—¿Qué es lo que pasa? ¡Decidme algo por favor!—gritaba Nowak.
—Tranquilo, no pasa nada—Alma se lo llevó de allí e intentó tranquilizarlo—Marta se ha mareado un poco, no es nada grave, ya está un poco mejor—mintió.
Marta recobró poco a poco el conocimiento, no se acordaba de nada, pero segundos después se volvió a agitar por lo que había descubierto.
—Alma ¿Dónde está? Quiero verla—murmuraba la mujer.
—Está fuera con Yahir ¿Qué te ocurre amor?—preguntó su esposo preocupado.
—Tengo que contarte algo, pero antes quiero ver a Alma.
Milek, salió raudo y veloz en busca de la joven, que se encontraba charlando con su sobrino y la instó a que entrara a ver a su mujer.
—Marta, aquí estoy ¿Estás mejor ya?—se sentó junto a ella.
—¡Eres tú hija! ¡Estás aquí de verdad!—la abrazó con todas sus ganas mientras que la chica miraba a su amiga con cara de póker.
—Tranquila Marta, no pasa nada, todos estamos aquí contigo ¿Quieres que te acompañe a tu cuarto?
La mujer asintió y con ayuda de Alina la llevaron a su habitación, no sabía que le pasaba a Marta pero su mirada había cambiado o quizá eran ideas suyas, se quedó con ella hasta que se durmió, después volvió al salón donde estaban todos.
—Está dormida, no sé que le ha pasado para ponerse así, creo que incluso me ha llamado hija, imagino que me habrá confundido con Melissa.
—No lo sé, pero lo averiguaré—Milek se volvió hacia ella—Siento que tu cumpleaños haya terminado así, de verdad que lo siento.
—No importa señor, de verdad que no. Lo mejor será que vaya con Marta, quizá le cuente que le ha pasado cuando despierte.
Aquella misma noche, mientras Alma le contaba a Yahir lo que había pasado con pelos y señales, él mismo cayó en la cuenta de que Marta al fin había descubierto la verdad, había llegado el momento.
—¿Quieres ver alguna película?—preguntó él—Tengo montones.
—Seguro que la mayoría son de miedo, paso. La última vez que vi una terminé en una cama que no era la mía—nada más terminar la frase supo que no había sonado muy bien—Es decir, que intenté dormir en la mía pero no pude, soy un poco miedosa para estas cosas, terminé en la cama de mi padre—omitió contarle que Eric era el que estaba en ella.
—No creo que ese sea el mayor de tus problemas, además será divertido, yo no puedo ver pero la escucharé, y tú la verás pero no entenderás una palabra, tú podrías contarme lo que pasa y yo te lo traduzco, no creo que pases demasiado miedo.
—Vale está bien a ver...—eligió una y en cuanto pronunció su nombre, la soltó inmediatamente—Joder sólo por la portada ya me pone los pelos de punta.
—Esa no es para tanto, ya la he visto pero vamos puedes ponerla, ya verás que no es nada.
Cuando terminó la película, Alma decidió que tiraría todas las muñecas que tuviera en casa. ¡Era horrible! Pasaban de las una y media de la madrugada cuando se fueron a dormir, ella se fue al sofá y apagó la luz.
Él escuchaba como se movía constantemente, era consciente de que no iba a poder pegar ojo. ¿Así que la chica dura, la que sabía cómo echar andar una moto de competición, tenía miedo de una insignificante película? Se rio para sí mismo un buen rato.
—Alma ¿Estás despierta?
—Sí—dijo casi susurrando.
—¿Tienes miedo?—sabía perfectamente la respuesta.
—No, sólo es que estoy un poco desvelada, duérmete, es tarde.
—Vale—ambos estuvieron callados un momento—Puedes venir aquí si quieres, soy de fiar.
—Gracias, pero aquí estoy bien—su oferta sonaba bien, pero una cosa era meterse en la cama con su ex y otra cosa meterse en la cama de un casi desconocido.
Una vez que comprobó que el piloto estaba profundamente dormido, fue caminando de puntillas y se metió en su cama, sentía demasiado miedo como para avergonzarse por algo así, poco después se relajó y al fin cayó en brazos de Morfeo.
A la mañana siguiente despertó con un dolor de cabeza infernal, ni siquiera podía abrir los ojos, decidió seguir durmiendo hasta que una mano lo golpeó directamente en la cara, entonces sí que abrió los ojos…Y vio un bulto a su lado, se detuvo un momento a pensar y se dio cuenta que la luz había vuelto a sus ojos.
Los volvió a cerrar con fuerza y los abrió de nuevo, esta vez el bulto lo veía con mayor claridad…Esa cara. ¡Era ella! Tanto tiempo sin ver nada y lo primero que ve era a Alma, y a pocos centímetros de él. ¿Seguro que no estaba soñando?
Se incorporó un poco, pero la mano le volvió a golpear esta vez en el pecho, la miró risueño, jamás hubiera imaginado que la chica que casi le rompe un pie hacía tanto tiempo esté ahora durmiendo a pata suelta en su propia cama. Nunca la había podido observar tan detenidamente. De hecho hacía muchos años que no miraba a ninguna mujer de esa manera. Estaba echada de lado mirando en su dirección, con la boca entreabierta y su pelo negro se esparcía sobre las sábanas blancas de la cama. No podía negar que era una chica guapa, pero con un carácter difícil. Le debía mucho, si ella no le hubiera puesto en su sitio tantas veces, seguro que seguiría en aquella habitación de hospital. Alma se revolvió y abrió sus bonitos ojos oscuros.