—¿Tú también?—preguntó Alma.
—Sí, yo también. Tú eres una mala amiga por haberte ido de la noche a la mañana y por no cogerme el teléfono. Y tú, eres una mala prima por no haberme dicho nada. ¡Estoy furiosa con las dos!
—Alina, deja de gritar o saldrán los vecinos a quejarse—la joven malagueña la apartó y abrió la puerta de casa—Venga, todas dentro.
—¿Cómo has sabido dónde estaba?—preguntó su prima.
—Dejaste muchas pistas Melissa, pero dejar abierta mi agenda justo por la dirección de Alma fue la mejor.
—Íbamos a cenar ¿Tienes hambre Ali?
—Eso es lo primero que me vas a decir después de todos estos meses «¿Tienes hambre Ali?» Creo que un «Soy una idiota por irme sin despedirme» o un «Te he echado muchísimo de menos» Sería más apropiado—su enfado era más que evidente porque hablaba a toda velocidad.
—Te he echado muchíííííísimo de menos. ¿Me perdonas por… todo?—le puso cara de corderito a punto de entrar al matadero.
—¡Pues claro que sí boba!—gritó mientas la abrazaba—¡Ven aquí mala prima, únete!—ahora eran tres las que se estaban abrazando, no fueron conscientes pero en ese momento estaban iniciando una conexión que perduraría toda la vida.
Después de tantas palabras ñoñas y demostraciones de afecto, decidieron pedir una pizza para todas. Mientras cenaban hablaron de muchas cosas, hasta que salió el tema de Andy y Alina se puso tensa.
—¿No has bajado a verlo y a qué esperas?—le instó su amiga.
—Yo le conocí esta mañana ¡Está buenísimo! ¿De verdad que no vas a ir a verlo? Si no vas tú voy yo ¿Eh?
—¡Niña, que tú eres mu chica pa decir esas burradas!—la riñó Alma.
—Es que a lo mejor ni se acuerda de mí, no quiero quedar en ridículo—comenzó a mordisquear el borde de su porción de pizza—Creo que aún siento cosas por él.
—Razón de más para que vayas a verlo, si te digo esto será por algo. ¡No tienes nada que perder—sonó el timbre de la puerta—¿Y ahora quién es? He recibido más visitas hoy que en toda mi vida—abrió la puerta y sonrió maliciosamente—¡Hombre mirad quién está aquí! Pasa, pasa.
—Hola—se quedó pasmado cuando vio que Alina estaba allí.
—¡Hola Andy!—saludó Melissa como una tonta.
—¿Y tú no dices nada? ¿O es que se te ha comido la lengua el gato?—su mirada se posó en la joven rubia.
—No, no es eso. Sinceramente, no te esperaba.
—Claro, no es muy normal que yo venga a esta casa, teniendo en cuenta que es de mi mejor amiga y que vivo justo debajo.
—Siento interrumpir tan profunda conversación pero, Melissa y yo vamos a salir a pasear a mi tortuga ¿A que sí Mel?
—Sí, sí, eso es. Tardaremos en volver—dijo la muchacha—Hasta luego.
—¿Alma tiene una tortuga?—fue lo único que acertó a decir, la presencia del hombre con el que había soñado tantos meses la ponía nerviosa.
—No. Es una excusa, el español coloquial se ve que aún te cuesta—se sentó junto a ella en el sofá—¿Todo bien?
—Emm… sí, bueno, más o menos. ¿Podrías dejar de mirarme así?—se apartó un poco de él.
—¿Te molesta?—se volvió acercar—A mí también me molesta cuando alguien me deja meses sin noticias.
—No pensé que te interesara saber de mí…lo siento—bajó la mirada, realmente estaba bastante intimidada.
—Pues ahora ya lo sabes—le cogió la barbilla con rudeza y la obligó a mirarla a los ojos—Me gusta que me miren a los ojos cuando estoy hablando con alguien.
—Yo…lo siento…no me había dado cuenta—se ruborizó.
—¿Quieres deja de decir eso?—no podía seguir molesto con ella, tenía esa mirada azulada que lo había perseguido día y noche... Echó un vistazo a sus labios y fue lo último que pensó—Ahora el que lo siente soy yo.
Justo cuando le iba a preguntar por qué lo sentía, Andy la besó. No sabía bien porque lo hacía porque no era un beso de enamorado, más bien parecía contener demasiada rabia, pero no le disgustaba.
—Tenemos que hablar y no me voy a ir de aquí hasta que escuches todo lo que tengo que decir.
Mientras en casa de Luisa, se encontraban Alma y Melissa, hablando con ella.
—No tenía ni idea de que mi Andy estaba enamorado. ¡El muy bribón no me lo había dicho!
—Luisa, sabes que es muy suyo para según qué cosas, no lo presiones. A ver en qué acaba todo esto.
—Oye niña—se dirigió a Melissa—¿Te gusta la empanada de atún?
—No lo sé señora, jamás la he probado, pero según mi hermana está buenísima.
—Pues mira, te voy a dar un pedacito para que la pruebes—Luisa se fue a la cocina en busca de la empanada.
—¿Cómo crees que les irá a esos dos?
—No tengo ni idea, pero conociendo a Andy, tu prima no tendrá escapatoria, puede llegar a ser muy convincente.