Selene
Veo escenas, la de una casa blanca y manos picosas, muchas manos posarse sobre una niña pequeña, no hayo la verdadera razón de descubrir si la protegían, la abrazaban o trataban de lastimarla, de dañarla para siempre y llevarla a gritos de dolor. Tenía miedo de que pudieran hacerle algo, pero no puedo sostenerla, no podía cerciorarme de lo que sucedía en ella. Hablo, y mientras más hablo caigo en la desdicha de no ser oída.
Me sacudo temiendo que alguien pueda hacerle daño a la infante, no puedo cerciorar si se trata de mí o alguien más, pero esas escenas difusas poco definidas solo me inquietan... tengo miedo de que alguien le cause un daño terrible.
- Duerme – escucho a lo lejos y un olor a madera de pronto inunda mis fosas nasales.
¿Había madera? No puedo comprender del todo lo que ocurre, incluso batallo para abrir los ojos, para que alguien pueda notarme o escucharme, sin importar que mis palabras se las lleve la nada y cuando me esfuerzo alguien frente a mí parece encontrarse, pero todo se encuentra demasiado oscuro como para notarlo. Intento emitir sonido alguno, descubrir que pasaba, pero no soy oída o las palabras no se proyectan y en un esfuerzo vuelvo a caer en un sueño profundo que me hace caer y caer tras flores.
Ese sueño de pronto comenzó a ser glorioso, a ser pacífico, me encontraba rodeada de una pradera con diversas flores silvestres, parecía llevar un largo vestido, correteaba sin césar quizás siendo perseguida por alguien, pero no comprendo del todo si vuelvo a ser yo porque me siento demasiado cerca del suelo. Tal vez ese recuerdo se trataba de cuando era una niña, pero incluso recavo en mi pasado y no recordaba ese momento.
Una voz tras de mí se escucha como en risas, trato incluso de ver de quien se trata, me esfuerzo pero al conseguirlo caigo de nuevo con que todo se esparce como si de un borrador se tratase, impidiéndome que eso fuera posible. Aquello que ocurre parece traerme de pronto y con un poco de rudeza al presente, porque de la nada abro los ojos.
Al hacerlo descubro que mi corazón latía un poco; me encontraba en una habitación desconocida de paredes labradas en madera lo que me daba la razón de porque olía a madera, una luz opaca se proyecta, el clima era lúgubre y el sol no se vislumbraba o me topaba. Yacía en una cama dura, mis piernas estaban cubiertas por unas sábanas de color gris, mi cuerpo estaba paralizado y cuando intentaba realizar un movimiento se sentía tan extraño. Ladee la cabeza intentado moverme y poder sentarme, pero un dolor fuerte y preciso me hizo gemir a toda costa.
Unos dedos se posaron en mi hombro, fríos.
- No lo hagas, debes descansar.
Alzo el rostro despacio y me encuentro con una mirada, un rostro diferente. Unos ojos tan extraños y hermosos, un tenue gris suave entremezclándose casi con el agua bajo pestañas que se agitaban observándome.
Era un rostro único, que fue cincelado con delicadeza. Pero era algo también fuera del mundo terrenal.
Sobresalto, pero debido al dolor esta me mantiene absorta entre las sábanas, él me observa sin decir nada, solo me toma del hombro impidiéndome cometer un movimiento.
- Te encuentras débil - parece detallarme con curiosidad y quizás con un poco de intriga e intensidad.
Su voz, su voz es como una linda melodía... pero esa melodía no es más que una sinfonía de terror porque allí, a escasos centímetros se encontraba un vampiro, era un vampiro, de todas las posibilidades que se hacía para evitar toparme con uno, había llegado de tan lejos a tener a uno privándome ¿Qué había pasado? No podía recordarlo con claridad y cuando me esforzaba por intentarlo, mi mente parecía no encajar las piezas con perfección y reproducir la escena con claridad.
Intento colocarme de pies pero me lo vuelve a prohibir, algo en mi pecho cerca de mi hombro derecho me tienta en un dolor sufrible, había unas vendas que lo envolvían.
¿Tal vez me había fracturado el brazo? De solo recordar un dolor de cabeza me atacaba.
- ¡No me toques, aléjate de mí! – musito jadeando entre el susto y la confusión cuando busca querer tocarme de nuevo.
Sentía todo volverse borroso de nuevo, tras las náuseas y el vértigo la cama parecía moverse, mis piernas temblaban. Siento unas manos tomarme de los brazos y posicionarme de nuevo en la cama cuando al parecer estaba por desmayarme nuevamente, toso y al hacerlo el dolor en mi cabeza se intensifica.
- Toma – algo toca mis labios y entra deslizándose quemándome casi la garganta, tibio, pero se sentía tan bien a pesar de todo.
Era absurdo gritar y decirle que no me tocará, ni siquiera era dueña de mis propios movimientos.
¿Cómo había llegado hasta aquí?
- ¿Quién eres? – musito.
- No se esfuerce mucho – era bizarro pero entonces recordé, el chófer que me llevaba a mi destino había chocado con otro auto, ese auto llevaba consigo al hombre que ahora tengo frente a mí.
De inmediato lo miro con temor, el había arrojado al pobre anciano, quizás estaba muerto y luego había querido ir a por mí.
- No murió si te lo preguntas, solo tuvo lesiones graves - comenta colocándose de pies.
¿Pero qué es eso?
Miro hacía arriba. Había escuchado que los vampiros eran más altos que el humano promedio común, pero él no estaba entre vampiros comunes que yo conociera. Jodiel era alto, pero este, estaba segura rebaza por cinco o diez pies más a Jodiel.