Capítulo 15: El miedo a ser feliz

Todo parecía alinearse: el proyecto avanzaba con éxito, su relación con Dioel se fortalecía, y por primera vez Aydee sentía que tenía un lugar donde quedarse. No físicamente, sino emocionalmente. Un lugar seguro, compartido.

Pero justo cuando la felicidad empezaba a asentarse… apareció el miedo.

Era sutil. Llegaba en las noches, cuando el silencio le recordaba todo lo que alguna vez se rompió. Cuando se miraba al espejo y se preguntaba si realmente merecía tanta calma, tanta compañía. Porque durante tanto tiempo, Aydee había estado acostumbrada a luchar, a resistir, a sobrevivir… y ahora, ¿qué hacía con la paz?

Una mañana, mientras desayunaban juntos en casa de Dioel, él la notó distante.

—¿Estás bien? —preguntó, dejando el café a un lado.

Aydee dudó. No quería empañar lo que tenían. Pero tampoco podía fingir.

—Tengo miedo —confesó.

—¿De qué?

—De que esto sea demasiado bueno para ser verdad. De perderlo. De perderme a mí.

Dioel se acercó, apoyó su mano sobre la de ella.

—Aydee… yo también tengo miedo. Pero no por nosotros. Tengo miedo de que te alejes sin darme la oportunidad de demostrarte que no soy como los demás.

Ella lo miró. Y algo dentro de su pecho se aflojó.

—No quiero irme —dijo—. Pero aún estoy aprendiendo a no sabotear lo bueno que me pasa.

—Entonces aprendamos juntos —respondió él—. El amor también se construye con dudas, pero lo importante es no huir cuando aparecen.

Ese día, Aydee no recibió carta. Pero escribió una por su cuenta, en su diario:

> “Hoy entendí que el miedo a ser feliz es solo una señal de que la felicidad es real. Porque solo tememos perder aquello que realmente nos importa. Y yo… ya encontré algo que importa. Mucho.”

El amor no se trata de no tener miedo. Se trata de elegir quedarse a pesar de él.

Y Aydee… decidió quedarse.