Mi Verde Amanecer

Capítulo Uno

Jamás podría decir que tengo la vida más genial del mundo, ni mucho menos los mejores amigos del universo, mentiría si dijera todo eso. Mi vida es una completa mierda, tengo unos padres que pelean noche y día, un hermano mayor que vive en Reikiavik, la capital de Islandia, o sea, que está a casi seis horas de Höfn, que es dónde vivo, y casi no nos vemos, mucho menos hablamos. Él decidió cambiar de vida e irse a estudiar a la universidad y vivir en casa de mi abuela, esa fue la razón que nos dio, pero todos en el fondo sabemos que su decisión fue basada en que estaba cansado de escuchar que lo llamaran inútil por no querer trabajar en una granja que produce quesos y que vende a distintos lugares del país.

-¡Ey! – mueve su mano con insistencia para llamar mi atención – Enya Magnusdóttir, ¿puedes colocar atención a la clase y responderme? – insiste la maestra Graham, una mujer de edad avanzada, tiene el cabello gris, luce elegante con su traje de dos piezas de color azul que resalta el color de sus ojos del mismo color.

Escucho algunas risas de mis compañeros y siento como mis mejillas se enrojecen, la maestra niega con la cabeza cansada y le pregunta a alguien más.

-La muda otra vez no quiere responder, ¿será realmente muda o es demasiado estúpida para contestar? – escucho que dicen los del grupo de atrás en tono burlón, bajo la mirada avergonzada y siento coraje por no tener las agallas suficientes para responder algo de lo que tengo certeza que sé, o para darles su merecido a esos idiotas. En algún momento de mi vida espero tener la suerte fuerzas suficientes para responderles y darles su merecido.

Suspiro agobiada, cierro mis ojos y aprieto mis puños con fuerza tratando así de eliminar mí frustración.

No pasa mucho tiempo y la clase termina, tomo mi mochila y salgo a pasos apresurados, camino hasta las gradas y me siento sola, como siempre.

Abro mi mochila y saco una manzana, le doy una mordida mientras veo como un grupo de chicos juega fútbol y unas chicas gritan eufóricas cerca de ellos. Sí, son guapos, pero no lo suficiente para hacer un escándalo con tantos gritos.

Uno de ellos desvía su mirada hasta las gradas, da una sonrisa deslumbrante y guiña un ojo, no tardo mucho en sentir mis mejillas rojas, miro a ambos lados para cerciorarme de que esa sonrisa sea para alguien más, pero al encontrarme sola confirmo que era para mí, no sabía que era posible que me pusiera más roja aún.

¿Dije que no eran lo suficientemente guapos como para hacer un escándalo?

Mierda, siempre hay una excepción para todo y Brannon es la excepción aquí, el capitán del equipo y el chico del que llevo enamorada desde hace tres años cuando debimos realizar una tarea juntos y descubrí que no es tan superficial como le demuestra generalmente al resto de la escuela.

Quedo embobada mirando al chico pelirrojo de ojos azules que continúa corriendo, está vistiendo ropa deportiva, shorts y playera sin mangas, ambas en tonos blanco y azul, a pesar del frío que hace.

Siento unas miradas sobre mí, me giro y veo a las chicas que estaban en la cancha darme miradas gélidas.

-¡Oye, nerd! – grita una de ellas en mi dirección – deja de vigilar a mi novio y vete a tu cueva, basura – suelta una risa burlona que me lastima en mi interior.

Siempre me han dicho que debo defenderme si alguien me ataca, pero no es tan fácil cuando todos son los que te atacan y estás sola, como yo en este colegio. Siempre he sido la chica rara, la que nadie elige, la nerd, la solitaria que nunca ha tenido amigos en este colegio.

He tratado, por Dios que he tratado de hacer amigos, de ser aceptada de una u otra manera, y siempre ha resultado un fiasco donde termino siendo la razón de burlas de mis compañeros, mi timidez gana y me hacen sentir que soy una boba, que no valgo la pena.

Otra de las chicas vuelve a gritar.

-Ve a buscar a tus amigos para que te defiendan… ¡Oh!, verdad que no tienes amigos – dice en un tono cruel que me afecta más de lo que me gustaría.

Las palabras pueden hacerte más mierda que unos golpes.

Tomo mi mochila y me voy corriendo sintiendo como las lágrimas comienzan a salir, las palabras de esas chicas me hicieron daño. Sin embargo, lo que más me duele es que una vez más no pude defenderme.

Mi vista está nublada por las lágrimas, ha comenzado a llover, así que trato de apresurarme más… siento un golpe repentino frente a mí, lo que me hace parar en seco.

-¿Estás bien? – pregunta la persona frente a mí, choqué contra un chico, bajo la mirada para evitar el contacto visual.

Asiento leve con la cabeza y me muevo para continuar mi camino, la sola presencia de ese chico hace que mi cuerpo comience a temblar.

-¿Estás segura? – insiste Brannon y lleva la mano hasta mi mentón para obligarme a mirarlo a los ojos – estás llorando… - suelta con voz suave sorprendido y pasa sus pulgares por mis mejillas para secar mis lágrimas en un movimiento delicado – no deberías dejar que te traten así, tienes que defenderte de ellas.

Vuelvo a asentir con la cabeza, la lluvia cae sobre nosotros y parece que el cielo se caerá en cualquier momento.

-De-debo irme – le susurro en un hilo de voz.

-Estás toda mojada, Enya. No puedo dejar que te vayas así, ya terminó el entrenamiento, si quieres te puedo llevar a tu casa.

Vuelvo a sentir como mis mejillas enrojecen. Mierda. Odio ponerme roja con tan poco.

Lo miro a los ojos por algunos segundos y niego con la cabeza.

-Brannon, cariño, ¿qué haces con esta basura? – pregunta Clarisse acercándose hasta nosotros, me da una mirada de odio que hace que me sienta pequeña y poca cosa a su lado.

-Cariño… - comienza a responder el chico con firmeza – Enya no es ninguna basura, es una chica como tú y merece respeto. Por favor, deja de insultarla.

La chica nos da una mirada de pocos amigos, sus ojos grises transmiten frialdad, rápidamente cambia el gesto y se acerca para abrazar al pelirrojo.




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