Eric llegó al box, se bajó de la moto cabizbajo y se sentó, estaba blanco como la pared. A lo largo de su carrera había visto caídas espeluznantes pero lo que acababa de presenciar era la peor que había visto en su vida, vio el charco y frenó, pero cuando vio como el otro piloto no lo hizo sabía perfectamente que se caería pero no de esa manera, literalmente lo vio volando frente a él, vio el impacto en su casco y como se rompió una parte.
Cuando dejó de pensar en todo eso fue a buscar a Alma, pero no la encontró por ningún lado, así que decidió llamarla.
—¿Dónde estás?—su voz casi sonaba como un susurro.
—Estoy en Cádiz con Alina, no podía dejarla sola, Eric.
—Lo sé, al final se han suspendido las sesiones de hoy, me voy al hotel ¿O quieres que vaya al hospital?
—No Eric, es mejor que descanses para mañana, tranquilo yo te aviso si cambio de opinión, adiós—colgó el teléfono y volvió con su amiga que estaba hecha un mar de lágrimas.
—¿Qué voy hacer si se muere Alma? ¿Qué le voy a decir a Bradley?—no podía dejar de pensar en su hermano.
—No se va a morir, te lo prometo, cuando nos demos cuenta estará otra vez dando órdenes y metiéndose con todos—rezaba porque así fuera, Nowak no merecía morir así.
—Ni siquiera he podido hablar con él desde esta mañana, cuando llegó al box estaba furioso, no sé lo que pasó para estar así, después cogió la moto y… ¿Por qué se cayó? Él no es de los que se van al suelo así como así.
—Alina, tengo que decirte algo, justo antes de empezar la sesión, estábamos discutiendo, llegó Eric y las cosas se pusieron feas, después desapareció de allí.
—¡Cómo no Eric! Igual no es el momento ni el lugar pero necesito saberlo ¿Por qué has vuelto con él?
—Yo no he vuelto con él, al menos no formalmente. En Navidad apareció, me pidió perdón y ha hecho muchos méritos para ganárselo, ha cambiado, te lo juro.
—La gente no cambia Alma, deberías saberlo, ese hombre no te conviene—el doctor llegó e interrumpió la conversación.
—¿Usted es la hermana del señor Nowak?—Alina asintió—Verá, su hermano tiene un gran traumatismo craneoencefálico, por lo que estará en coma inducido unas horas, también tiene un hombro dislocado y un esguince en el pie, pero la buena noticia es que el peligro ha pasado. Del hombro y del pie sanará rápidamente, pero no sabemos si el traumatismo le habrá dejado alguna secuela hasta que no despierte.
—Entonces—habló Alma porque Alina seguía llorando—Si no he entendido mal ¿No se va a morir no?
—No señorita, no se va a morir, al menos no ahora, si quieren pueden pasar a verlo.
—Gracias doctor. ¡Alina deja de llorar que el tulipán gruñón se ha salvado!—abrazó a su inconsolable amiga y la acompañó hasta donde estaba su hermano—Venga pasa a verlo, pero no llores, transmítele energía positiva.
—No sabes lo que te agradezco que estés aquí, yo sola no hubiera podido con esto, ven conmigo.
—Mejor no, pasa tú, yo me quedaré aquí fuera, ve tranquila.
Una vez que Alina entró, se tuvo que sentar inmediatamente, inconscientemente se acordó de su padre y del tiempo que estuvo con el alma en un hilo esperando la muerte, unas lágrimas asomaron en sus ojos, pero Alma las eliminó al momento.
Unas horas después, se acercó hasta la puerta de la habitación e hizo salir a su amiga.
—Tienes que comer para mantenerte fuerte, te lo digo por experiencia, ya sé que no te apetece pero tienes que hacerlo ¿Vale?
—De acuerdo pero ¿Podrías quedarte con él un rato? No quiero que despierte solo, te prometo que no tardaré.
—Está bien, tómate el tiempo que necesites.
Entró en la habitación y se le hizo un nudo en la garganta al ver a aquel hombre tirado en una cama, él era demasiado fuerte para estar ahí, tenía la cabeza vendada y el rostro desfigurado por la hinchazón. Se sentó junto a él y empezó a recordar los pocos momentos en los que han coincidido, cuando lo conoció estaba discutiendo con su hermana, después en el almuerzo cuando exigió que ajustara la moto y ella lo mandó a paseo, o cuando le dedicó la victoria, ese momento le hizo sonreír, de repente recordó cuando estaba en el local de baile y estuvo a escasos milímetros de él, un escalofrío la recorrió al pensar en ello.
Alina volvió, quiso convencerla para que se fuera a dormir, obviamente se negó, pero el cansancio acumulado sumado a la tensión de lo vivido la venció y se durmió en la sala de espera, Alma se quedó en la habitación, estaba demasiado acostumbrada a pasar noches en vela cuidando de alguien.
En torno a las cuatro de la madrugada, notó que Nowak se estaba despertando, enseguida llamó al médico para que vinieran a verlo. Efectivamente minutos después la echaron de la habitación para revisarlo. Lo escuchaba blasfemar pero no sabía que estaba pasando, por lo menos parecía el de siempre pero cuando los médicos salieron, no tenían muy buenas noticias.
—¿No está la señorita Nowak?—preguntó el médico.
—Está dormida, la pobre acaba de pasar un trago amargo y estaba cansada. Pero ¿Me puede decir lo que pasa? ¿Por qué gritaba así?