Selene
Cierta luz molesta a mis oculares de una manera que no hago más que prolongar una queja. Desorientada, abro los ojos con lentitud preguntándome del porque yazco en la habitación sin cuenta alguna y sin recordar el haberme dirigido allí para empezar. Lo último que reconozco es sentir a Vladimir besándome… eso era, me estaba besando.
¿Pero qué ha pasado? Un dolor de migraña ocasiona que gima por la molestia cuando insisto en lo más mínimo rebuscar algo vago en mi mente.
- ¿Estás bien? – la silueta de Clara apareciendo de la nada me confunde, incluso cuando se acerca a un extremo de la cama para inspeccionarme.
¿Cuándo había regresado?
¿Vladimir no le había pedido que se fuera por su seguridad?
- Sí, creo – trato de sentarme, pero de repente miles de recuerdos momentáneos llegan de inmediato que no hago más que sobresaltarme.
Dios mío.
La caída que Vladimir evito, su confesión, el beso y ellos.
Ellos…
El corazón se me paraliza cuando no es un ellos específicamente lo que recuerdo. Es él… el rey.
- Clara… - digo observando a todos lados.
- Afuera hay una gran discusión, créeme. Es mejor te quedes donde estas – indica para advetirme como si supiera exactamente lo que mi mente quisiera evitar y salvar – el rey se encuentra muy furioso.
Caigo sentada por el impacto. No puede ser. El rey… Caelian… estaba aquí.
¿Pero cómo había sido posible? Estaba segura Vladimir era cuidadoso ¿y si fueron ellos? ¿Esos vampiros de anoche? No podía haber una mera casualidad que desde ayer ellos de un infortunio aparecieran, y hoy el rey hiciera acto de presencia. Peor aún, Vladimir ahora debía estarse enfrentando a todos ellos.
¿Y si lo mataban por traición? De repente todas las alarmas se activaron en mí como terror de perderlo
- No, no, debo… - corro hacia la puerta, pero Clara me detiene.
- No puedes interferir en estos asuntos, Selene – niega – esto es muy diferente a todo lo que creías imaginar. Te sugiero te mantengas al margen.
¿Cómo podía decir eso con Vladimir corriendo peligro? ¿Es que acaso no lo entendía? Ella y su hermano habían sido arrastrados sin justificación a esta epifanía, debía incluso encontrar la manera de defenderse a sí misma.
Niego también, al borde de la locura, mi corazón latía de tanta prisa que no había manera justa y cuerda para pensar en algún plan que nos permitiera sacar de este apuro. Pero lo único que gritaba mi subconsciente era esa fría y vergonzosa palabra, eres humana. Y no había nada que yo pudiera hacer contra eso. Mi poder no rebasaba fronteras, menos murallas y órdenes.
- Tranquila, se solucionará - me consuela, pero sigo negando ¿Cómo era posible encontrarse en calma? ¿Acaso las décadas eran capaces de endurecer sentimientos?
Aun así había dos manera, quedarme de pies y esperar la muerte de alguien en mis ideas extremistas paranoicas, o hacer algo ridículamente estúpido para evitarlo, así que decidí escoger aquello absurdo que como humano tomamos como impulso. En un fuerte arrebato de conmoción, abrí la puerta y salí corriendo por los pasillos, tras la voz de Clara a mis espaldas y las voces provenir de abajo como fuertes disputas.
El dolor de migraña parece afianzarme aún más, incluso Clara se obstaculiza en mi camino advirtiéndome. Todo me da vueltas, mis piernas flaquean y al no contestar mis rodillas impactan contra el suelo. Llevo mis manos a los labios hecha un manojo ante esta situación. Clara se arrodilla junto a mí para ayudarme a regresar, pero mis suplicas son tan desesperantes que ella niega furiosa y dudosa, incluso preocupada y al borde del pánico. Comprendí que no era la única, a Clara también le importaba lo que podía repercutir con esto, nosotros los habíamos arrastrados y ahora inocentes serían capaces de pagar por algo que nunca pensaba sucedería. Volví a suplicarle, hasta que al final se dio por vencida, creo que accedió de igual forma al conocer que mi desesperación por salvar a Vladimir era tal que mi debilidad y humanidad no era medida para esa entonces.
Así que con todo el valor que recogí y ella me ofreció, corrí hacia el principio de las escaleras, pero lo que vi a continuación fue tal como para llevarme las manos a los labios reprimiendo un sollozo y cayendo de rodillas ante el impacto. Abajo pude ver como ese hombre, ese que suponía considerarse rey le asestaba un golpe a Vladimir mientras los demás eran espectadores.
¿Acaso nadie se atrevía a detenerlo?
¿Ni siquiera los que decían ser sus compañeros?
Otro fuerte golpe es enviado al tabique de Vladimir, sangre se detalla en sus labios y como si fuera poco una batalla de la que nadie se acerca, se emplea.
- Me has traicionado – la voz de aquel hombre envuelto en aquella chaqueta larga con bordados dorados y de aspecto glacial no hace más que enviar voces que retumban en las paredes y ocasiona cierto escalofrío.
- Si abrieras bien los ojos te darías cuenta de la realidad – escupe Vladimir hincado sobre el suelo ¿es que acaso no iba a defenderse?
- No puede – Clara susurra a mi lado cuando ve mi rostro, mis lágrimas apenas asomándose y mi cuerpo temblando. Sus manos están presionadas sobre su pecho con su ceño meramente fruncido asustada por igual de esta situación – es el deber… hasta cuando el rey de la orden.
- Te creí mejor que esto – alzó una mano – Vladimir Beltrame, recibirás una muerte por traición a la corona. Serás torturado cómo castigo y ejecutado al segundo mes bajo el sol cuando el antídoto se esfume de tu sistema. Cómo antiguo, se te dará una muerte digna y grabaremos tu nombre en la pila de sempiternos honorables.
En un ágil movimiento dos hombres de la nada emergieron de ambos lados donde el rey se situaba, yendo sobre en ventaja hacia Vladimir, uno de ellos tomo posesión pasando su brazo para cubrirlo por el pecho y sus hombros como si buscase cubrirlo de las espaldas, pero eso no hacía más que al parecer darle el acceso al segundo un pase libre… uno que reconocí desde el principio.