Selene
Nos detenemos de forma abrupta sobre la carretera, no sé si sea necesario o común de que por mi mente pase el hecho de querer escapar ahora mismo, pero considerarlo seria absurdo, sobre todo imaginarlo. Provocar a un vampiro sin antes tener una fase para enfrentarlo seria mi muerte certera y no lo considero la mejor solución cuando las muñecas de mis manos arden debido a las heridas. He deseado hablar para ser atendida, pero intentar abrir la boca seria tedioso, más cuando mi compañero de viaje no tiende a ser muy considerable. Lo que auguraba más mi desconfianza.
Intuyo como sale del auto y saca algo de la guantera del vehículo, ruego porque ahora no desee meterme allí cuando abre la puerta del copiloto justo donde me encuentro. Seria el colmo tener que seguir el viaje guardada contra la cajuela.
Aguardo a que diga algo antes de abrir la boca para soltar una palabrería poco amigable.
- Podrá infectarse si no es curado de inmediato - indica señalando las líneas rojas de mis muñecas ensangrentadas que comienzan a tomar cierto color amoratado.
- Con alguna gaza, alcohol, yo...
- Eso no servirá, no podemos detenernos por mucho... necesitas tomar un poco de mi sangre - lo miro de inmediato, sus intensos ojos grises me dicen que no parece estar jugando, a lo contrario.
- No beberé nada - le miro incrédula.
- Se te fue dada sangre de sempiternos en tu nacimiento... sabes las consecuencias de eso, cura, pero en tu caso estoy seguro debe ser distinto, debes necesitar en cierto tiempo alguna otra dósis ¿no te lo habían explicado?
Hago la mirada hacía un lado reconociendo ese hecho, muchas veces había querido negarme a esa realidad, detener mi muerte al nacer fue un proceso demasiado explícito al sacrificio y una sola dósis no era la necesaria para evitarlo, a mi pesar debo seguir tomando otras pequeñas cantidades, quizás tres en toda mi vida para culminar dicha epifanía, evitando así no volver a experimentar un maletar secundario y mortal.
Desde mi nacimiento he tomado solo dos dosis, me he negado a la tercera por muchos hechos, porque ya he crecido y porque es imposible tener estómago para soportarlo. O incluso reconciderar que gracias a ese obsequio se ganó la eternidad de mi amiga.
- Si, lo sé... pero no...
- Con unas gotas bastaran, además, aceleraría el proceso de que sus héridas sanen de inmediato. Es urgente y no puedo quedarme a esperar que sus dudas andantes se aclaren - lo veo aproximarse a donde me encuentro.
- ¡No me toques! - grito creyendo que hará algo - suficiente ha sido con que me las haya ocasionado. Mis dudas serian poco a lo debido.
- ¿En serio quieres forcejar contra esto? - me mira apacible, una apacibilidad que me causa escalosfríos - solo cierra los ojos, nada pasará.
- No abriré la boca - le digo como si se fuera vuelto loco.
- ¿Lo quieres servido en una cuchara o en un plato? - le lanzo una mirada que podría incinerarlo si fuera posible.
- ¿Podría... podría darme mi espacio? - lo siento demasiado cerca de mí.
- Niña... - indica severo, aún cuando sé que colmarle la paciencia esta de más. Pero atreverme siquiera, seria demasiado.
Aunque, si no consigo persudirlo de alguna manera, podía terminar siendo obligada, o en otros casos, hipnotizada, cuando poco manipulada.
- Lo haré - digo de inmediato razonando ante esas posibilidades suyas - pero...
- Extiende las palmas, será rápido - me extiende una botella de agua - es para que limpies tus manos después.
No sé si objetar algo que emplee esto más sencillo, solo sé que también deseo que el ardor de mis muñecas desaparezca, y que muy posiblemente todo esto se resuelva. Por lo que con una gran voluntad, de esas que no poseo en lo profundo de mi ser, me obligo a cerrar los ojos extendido las palmas.
* * *
Jackson Hole en definitiva es un pueblo sereno de pocos habitantes, estoy segura muchos deben conocer la vida de cada persona que allí reside y no es para recalcar que hasta los momentos ya en algunos lugares debe estarse corriendo el rumor de que hay posiblemente dos personas nuevas llegando ha dicho lugar para quedarse por tiempo indefinido.
Un animal por así resumirlo de un tamaño nada normal y una humana a su lado muerta de miedo.
La primera puerta que abro me muestra una habitación espaciosa como toda la cabaña restante. El piso de madera, las paredes de la misma índole y los diversos colores que le dan un ambiente cómodo bajo tonalidades terracotas y un tanto cremas, salta a ser acogedor. Pero no estoy muy segura si ese sítio sea lo suficiente acogedor con ese vampiro cerca de mí. Sobre todo, conociendo el hecho de que la cabaña se encuentra situada a varios kilómetros lejanos cerca del pueblo, así que mis posibles vecinos son nada más que arboles y arbustos heroícos que van ayudarme en caso de un futuro posible peligro.
Detallo el lugar y me dejo caer sobre la orilla de la cama detallando mis muñecas sin un gramo de cicatriz o marca anterior del esfuerzo que hice al tratar de desatarme de la brutalidad que fue capaz de hacer.