Mi Vida (saga 1 Demonios)

Capítulo XIII: El segundo encuentro

¿Celeste?

No, no, yo no era...

Lo ví ladear la cabeza. Alarmé mis sentidos, si tenía que gritar, podía hacerlo con todas mis fuerzas. Aunque de nada sirviera. No era como si yo pudiese enfrentar a un vástago de la noche a la mañana. 

¿Que conseguiría? Moriría en tan solo una fracción de segundos. Tenía una lucha mental y otra física, pero aunque me atreviera a hablar o decir algo al respecto sería imposible, mi voz se había esfumado.

La batalla que se libraba me daba entender dos cosas. Si todo terminaba aquí o esto resultaba ser el comienzo, de algo muy, pero muy distinto a lo que suponía creer. No había punto medio al que yo pudiera escoger.

De todos los lugares, de todos los años...

-Te contaré una historia - podía sentir mi corazón golpearse contra la caja torácica.

Quería salir de aquí o encontrarle una explicación. Además... Recuerdo había mencionado el nombre de Celeste ¿Tenía que sorprenderme? Imaginaba que nadie a estás alturas no conocía el nombre de mi tía. En su época dbió causar el suficiente revuelo antes de morir, y tras su muerte, no falta mencionar la revuelta de problemas que nos ha traído.

-Hace mucho tiempo, en el reino oscuro, donde no existía la traición, la mentira, ni los secretos. Vivían dos reyes y tres príncipes que soñaban con una familia numerosa y basta como la de los humanos. Soñaban con risas y princesas, con reinas gobernando a sus lados, con niños y animales. Soñaban con la luz, con el cielo azul, la brisa suave y el caliente sol. Un día, en la curiosidad de su sentir uno de los príncipes escapó, y una vez en el exterior se encontró con una criatura distinta a él, inigualable. Con la humanidad y trajo consigo esa humanidad, pero el exterior no solo lo llevo a encontrar a la criatura, llevo a arrastrar al reino, enfermedad, dolor, agonía, sufrimiento. Y el reino, el hermoso reino oscuro que alguna vez existió, fue consumido por el fuego y por la sed amarga del terror. Reyes y príncipes murieron... ¿Pero sabes porqué murieron? La peligrosa criatura, les enseño a los reyes y príncipes que no eran únicos, que eran monstruos, que eran algo que no debía existir.

Sus ojos miran al suelo, quieto, como una gacela, relata aquella historia.

-Pero unos de los reyes, en su último aliento de agonía, creyó en esperanza que si existía. Esa familia, famila de reyes y reinas, familia donde los rayos no nos lastiman, dónde reinan por largo años, y se quedó de piedras, esperando que su lejano legado, la chispa de su sangre encontrará en algún futuro, ese reino de luz.

Se calla... Mis latidos son el único sonido que queda tras el silencio muerto de sus palabras. 

Una historia... Muy, muy trágica.

Pero... ¿Por qué me contaba esto?

-Ese reino no volverá, nunca existió. Y tú tampoco - es lo último que dice antes de avalancearse ante mi.

*** 

Despierto cuando los rayos del sol y el trinar de algún pájaro me despierta. Un dolor de cabeza se intensifica, haciéndome gemir en tal angustia, adaptándome a la posición. Con esfuerzo y un poco más del necesario, abro los ojos, la vista borrosa, pero visible ante la luz me muestra el techo de la habitación.

¿Qué ha pasado?

Me levanto con pereza, con el sumo cuidado que requiera cuando un leve mareo ataca mi sistema. Mi ropa se encuentra en su orden, las sábanas intactas, las maletas medio hechas en un rincón del lugar.

¿Pero, qué ha pasado? 

No comprendo. Los recuerdos son difusos y un poco miserables. Aquella cuando mucho no era la habitación de mi hogar. La madera del piso no era la misma, tampoco la cama dosel. Mucho menos la sencilla alfombra. No quería sonar quisquillosa, pero. Tenía un tocador labrado en caoba que fue un regalo de Amelie en el día de mi nacimiento. También tenía una alfombra de piel de oso blanco que fue un regalo de alguien que hasta la fecha no recuerdo. Algo aterrador claro, no es que fuera una afamada nata de la caza y coleccionista de animales únicos. Pero había sido un regalo y todo en mi hogar era un poco más costoso de lo necesario. Mis padres tenían una fortuna que les permitía vivir acomodadamente. No es que fuéramos de vivir en un palacio, pero nuestra casa grande, mezclada con lo antiguo y lo moderno era basta y suficiente para todos. 

Pero, tener que hablar de la fortuna de mi familia no era el real asunto. Se supone, o lo que recuerdo imaginar había viajado para saber de las reencarnaciones que arrastraban mis pesadillas. Recuerdo a un demonio, las respuestas nada claras, el extraño resfriado de mi tía cuando se era de suponer todo iba bien hasta las fechas para nuestra convivencia. 

Pasaríamos navidades juntas. Pero, luego la tormenta aterrizó y anoche estuve en un café. Debí estar lo suficientemente cansada como para apenas recordar lo que hice después de terminar el té. Las cosas que han sucedido en estos días, sobre todo las reencarnaciones de Tusuru no han sido algo que pueda tomarle media importancia.

Tomo asiento, pero algo en la mesita de madera capta mi atención. Un boleto, y un folleto de información.

Jackson Hole.

¿Qué es Jackson Hole?

Un pueblo al otro lado del continente. Más pueblos, como si no estuviese cansada de ir en uno a otro ¿Pero, porqué tendría algo así? Se supone debía esperar a Jodiel o...

Me pongo de pies, hago a un lado la cortina. Exacto, el invierno del año me tiene varada en este lugar. Cojo el teléfono y en vano intento llamar a mis padres. 

La tormenta parece haber disminuido, tal vez los vuelos puedan retormar su destino. El viento es traicionero, pero no creo que se atreva a más, al menos que decida dejarme clavada todo lo que resta del invierno. La señal es pésima y con escasas esperanzas, dejo un mensaje esperando que cuando haya señal pueda llegarle. 



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En el texto hay: asesinatos, vampiros, amor

Editado: 21.11.2022

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