Mía nena, mía

Chapter 3

~ T O M ~

 

Había terminado mi jornada laboral hace un par de horas y había ido a casa de mi amigo Robert para tomarme unas cervezas con él y mi otro amigo Chris, aunque parecíamos cercanos, no siempre hablábamos de cosas personales que tuvieran que ver conmigo, me gustaba ser algo reservado, al menos que se trataran de mujeres y ahora estaba con la mirada perdida en un punto pensando en Aitana, aunque no haya podido verla de cerca, me bastaba con la imagen que ahora conservaba en mi cabeza.

 

—Tom... ¿Estás escuchando? —Preguntó Chris, quien estaba sentado en el sillón contando algo sobre su trabajo, yo no podía escucharlo, mi mente estaba en otro lado.

 

—Lo siento Chris...—Me disculpé mirando al rubio y bebí de mi cerveza. ME sentía algo estresado, pero seguramente era todo el trabajo que había tenido durante el día—. Tengo tantas cosas en la cabeza...

 

—¿En cuál cabeza? —Ellos eran mis mejores amigos, y me conocían perfectamente. Sabían que solamente un par de piernas me tendrían tan distraído, ya que normalmente el trabajo lo dejaba en la oficina, no me llevaba mis asuntos a la casa para evitar vivir como lo había hecho mi padre—. ¿Cómo se llama? —Robert mostró interés y siempre éramos los mismos para hablar de mujeres. Al menos Robert y yo, Chris era mucho más fiel con su novia Rose.

 

—Su nombre es Aitana... —Me enderecé en mi asiento y seguramente mi rostro se iluminó cuando hablé de ella— Es una morena preciosa... —Suspiré con una sonrisa—. Dios, muchachos, voy a dejarme de llamar Tom Harper si no la llevo a mi cama —Dije con orgullo y alzando una de mis cejas.

 

Robert se río conmigo, acompañándome en el pequeño comentario que había dado, en cambio Chris se había quedado un poco en silencio, era común en él. No le gustaba cuando Rob y yo tratábamos a las mujeres como objetos, pero no podíamos evitarlo, antes de que el hombre estuviera con Rose, solíamos irnos de cacería y nadie hacía drama por eso.

 

Esa misma noche quería ir al bar para saber si Jules, había logrado convencer a la joven a lo que habíamos hablado. La quería en mi cama lo más pronto posible y no estaba dispuesto a negociar nada más, más aún sabiendo que ahora no dejaba de pensar en ella y no me imaginaba teniendo a otra mujer por el momento, no hasta que aquella chica fuera mía. Decidí terminar la reunión con mis amigos un poco antes, para ir hasta el local, miré mi reloj y aún era demasiado temprano para que me recibieran ya que no estaba abierto al público, pero yo no era cualquier cliente. Al estacionarme en frente quise llamar a Jules a su celular antes de entrar, pero no respondió.

 

Si había algo que no tenía dentro de mí era paciencia y menos cuando se trataba de mujeres, así que me bajé del auto para caminar hasta dentro del local. Sentí el cambio de temperatura que hizo erizar mi piel, comenzaba la época de frío y debía estar mejor vestido para eso, mi mente siempre divagaba cuando se trataba de cosas tan banales como el clima. Le sonreí a la chica que estaba detrás del mostrador, que ya me conocía, y le pregunté por Jules.

 

—Ella se encuentra en su oficina con alguien —Explicó la joven señalándome donde estaba el lugar. Caminé hasta ese lugar escuchando como habían comenzado a poner la música, ya se acercaba la hora para abrir y las chicas seguramente se estaban arreglando para comenzar su jornada. Yo no tenía problemas con esos lugares, muchas veces me habían ayudado a persuadir a algunos socios para cerrar tratos y me ayudaba a que siempre esos socios de afuera quisieran regresar a la ciudad ya que Jules tenía a las chicas más bonitas del lugar. Antes de poder abrir la puerta escuché dentro una conversación, acompañadas con un llanto que me preocupó. Pensé que podría ser Jules quien estaba mal.

 

—No vas a decirme qué pasó... —Preguntó la mujer. Ahí supe que no era ella quien estaba llorando, no sabía quién podría ser, pero me quedé ahí de pie, era un poco metiche de mi parte, solo que cuando quise irme, Jules volvió a hablar aclarándome las dudas de quien estaba ahí—. Debes decirme Aitana, no puedo ayudarte si no hablas conmigo —Ladeé la cabeza y puse mi mano sobre la manilla fría de la puerta.

 

—Ya no quiero seguir viviendo así... Jules déjame quedarme en tu casa unos días, por favor...—La joven hablaba entre sollozos. Por alguna razón me hizo sentir más interesado en saber que estaba pasando.

 

—Sabes que puedes quedarte conmigo el tiempo que necesites, pero quiero que me expliques qué pasó... —Jules hizo la misma pregunta que me habría gustado hacer a mi entrando. Podía- ser un maldito, pero cuando tenía la oportunidad de ayudar a una persona, lo hacía. Solo que no sabía si aquella chica quería la ayuda.

 

—Nada Jules, estoy harta... —La chica soltó un fuerte suspiro y yo decidí soltar la manilla, no iba a interrumpir, no me sentía capaz de hacerlo

 

—¿Pensaste lo que te propuse? —Sonreí al darme cuenta que hablaban de mi propuesta. Eso me hizo dejarme de tonterías, quería escuchar su respuesta, aunque estuviera interesado en saber que le había pasado y porque estaba llorando, también quería acostarme con ella, no podía ser un hipócrita y negarlo.




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