Mi Relación con las Flechas de Cupido

Prólogo

―En casi todos los lugares de la ciudad, y de la red universal, se esparció la noticia de que una pareja daría una charla sobre la historia de su amor. Una que quizás a muchos jóvenes de hoy día les interesaría ―dijo el señor narrando los acontecimientos previos a la publicación del libro―. No se dijo mucho, ni se propagó la noticia del todo, pero a mucha gente le llamó la atención. Esta trataba de desamores, que a su vez trataban de ciertas aventuras amorosas que llegaban a ser más que un desamor… llegaban a ser experiencias de vida entre parejas ―continuó, intentando darse a entender de la mejor manera posible para los chicos―. Con la noticia, muchas personas estuvieron al tanto y dejaban sus comentarios y mensajes positivos… otras se limitaban a marcar el evento en su lista de quehaceres. Por otro lado, hubo algunas que insultaban y escribían cosas no tan agradables. Esto no daba mucha importancia, ya que se sabía que no a todos les agradaría la idea. El Meeting, la reunión, prosiguió hasta el día de la fecha estipulada: un catorce de Febrero, el día de San Valentín, del año dos mil setenta y dos, hace ya algunos años atrás. La reunión tomó parte en un parque de la ciudad local donde el narrador había nacido. Ahí, las parejas iban llegando a hacer fila para conseguir un buen puesto para estar presentes a la charla introductoria que posteriormente dio uno de los anfitriones. La charla consistía solo en la presentación hacia el público para que supieran quién sería el cuentacuentos, el cual aún no se encontraba presente, pero se describió dónde se sentaría a la hora de iniciar todo el proceso. En la información dada al público para describir al protagonista no se describió nombre, apellido ni edad, solo se dijo que era un hombre mayor con mucha experiencia en el amor, y que todo lo demás sería descrito, probablemente, a lo largo de la historia. Al terminar la introducción, todos volvieron a lo suyo, separándose para desayunar y charlar con sus amigos, vecinos o conocidos locales y extranjeros. Las mesas de los alrededores fueron preparadas, y se sirvieron muchos bocadillos hechos con corazones y cremas rosadas, rojas y blancas ―el señor tomó una pausa para continuar―. Ya llegada las ocho y media de la mañana se dio la orden nuevamente de agruparse para dar inicio a la tan aclamada reunión, donde se contaría con un tiempo estimado de siete horas aproximadamente, el relato del anfitrión. Y así comienza este libro… con su relato.




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