Mi vecino de abajo ©

***

Bajé del avión un poco aturullada, ¿como sabia ese hombre en qué cuidad me alojaba? ¿Acaso sabía donde me iba a hospedar? Estaba confusa y algo mareada.

Me subí a un taxi y le indiqué la dirección, me debí de desmayar, porque no recuerdo nada.

 

Llegué a la recepción e hice la cola. Una voz a mis espaldas me sobre saltó. -Habitación 413, suena muy bien, estoy justo debajo-. Los ojos color hielo me miraron y sonrieron, este chico me va a matar.

 

Subí a la habitación y me tumbé de un salto en la cama de matrimonio con vistas al mar y nevereta propia, suspiré y decidí llamar a mi amiga. -Celina, soy yo, Leo ¿Que tal estas? ¿Tu te habías ido a las Islas Caimán con Javi ? ¿Cuéntame que tal?-. Mi voz sonaba ilusionada, Celine en realidad se llamaba Celia, pero como ella a mi me llama Leo, yo quise ponerle un diminutivo, aunque este sea mas largo. -Súper bien, estoy súper feliz, últimamente Javi esta mas tímido, no se que le pasa la verdad… Oye, hablando de tíos, tu me juraste que este verano nada de líos ni royos ¿he?-. Su voz sonó tan risueña y alegre como siempre. -Pues si te soy sincera, he conocido a un estúpido muy mono, pero, en fin luego te cuento, que aunque mi lugar de veraneo no tenga aguas cristalinas voy a hacer surf igual-. Me despedí de ella apenada. -¡¡Hasta luego agilipollada!!, Te quieroooo-. Celine se limitó a colgar y yo hice ademan de relajarme en la cama.

 

Estaba apunto de quedarme dormida cuando mi habitación se lleno con los gemidos de mis vecinos de abajo. -…… Angelllll…. Señor Ruiz…… haaaaaaa….. Dame mas………. ANGEL-. Luego no escuché nada más. Me hicé un ovillo en la cama, creo que me he enamorado, mi subconsciente a empezado a chillar y en mi corazón saltan las alarmas. Y yo que pensaba que ese gilipollas podía haberme ayudado a recoger mis papeles esta mañana y nuestras manos se podían haber rozado y una historia de amor podría haber comenzado sin ni siquiera haber salido del aeropuerto. Lloré con rabia. Me había enamorado y eso en lo que mas me jodía. Las voces volvían, esta vez pude escuchar la de Angel. -Leonorrr…….. me corrooooo….-. Escuché un golpe y los gritos de una mujer. -¿¿¿Como que Leonor??? ¿Me has estado poniendo los cuernos? ¿Yo aquí esperándote ocho meses y tu con un amiguita? ¿A que esa zorra ya ha dormido en tu cama, a que te lo hace bien? ¡Eres un hijo de puta!-. Sonó un portazo y luego otra vez silencio. Me acerqué a la maleta y la deshice con rapidez, me puse mi mono acuático y salí por la puerta, ya me encargaría de hacer el resto después.

 

Empecé a surfear relajadamente, dejando mi mente libre, pensando en él. No podía enamorarme lo sabía muy bien, no quiero ningún tipo de relación. Quiero simplemente estar conmigo misma, cuidarme a mi misma, preocuparme por mi misma, hacerme el amor a mi misma. No quiero nada mas.

 

Llegué al hotel exhausta pero feliz, y en pocos segundos pude ver como todos mis esfuerzos por limpiar mi mente, habían sido en vanos. -Señorita París, ¿me complace en acompañarme hoy en la cena?-. Me moría por decirle que sí, pero, que pasa con la otra chica, aunque claro si me fuera a cenar con el, no seria una cita porque no me ha pedido una cita…. -Discúlpeme señor Ruiz, mi novio me espera al otro lado de la linea. ¿En otro momento quizás?-. Me maldecí a mi misma, ¿Novio? ¿Yo? No creo para nada en el amor verdadero y menos aun en el amor a primera vista.

 

Comencé a subir por las escaleras con la idea de hablar con mi abuela, en casos de amor siempre sabia que hacer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.