Horas más tarde, despertaron Alina y Melissa, pero una de ellas no se encontraba demasiado bien, ya que no había puesto los pies en el suelo cuando sintió unas náuseas horribles, su prima fue tras ella.
—¿Estás bien?—intentó abrir la puerta del baño, pero la muchacha había cerrado por dentro.
—Sí, no te preocupes. Seguro que no me sentó muy bien la cena, sólo eso.
Se lavó la cara y se miró al espejo, estaba blanca como un fantasma, lo que nadie sabía era que esa vez no fue la única que había vomitado.
—Tienes una cara horrible ¿Quieres que vayamos a un hospital?—su prima estaba realmente preocupada por ella.
—No, tranquila, ya te lo he dicho, algo no me sentó bien, no se lo digas a nadie, es una tontería.
—Está bien, tranquila, seré una tumba. Hoy me gustaría ir a la playa, hace un día genial.
—¿Sabes, creo que tienes razón? Desayunamos y nos vamos.
Media hora después estaban listas para su día playero, pero antes bajarían al taller para saludar a los chicos.
—¿Dónde vais tan guapas?—Andy besó a su chica y saludó a Melissa cariñosamente.
—A la playa, somos guiris ¿Qué esperabas?—respondió Melissa.
—¿Has visto a mi hermano por aquí? No le hemos visto en toda la mañana.
—No, aquí no ha venido para nada—contestó Alma que al verlas llegar se acercó para saludarlas.
—Bueno, ya que estáis aquí todas quiero deciros que no hagáis planes para esta noche, decírselo también al simpático—comentó en referencia a su futuro cuñado—No quiero que me odie más de lo que ya lo hace.
—¡Yahir no te odia!—salió en defensa de su hermano—Está en periodo de adaptación.
—Lo que tú digas rubita. Os invito a cenar a casa a todos, tengo algo que comunicaros.
—O sea que la que se pegará la paliza en la cocina será tu santa madre ¿No? ¡Vaya cara dura!
—Gracias Almita, tú como siempre mostrando tu simpatía. No lo olvidéis en casa a las nueve y media.
—Vale grandote—confirmó Alina—Ahora nos vamos que se nos va a ir el sol.
—Adiós, par de dos—las despidió él sin quitarle la vista de encima—Creo que en tu familia los genes femeninos deben de ser estupendos.
—Te recuerdo que con la que sales es con la rubia. ¡Deja de mirarle el culo a mi hermana maldito pervertido!—le dio una colleja y después se marchó muerta de risa.
Había madrugado demasiado y estaba aburrido, así que en cuanto Alma se fue a trabajar, se puso ropa de deporte y salió a correr por la playa, ya que pocas veces podía hacerlo sin congelarse. Corrió durante horas sin apenas darse cuenta, en un momento dado, decidió parar y se sentó a observar como la gente iba y venía de la playa.
—Hola—se giró para saber quién le estaba hablando y se encontró con un par de chicas.
—Hola—respondió cortésmente—¿Queréis algo?
—¿No eres de por aquí, verdad? Nunca te hemos visto por este barrio—la chica que le hablaba tenía el pelo teñido rubio pollo y vestía demasiado llamativa para su gusto, la amiga era una fotocopia de la primera pero su pelo era pelirrojo.
—No, estoy aquí de vacaciones.
—¿Solo?—se interesó la chica pelirroja.
—No creo que eso os tenga que importar.
—¡Oh venga, no te enfades! ¿Tienes planes para esta noche?—insistió la rubia.
Pensándolo bien, no tenía ningún plan, y estar tan cerca de Alma sin poder decirle nada lo estaba matando, por una noche que saliera no iba a pasar nada.
—No, no tengo planes ¿Por qué?—quiso jugar un poco con ellas.
—No sé ¿Conoces la ciudad?—preguntó la rubia.
—Más o menos, pero seguro que aún me falta algo por conocer.
—Si quieres podemos quedar esta noche para dar una vuelta—las dos sonrieron con malicia—¡Uy pero que tonta somos, ni siquiera nos hemos presentado! Yo soy Susi y ella Vane—señaló a la pelirroja.
—Yahir, encantado—le plantó dos besos a cada una—Tengo un poco de prisa ¿Dónde nos vemos?
—¿Qué te parece aquí? ¿A las diez?—se apresuró a hablar la pelirroja, cosa que a su amiga no le gustó demasiado.
—De acuerdo, nos vemos. ¡Bye chicas!—se fue trotando en dirección contraria.
No tenía ninguna intención de tomar en serio a ninguna de ellas, el juego era gracioso. ¿Cómo no lo había hecho antes? Era gracioso tomarle el pelo a aquellas dos. Siguió su camino y unos metros más allá se encontró con las muchachas.
—Buenos días—saludó—No sabía de vuestra afición por la playa.
—Ya ves, nos aburrimos un poco, la playa está aquí, es de cajón primo. Voy a buscar un sitio, no tardes Alina.
—Por cierto Yahir, esta noche Andy nos ha invitado a cenar a su casa, incluido tú. ¿Ves que sus intenciones son buenas?
—Oh sí seguro—respondió irónico—Lo siento pero esta noche he quedado, de todas maneras puedes darle las gracias de mi parte.