Mi Rey

36

Extrañaba a Alan, extrañaba juntarnos y reírnos, mirarlo a los ojos y sentir ese algo; sentir en mi piel el deseo de acercarme más a él.

No recuerdo el momento en el que me dormí. Estábamos los dos en el pórtico de la casa, era de noche, una noche de verano, la luna resplandecía y teñía nuestros rostros de un color pálido.

Recuerdo mirarlo fijamente a esos ojos claros, y sentir un escalofrío recorrer mi espalda. En mi mente quería escapar, lo tenía muy cerca, moví mis manos y toqué la pared detrás de mí, de pronto mi espalda dio contra esa pared y él se acercó más, sin dejar de mirarme ni un solo segundo, sus ojos eran como un fuego intenso. El ambiente comenzó a tornarse pesado, y me repetí “algo va a pasar”. Nos inundó un silencio incómodo.

Intenté apartar esos pensamientos de mi cabeza y miré al cielo estrellado. Lentamente volví mi vista hacia el, y sentí como mis piernas se juntaban, entre tanto él entreabría sus labios, remojándolos con su lengua. Yo solamente mantenía presionada mi boca para que no se me escapara un gemido.

Al comprender su gesto, miré directo a sus finos labios.

De repente volví a la realidad cuando sentí su mano tocar la piel de mi cintura, que dejaba notarse al llevar puesta una camiseta de tirantes que no cubría enteramente mi cuerpo. Sus largos y gruesos dedos se tambalearon sobre mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo. ¿Íbamos a besarnos?

Pero como en todo sueño, cuando quieres hablar y no puedes; no podía hablar, no podía reaccionar, solo sentir.

—Te quiero besar…—

Susurró esas palabras muy cerca de mis labios, su respiración se mezclaba con la mía y yo no podía soportar más esas ganas que me prendían fuego por dentro. Lo siguiente que recuerdo, es que él sujetó fuerte mi cintura con sus brazos y me apegó más hacia su cuerpo, se escapó de mi boca un pequeño gemido, al notar lo excitado que estaba. “Mierda, bésame ya”, pensaba.

Coloqué mis manos en su cuello y finalmente miré a sus ojos, y entendí que esto era ese “algo” que sentía cada vez que nos juntábamos, mi piel se erizaba porque mi cuerpo entendía que lo deseaba, que nos deseábamos.

Sin mediar palabras, cerré mis ojos y relajé mi cuerpo, mis labios se entreabrieron y sentí la humedad de su boca encontrarse con la mía. De pronto sentí tanto placer que tuve que agarrarme de sus hombros para poder comenzar el recorrido de mis labios contra los suyos. Al principio fue suave, succionaba mi labio superior con su boca.

Mordí suavemente su labio y desaté todo su deseo, después de esto comenzamos a jugar con nuestras lenguas, moviéndolas en un baile prohibido.

Era todo tan real, Alam me estaba besando, estaba dándome a entender que me deseaba tanto como yo a él, que se comportaba como un idiota solo para que yo no me diera cuenta de que me amaba con locura.

"

Era un sueño."

Me desperté escuchando unos golpes en la puerta de mi habitación ¡Toc, toc! Seguido a esto oí la voz de alguien que acababa de sacudir mis pensamientos y mi cuerpo entero.

— Abi, ¿estás ahí? —el sonido de su voz suave y rasposa de pronto me calentó muchísimo más.

Traté de acomodar mi voz, con miedo de soltar un gemido involuntario, intentando no pensar en la humedad que había entre mis piernas.

—¿Qué quieres Alam? —traté de sonar enojada, al fin y al cabo me estaba despertando de un sueño bellísimo.

Acto seguido, él abrió la puerta, lo miré sentándome en la cama y las sábanas cayeron de mi cuerpo dejando mi torso al descubierto. Si no hubiera captado su mirada posarse en mis pechos no me habría dado cuenta de ello. Tragué saliva y en esos segundos que parecieron eternos subí la sábana volviendo a cubrir mi cuerpo.

—Lo… lo siento, siento lo de ehm… —su voz sonaba titubeante, mientras señalaba hacia mis senos, entendía que se disculpaba por haberme mirado así. Ya nos habíamos visto desnudos pero eso fue antes y ahora teníamos que volver a recuperar la confianza perdida.

—Da igual, ¿por qué me despiertas a esta hora? ¿Qué te pasa? —

— Me preguntaba si te gustaría cenar conmigo—

Asentí con la cabeza, me recosté de nuevo en la cama y me tapé hasta la cabeza.

Después de todo, sí había sentido algo de pudor a que me viera de esa manera. Cómo podía sentirme así después de todo lo que había vivido y hecho junto a él. Por dios si teníamos hasta una hija juntos! Mientras volvía a apoyar mi cabeza en la almohada oía como se cerraba la puerta. Al fin estaba sola en la habitación.

Entreabrí mis piernas mientras cerraba mis ojos, acaricié mis pechos con mis manos hasta que mis pezones reaccionaron al tacto, fui destapando mi cuerpo a medida que una de mis manos bajaba hacia mis piernas y se colocaba suavemente entre ellas, con mi dedo índice abrí mis pliegues y pude sentir cómo éste se deslizaba al contacto con la humedad que había allí, sentía mi clítoris súper hinchado, jugaba pasando suavemente mi dedo por ahí y sólo pensé en Alam; en su mirada deseosa al verme desnuda, y realmente no supe si me lo estaba inventando, pero tocarme imaginándolo se sentía muy placentero.

Solté un gemido suave que me provocó pensar que mi mano era la suya, y seguí tocando mi clítoris hasta abrir un poco más mis piernas e introducirme lentamente dos de mis dedos.

—Mhm… —se me escapó otro gemido.

—Sigue… —oí una voz susurrando.

Dios, ¿debería abrir mis ojos o dejarme llevar? Era mi momento. Sabía que era él, no se fue en ningún momento de mi habitación. Estaría loca, corriendo un riesgo tan alto, sinceramente me dio igual, toda la situación me calentaba aún más. Abrí mis ojos y seguí tocándome, mientras mis caderas se hincaban hacia mi mano para poder rozar mi clítoris. Clavé mis ojos en Alam, sus ojos claros parecían brillar de una forma que ya conocía, no dejaba de mirarme fijamente mientras yo me tocaba. Y yo no paraba de sollozar anhelando llegar al clímax, sentía que estaba muy cerca de hacerlo.




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