Mia ¡por siempre!

Confrontación.

Esa misma noche, Emerzon había salido a cenar con su mejor amigo, Lorenzo, en un restaurante elegante del centro de Milán. Ambos estaban disfrutando de una conversación animada sobre los últimos avances en la empresa y los planes futuros. Sin embargo, la mente de Emerzon no podía dejar de pensar en Ida, la mujer que lo estaba volviendo loco, sin apenas haber probado ni un delicioso beso de esos labios que eran una tentación.

Mientras Lorenzo hablaba, Emerzon miró alrededor del restaurante y su corazón se detuvo al ver a Ida sentada en una mesa cercana. Pero no estaba sola. Frente a ella, con una sonrisa encantadora, estaba Mauricio Hernández. Emerzon sintió una oleada de celos y rabia al ver cómo su enemigo intentaba tocar la mano de Ida.

—¿Qué demonios está haciendo él aquí? —murmuró Emerzon, apretando los puños bajo la mesa.

Lorenzo, notando el cambio en la expresión de su amigo, siguió su mirada y vio a Mauricio e Ida.

—Emerzon, cálmate. No hagas un escándalo aquí. —dijo en voz baja, tratando de mantener la situación bajo control.

El hombre apenas podía contenerse. La visión de Mauricio tan cerca de Ida, con esa sonrisa manipuladora, lo hacía querer levantarse y golpearlo sin importar las consecuencias.

—No puedo creer que esté intentando algo con ella. —dijo entre dientes, su voz llena de furia.

Lorenzo puso una mano en el brazo de Emerzon, tratando de calmarlo.

—Escucha, Emerzon. No es el momento ni el lugar para esto. Si haces un escándalo, solo le darás a Mauricio lo que quiere. Mantén la calma y piensa en una manera de manejar esto sin perder el control.

Emerzon respiró hondo, tratando de calmarse. Sabía que Lorenzo tenía razón, pero la rabia y los celos seguían ardiendo en su interior.

—Tienes razón, Lorenzo. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras él intenta manipularla, porque fíjate que eso es lo que está haciendo, el estúpido ese.

Lorenzo asintió, comprendiendo la frustración de su amigo.

—Lo sé. Pero confía en Ida. Ella es inteligente y sabrá ver a través de las intenciones de Mauricio. Solo asegúrate de estar ahí para ella cuando lo necesite.

Emerzon asintió, tratando de calmarse. Sabía que debía confiar en Ida y en su capacidad para manejar la situación. Pero también sabía que no permitiría que Mauricio se saliera con la suya.

—Confío en ella, Lorenzo, pero no en esa rata de quinta. Sabes perfectamente como es de tramposa.

Mientras observaba a Mauricio e Ida desde la distancia, se prometió a sí mismo que protegería a Ida de cualquier amenaza, sin importar lo que costara, además que no permitiría que le arrebaten a la mujer que lo ha dejado hechizado.

—Cada vez me convenzo de que fue ese imbécil que me envió ese correo anónimo, así que si este es su juego, entonces que empiece a ver quién gana. —murmuró Emerzon, con los ojos fijos en Mauricio.

—Amigo, cálmate, de lo contrario acabarás no solo perdiendo la batalla, sino también a la mujer que amas. En la guerra, la mente fría y el corazón valiente son nuestras mejores armas.

Lorenzo, trataba de mantener la calma en su voz, sabiendo que cualquier movimiento en falso podría desatar una tormenta. Conocía perfectamente a Emerzon quien podía ser implacable cuando algo o alguien significaba tanto para él. Pero también sabía que la impulsividad nunca traía buenos resultados.

Emerzon apenas podía escuchar a su amigo, su mente consumida por una mezcla de celos y determinación. Sabía que no permitiría que Mauricio se interpusiera entre él e Ida. Quería creer que todo esto era parte del plan de Mauricio, y no dejaría que sus emociones fueran utilizadas en su contra.

Sin más opción, Emerson se obligó a respirar profundamente, intentando mantener la calma. Estaba decidido a enfrentar a Mauricio y asegurarse de que Ida estuviera a salvo de sus manipulaciones. Sabía que, para proteger lo que valoraba, debía ser más astuto y mantener la cabeza fría, como dijo Lorenzo.

Las luces de la ciudad brillaban intensamente en la ciudad a medida que la noche avanzaba. Emerzon, aún enfurecido por lo que había visto en el restaurante, decidió que no podía dejar pasar la oportunidad de confrontar a Mauricio.

Sabía que él frecuentaba un club exclusivo en el centro de la ciudad, así que se dirigió allí con la determinación de dejar en claro a quién pertenece Ida.

—No piensas ir, a dónde creo que vamos, ¿verdad? —preguntó Lorenzo con evidente preocupación.

—Tengo que solucionar eso.

Al llegar, Emerzon entró al club y rápidamente localizó a Mauricio, quien estaba sentado en una mesa con algunos colegas, riendo y disfrutando de una bebida. El hombre se acercó con pasos firmes, su mirada fija en su enemigo.

—Mauricio, tenemos que hablar. —dijo Emerzon, su voz baja pero cargada de tensión.

Mauricio levantó la vista, sorprendido pero no intimidado.

—Emerzon, qué sorpresa verte aquí. ¿Qué puedo hacer por ti? —respondió con una sonrisa sarcástica.

Emerzon se inclinó hacia él, sus ojos llenos de furia.

—Quiero que te mantengas alejado de Ida. No sé qué estás planeando, pero te advierto que no te acerques a ella.

Mauricio se recostó en su silla, disfrutando de la confrontación, se lo esperaba.

—¿Y por qué debería hacer eso, Emerzon? Ida es una mujer libre. Puede salir con quien quiera. —dijo, su tono provocador.

Emerzon apretó los puños, luchando por mantener la calma.

—No me importa lo que pienses. Ida es diferente a lo que estás acostumbrado a tener y no permitiré que la manipules o la lastimes. Si te acercas a ella de nuevo, te aseguro que lo lamentarás.

Mauricio se rio suavemente, disfrutando de la reacción de Emerzon.

—Vaya, parece que estás bastante posesivo, Emerzon. Pero te diré algo, no me asustas. Si Ida quiere estar conmigo, no hay nada que puedas hacer al respecto.

Emerzon dio un paso más cerca, su voz baja y amenazante.



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En el texto hay: protector, amor posesivo, volver amar

Editado: 26.04.2025

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