Mi Realidad Secreta

Capítulo VI

A veces buscamos mucho una respuesta que está justo frente a nosotros.

(Anónimo

 

Me encanta el olor de domingo en la mañana. Sube a mi habitación las voces de mis hermanos suplicándole a mamá que nos haga panqueques de desayuno.

Miro el techo. Llega a mi mente el extraño día de ayer. Me tomo la temperatura por si estoy enferma, y no, nada de fiebre ni dolor. Lo de ayer seguro solo era un mareo. Eso supongo.

Pienso llamar a Mike para que me explique por qué reaccionó de esa manera. Pero mejor lo dejo pasar, ya me dirá luego.

Veo que tengo un mensaje en el celular. Viene de un número desconocido.

“Deja a Taylor en paz. No necesita estorbos como tú. Atte. Tu Conciencia.”

Me quedo con la boca abierta, se me caerá el mentón al suelo. ¿Quién se atreve a esto? ¿Y con Taylor? ¿Pido ayuda? No, mejor lo averiguo por mí misma. Mi vida últimamente ha estado muy interesante.

—Ali, ¿verdad que quieres panqueques de desayuno? —Se aparece Kath abriendo la puerta de mi habitación.

— ¡Sí! ¡Si no nos dan panqueques, que toda la casa se queme!

— ¡Esa es la actitud!

 

***

Son las ocho de la noche, estoy en la terraza leyendo Once Minutos de Paulo Cohelo cuando suena mi celular, lo tomo emocionada pensando que es Taylor, pero no, es Mike.

—Hola—concibo decir algo acongojada.

—Hola, ¿Cómo la pasas?

—Pues estoy mirando estrellas ¿Qué crees?

Escucho su risa, me pongo de nervios.

—Estas en las peores.

—Gracias por tu consideración.

—Oye, lamento que me fui así de tu casa. A sinceridad no sé qué me paso—. Se le escucha la voz algo arrepentida.

—Está bien, pero al menos un “hasta la vista enana” pudiste decirme.

—Sí, ya perdóname de veras. Prometo compensarte por esa idiotez.

—Eso espero.

— ¿Qué tal si te acompaño a mirar las estrellas? —se le nota una voz lejana, no le había escuchado decirme algo de esa forma, con esa voz.

—Ya que tanto insistes, ven, pero cuando subas a la terraza trae el regalito de Taylor.

—No. Llevare mi propio regalito—dice burlón, se despide y me deja allí mirando las estrellas.

Me quedo contemplando la noche, preguntándome que pasará en el futuro. Me pregunto si el destino existe o si todo es resultado de las decisiones que escogemos a lo largo de la vida. Nunca me he enamorado. Me han besado algunas tres veces, pero yo nunca lo he hecho, porque, no he sentido hacerlo.

En la escuela no soy de las que influyen por su simpatía o por tener padres ricos. Soy de las que están en segundo o tercer plano. Y me siento cómoda así, siendo quien soy. Tampoco soy tan atractiva como para que algún chico declare su amor por mí en la escuela o para que manden rosas, corazones o cartas a mi armario.

Escucho a Mike subir las escaleras. Se aparece con dos chocolates Hersheys, uno blanco y otro negro, negro para mí y blanco para él. Noto que se acerca y me da un cálido abrazo por detrás. Vuelvo a sentir ese escalofrío por todo mi cuerpo.

—Sé que me extrañaste—dice colocándose frente a mí. Se recuesta a mi lado y ambos abrimos los chocolates para devorarlos.

— ¿Qué decidiste sobre el campamento? —me mira fijamente mientras le da un mordisco a su chocolate.

—Iré.

—Pues yo también iré. Oye ¿ahora si me explicaras que hacia ese tipo, en tu casa y a solas contigo?

—Le estaba ayudando en algo.

—Ajá. ¿Y la mermelada qué? ¿Le ayudabas a hacer un pastel? —cuestiona. Me siento y me volteo para poderlo mirar mejor.

— ¿Qué te pasa? Es solo un amigo Mike.

—No me cae nada bien Ali.

—Casi ninguno de mis amigos te cae bien.

—Es porque la mayoría tienen pinta de que te van a violar, no ves lo que veo cuando están hablándote.

— ¿Y qué es lo que tú ves?

—Veo la manera en la que recorren tu cuerpo con los ojos. Me dan ganas de golpearlos a todos.

— ¿Dices que Taylor provoca que lo golpees? ¡Estás loco!

—Me preocupo por ti Alison—. Esas palabras salen de su boca tan seriamente, como si mi vida depende de esas palabras. Está muy cerca de mi rostro ahora. Siento que su respiración se acelera junto con la mía. Siento que mis mejillas arden, deben estar rojísimas. Mi pecho comienza a sentir un vacío que se empieza a llenar. Esta vez no tengo escapatoria. Esto es confuso, Mike es mi mejor amigo desde hace diez años.

No puedo explicar lo que nos ha estado pasando estos días. Lo que nos está pasando en este momento.

—Alison…—dirige  su mirada a mis labios. Y de inmediato me besa. Le devolví el beso, dejándome guiar. Y cuando noté su lengua tocar la punta de la mía, abrí la boca un poco más y le dejé que me besara con más intensidad. No tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo: sólo le seguía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.