Mi Realidad Secreta

Capítulo I

 

Lo conocí sin querer, sin buscar nada,

En el lugar que menos lo esperaba…

 

¡Ay! ¿Ya amaneció? Me levanto espantada y miro el reloj, 6:40am, ¿queeeee? ¡Llego tarde a la escuela! (bueno, como casi todos los días). La verdad está bien merecida, por irme a dormir tarde, sí, ya estoy acostumbrada a ver películas o series románticas casi todas las noches. El irme a la cama pensando en el dichoso hombre perfecto para cada mujer se ha vuelto cultura en mí.

--¡Vamos Alison!, Levántate—me grita mi madre desde la cocina.

--Ya voy de camino...—le respondo mientras me levanto de mi cama refunfuñando y quejándome.

Como cada mañana, mi cabello negro, mi baja estatura y mi mal aliento forman un completo desastre.

Tengo diecisiete años y soy un completo hobbit (1.56 mts para ser exactos), de unos ojos saltones y marrones, boca pequeña, piel clara y una bellísima nariz de bruja.

Salto de mi rica cama y me dirijo rápidamente al baño, aun tambaleando del sueño.

Actualmente curso el último año de la secundaria, gracias a Dios estoy a punto de graduarme, así que me emociona un poco la idea de ir a la escuela (raro, lo sé).

--Alison, por Dios, ya ven a desayunarte—me interrumpe mi preciosa y enana mujer que me trajo a este mundo.

--Mami, respira y tranquilízate, algún día bajaré—le grito sarcásticamente.

--¡Atrévete a repetir eso!- me dice con su voz de autoridad. Y solo me queda responderle—Está bien mamá, ya bajo.

Me dirijo hacia la mesa y allí está mi desayuno favorito, hojuelas de maíz con chocolate. Como siempre, desayuno rápidamente, y al levantarme, me lastimo la rodilla al chocar con la estúpida mesa.

Mi familia es creyente de Jesucristo, por lo que me hacen oraciones y me sobreprotegen lo suficiente como para que en algunos momentos no pueda ni respirar bien.

--Adiós mamá—me despido lanzándole un beso.

--Hasta luego Ali.

Subo al autobús escolar y me encuentro con mis mejores amigos, Mike y Sarah. Mike, un típico chico rubio y guapo de ojo azul, alto y tímido, es todo un matemático frustrado. Sarah, en cambio, es morena, un poco más alta que yo, y mi amiga de toda la vida.

--Sarah, Mike, que suerte que me los encuentro—digo después de luchar con cada persona, pues el bus iba repleto.

--¡Oh Ali! que casi te aplastan—me dice Mike, salvándome de la ola de personas que tengo alrededor.

Mike siempre está al pendiente de mí, su familia es igual a la mía y todas las chicas de la escuela mueren por él. Pero no le pone importancia a eso, al contrario, a veces huye de ellas. Sarah es una enamorada empedernida, es simpática, amable y loca.

--Ali, recuerda que tendremos la presentación del proyecto Mirrors, ¿Trajiste mi traje?

--Claro que sí. ¿Qué pensabas ehh?

--Conociéndote tan bien, pues nada—me responde tan sarcástica como la mayoría de las veces.

--También te quiero—logro decir entre risas.

Es cierto, soy un poco olvidadiza. Incluso una vez dejé el control remoto en el refrigerador, ese momento fue uno de los más épicos de mi vida.

Llegamos a nuestro destino y nos sentimos libres. Esos viajes en bus son espantosos.

...

¡Rayos! Ya me asignaron otro trabajo de investigación, y para completar, es uno de esos que no aparecen con mi buen amigo Google. Salgo molesta del salón de clases para dirigirme al patio, desesperada por respirar aire puro.

Sin querer, de camino tropiezo con alguien que al parecer va igual de rápido que yo. Éste deja caer mis grandes anteojos y, para mejoras, derrama en ambos la botella de agua que traía.

--Discúlpame, de veras, no era mi intención—decía una voz gruesa, pero entrecortada y lamentada a la vez.

--¡Genial, encima de todo me pasa esto!—me quejo, ignorando por completo sus disculpas.

--De verdad que lo siento—vuelve a decir, esta vez, pasándome una pequeña toalla.

--¡Ok, no hay problema!—respiro hondo, y, me quedo atónita al mirar frente a mí a una persona alta, de pelo alborotado y castaño, unos intimidantes ojos verdes oscurecidos que me examinaban el alma, es un chico (u hombre, no sabría definirlo)demasiado apuesto, con una voz que me decía—Gracias, me siento mucho mejor, ¿cuál es tu nombre?

No, No, ¡No! Estoy mal, fría, paralizada, creo que es porque nunca había chocado con alguien tan atractivo, aun así estoy muy furiosa por lo que acaba de hacer, eso creo.

--Me bañas con ropa, casi me rompes los anteojos, sin mencionar que me atropellaste y ¿me preguntas mi nombre?—le reclamo con tono burlón.

--Ehh, ¿sí?—me responde él igualmente.




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