Selene
La celebración de Clara pareció alargarse lo suficiente, pero eso no quito el hecho de que Vladimir dichos días se volviera mi único últimatum para no caer en la desesperación. Para ser el dueño del lugar, no ha sido mal anfitrión si soy sincera, incluso me ha mostrado más pinturas de las común, aunque ninguna volvió a tratarse de él y de su madre, pero tampoco decidí zanjar en el tema, mucho menos de la extraña pregunta que me había hecho aquel día en el jardín. De inmediato después de su charla cambió el tema a otro menos profundo.
Aún así, eso no quitó que me lo pensara lo suficiente, que incluso me preguntara si era capaz de acceder a que mi mundo cambiara por completo. Aunque mi propia respuesta fue un poco obvia. No creía que la pregunta tratase de algo personal porque ya lo estaba siendo... al menos con todo lo pasado en ese tiempo mi mundo estaba cambiado.
¿Así que más estaría de aceptar si todo giraba costantemente en un cambio que no podía evitar?
Al menos que ese cambio tratase de algo demasiado drástico.
Pero eso era lo menos importante y no es que le tomara tanto interés, era necesario. Al menos con todo lo que ocurría, necesitaba estar segura de las decisiones que quizás podría tomar en el futuro.
En cuanto a mis padres, Vladimir había recalcado que no era seguro contactar con Ryan para conocer el paradero de mis padres y tampoco las llamadas, por lo que decidí creer un poco en sus palabras cuando dijo que encontraría una solución los próximos días.
- Existe una biblioteca que puedes degustar cuando quieras - detallo a Vladimir en el marco de la puerta de mi habitación.
- ¿Algo interesante que pueda descubrir en esa biblioteca? - Dejo a un lado el cepillo para ponerme de pies.
Se encoge de hombros.
-No mucho, pero a mí madre le gustaban las historias románticas... Igual puedes dedicarle a las rosas.
-¿No visitas a menudo este lugar? - se adentra a la habitación con calma.
-Clara se encargaba cuando podía, al menos cuando podía visitar este lugar. La mayor parte del tiempo se ha mantenido cerrado, salvó para evitar que colapse.
-¿Cómo llegaste a ser la mano de Caelian? - detalla los relieves del tocador.
-Lorenzo y yo somos buenos amigos, conocí a Caelian cuando fue convertido... De hecho lo entrené.
Alzó las cejas.
-¿Tú?
-¿Te sorprende?
-Pense que el rey - bato la cabeza.
-Caelian tiene sus siglos, no puedo negarlo, pero considero somos amigos aún, al menos los tres. Lorenzo y él... Al menos éramos lo único que teníamos antes de que los demás se unieran...
-¿Demás? - alza una ceja.
-Ya que deseas saber mi interesante vida... ¿Porque no me equilibras un poco de la tuya? Al menos que haya sido tan miserable el encierro como para contar algo decente.
Ruedo los ojos.
-Idiota - me cruzo de brazos dándole la espalda para mirar sobre la ventana - no fue miserable si es lo que deseas saber. Fue hermoso.
-¿Ah sí?
-Aun con el encierro, no recuerdo nada malo. Considero fue tan normal, estudiaba como cualquier chica normal. Al menos lo presentía de ese modo.
-Tiene sentido... El reinado se encuentra muy lejos de cualquier pueblo humano o ciudad. Es normal haber vivido si nada peligroso de por medio, nadie se hubiera interesado.
-Mis padres se han sacrificado mucho por esto, por mi - cierro los ojos al sentir ese nudo en mi garganta.
- Considero que a veces hacemos sacrificios, aunque esos sacrificios condenen a otros - indica acercándose hasta donde me encuentro, lleva su vista hacía las afuera del lugar y posa ambos de sus brazos detrás de su espalda -. Celeste murió con la posibilidad de creer que con eso protegía al hombre que amaba, aunque eso lo condenara por igual.
- Pero ella no esta muerta.
- No - me mira - solo quiero decirte que a veces cometemos algo creyendo proteger lo que más amamos, aunque eso signifique tomar una mala decisión. Los sacrificios por medio del amor, condenan, destruyen. Tal vez tus padres hicieron sacrificios al ocultarte, pero lo hicieron porque eres lo más importante para ellos. Ocultarte no fue un error.
- No ocultarme ¿Pero nacer? - miro hacía el suelo.
- La pregunta aquí es, si puedes soportar toda esa verdad. No, si realmente tienes el derecho de saberlo.
Suelto un suspiro.
- ¿Has hecho algún sacrificio? O peor aún, mentirle a alguien que quieres.
- Jamás he hecho algún sacrificio... pero mentir, si.
- ¿Y has lastimado mucho a esa persona? - frunce el ceño, como si dicha preguntara calara su propio auto-cuestionamiento.
- Espero que no - me mira - de lo contrario, no sé que podría hacer para que me perdonase.
No digo nada, simplemente me tomo la potestad de pensar con claridad si realmente debemos hacer sacrificios para salvar a la persona que amamos. El acto de Celeste es una prueba de ella, me gustaría preguntarle a Caelian si fue justo lo que hizo solo para salvarlo.