Hola, me presento. Soy Ethan Cross, tengo 25 años. Hasta hace poco, era un estudiante universitario a punto de graduarme en Administración. Mi plan era sencillo: conseguir un buen trabajo, encontrar pareja (tal vez alguien de mi edad o un par de años mayor), tener cuatro hijos, una casa en una montaña con vistas al mar y un Golden Retriever para completar la escena perfecta. Pero el destino, al parecer, tenía otros planes para mí."
Todo comenzó con Erebus Biotech, una empresa que cambió el mundo al encontrar la cura para el cáncer. Por un tiempo, la humanidad vivió en un estado de euforia, pensando que habíamos vencido a uno de nuestros mayores enemigos. Incluso estaban cerca de descubrir la cura para el VIH. Sin embargo, lo que vino después fue el principio del fin.
Un día, en uno de sus laboratorios, dos empleados decidieron jugar al baloncesto en horario laboral. Uno de ellos falló un tiro, y el balón golpeó un tubo con un virus modificado. En lugar de seguir los protocolos de seguridad, optaron por limpiar rápidamente, ocultar el accidente y fingir que no había pasado nada. ¿Nunca vieron Resident Evil? Porque, gracias a esa decisión absurda, desataron una de las mayores pandemias que la humanidad haya conocido.
"El virus se propagó rápidamente. Sus síntomas iniciales se confundían con una gripe común: tos y estornudos incontrolables. Pero al segundo día, las víctimas comenzaban a convulsionar y morían de un paro cardíaco debido al esfuerzo extremo del corazón. Lo peor vino después: al tercer día, los muertos regresaban a la vida... pero no como antes. Atacaban todo lo que se movía.
En cuestión de semanas, el mundo colapsó. Los gobiernos cayeron, las ciudades se convirtieron en cementerios, y los pocos que sobrevivimos vivimos escondidos. Como si eso no fuera suficiente, el virus sigue mutando, dando lugar a infectados más rápidos, más fuertes... y más mortales. Ahora, este es mi día a día: sobrevivir en un mundo donde los muertos superan a los vivos.