extraños merodeen por aquí,
—¡He dicho que lo siento! ¿Vale? Si no quieres que los extraños como yo vean nada tuyo, tal vez deberías esconder tus tesoros más preciados, sé que los adoras, te sirven para recordarte o mejor dicho para creerte superior a todo el mundo.
—¿Quién te ha pedido tu maldita opinión?—había dado en el blanco—Mejor observar mis logros y saber que he hecho algo con mi vida, antes de estar por ahí dando pena a los demás.
—¡Eres un…!—no le salían las palabras de la rabia que sentía en ese momento—Ojalá algún día te acuerdes de esto y tu conciencia no te deje vivir ¡Imbécil!—viendo que no se quitaba de su camino lo empujó y volvió dentro.
Sabía que se había pasado mucho, pero era mejor así, no podía portarse de otra manera con ella, no la quería cerca de sus cosas. Tenía que hablar ya, pero no tenía ni idea de por dónde empezar, hasta entonces, tenía que alejarla de él.
Llegó la hora de la cita con Derek, Alma no quería ir, pero Alina era muy insistente cuando se lo proponía y al final logró convencerla. Más tarde llego el tal Derek, tenía que reconocer que el tipo era muy atractivo. «Muy nórdico» pensó Alma para sí misma. El chico era alto, rubio ojos color miel y con unos aires de superioridad que no le gustaban nada, después de las presentaciones todos se fueron rumbo a cenar.
La cena transcurrió sin sobresaltos, Alma interrogó al muchacho y él muy amablemente contestó a todo, a cada palabra que decía, se lo creía menos, sí, el tipo ese era más falso que un billete de siete euros y ella lo sabía. A Alina le sonó el móvil y dijo que tenía que volver a casa urgentemente, pero cuando Alma insistió en ir con ella, su amiga se negó, así que la dejó allí cenando con Derek. No habían pasado ni diez minutos cuando el chico empezó a insinuársele. «No entiendo nada» pensó, hasta que sonó su móvil y vio un mensaje de Alina diciéndole que actuara normal, que ella los observaba. Más tarde la tuvo que llevar hasta su casa, dado que no sabía moverse sola por Volendam, al llegar a la puerta, Derek lo volvió a intentar, pero Alma le paró los pies.
—Llevas toda la noche provocándome ¿Me vas a decir ahora que no?
—¿Yo, provocándote a ti? Si eres un pedazo de pulpo, sólo te necesitaba para que me trajeras hasta aquí, así que gracias y adiós.
—De eso nada—quiso arrinconarla contra la verja, pero no fue posible, Alma se escabulló como pudo—¿Sabes qué me gustan que se resistan un poquito?
—Das verdadero asco ¡Lárgate de aquí! Esta es una casa decente. Y por cierto deja a Alina en paz, por fin se ha dado cuenta de la clase de mierda que eres.
Sin saber cómo la verja emitió un sonido metálico, señal de que ya podría entrar, le costó bastante trabajo que Derek dejara de tocarla, pero lo consiguió. Al entrar en casa, Alina la estaba esperando, con una sonrisa de oreja a oreja, todo lo contrario de lo que ella habría supuesto.
—¿Se puede saber por qué estás tan contenta? Ese tío es un asqueroso y se supone que tú lo quieres.