Cercanía.

Mauricio, esa noche después de salir del club, se fue a su lujoso apartamento, de pie frente al espejo del baño, observando las heridas en su rostro.

Los golpes de Emerzon habían dejado marcas visibles, pero lo que más le dolía era el golpe a su orgullo. Mientras se aplicaba un poco de ungüento en las magulladuras, sus pensamientos se centraban en Ida y en cómo había sido arrastrado a esta situación.

«Ida…» pensó, recordando su sonrisa y la calidez en sus ojos. Había algo en ella, que lo había tocado de una manera que no esperaba. A pesar de su fachada de frialdad y manipulación, Mauricio no podía negar que esa mujer es diferente.

«Es una chica linda, buena… Algo en ella me hace querer ser mejor»

Pero esos pensamientos se mezclaban con la envidia y el odio que sentía hacia Emerzon.

«Ese maldito de Emerzon siempre ha tenido todo lo que quiere. No permitiré que me arrebate esto también.»

Mauricio apretó los dientes, su determinación creciendo.

Se dirigió a una mesa que estaba cerca de su cama y sacó una libreta, comenzando a trazar un plan. Sabía que conquistar a Ida no sería fácil, especialmente si Emerzon la está vigilando de cerca.

«Tengo que ser más astuto, más calculador. Necesito ganarme su confianza de una manera que Emerzon no pueda destruir» pensó el hombre con una sonrisa siniestra.

Mientras escribía, su mente se llenaba de ideas y estrategias.

«Quizás puedo acercarme a ella de manera profesional, ofrecerle algo que realmente valoré. Algo que Emerzon no pueda ofrecerle, ¿pero qué será?» Pensó en los contactos que tenía en el mundo de la moda y cómo podía utilizarlos para ganar puntos con Ida.

Sabía que su empresa, HernándezTech, tenía los recursos para apoyar las ambiciones de diseño que pudiera tener ella. Mauricio sonrió con satisfacción, su rostro reflejado en el espejo mostrando una mezcla de determinación y astucia.

«Voy a mostrarle que soy diferente, que puedo ofrecerle más que Emerzon. Y cuando lo haga, ella será mía»

A pesar de sus intenciones aparentemente genuinas, Mauricio no podía deshacerse del deseo de ver a Emerzon caer.

«Voy a destruirlo, y cuando lo haga, Ida estará a mi lado» pensó, su sonrisa ensanchándose.

Mientras miraba su reflejo, Mauricio se prometió a sí mismo que no dejaría que Emerzon le ganara esta vez. Estaba dispuesto a hacer lo necesario para conseguir lo que quería. Y en su corazón, una pequeña chispa de genuino afecto por Ida comenzó a crecer, pero estaba mezclada con la envidia y la ambición que lo impulsaban.

──────⊹⊱✫⊰⊹──────

Las semanas pasaban y el proyecto de caridad avanzaba a buen ritmo. Cada día, Emerzon e Ida trabajaban codo a codo, compartiendo ideas, risas y momentos de complicidad.

El taller de Ida se había convertido en un lugar de encuentro habitual para ambos. Cada vez que trabajaban juntos, la atmósfera se llenaba de una energía palpable. Emerzon llegaba con una sonrisa que iluminaba la habitación, e Ida lo recibía con una mirada que hablaba más que mil palabras.

—Mira estos nuevos diseños, Emerzon. Creo que capturan perfectamente la esencia del proyecto. —dijo Ida, extendiéndole unos papeles.

Emerzon tomó los bocetos, sus dedos rozando los de Ida por un breve instante. Sus miradas se encontraron, y ambos sintieron una ligera electricidad recorrer sus cuerpos.

—Son increíbles, Ida. Tu talento nunca deja de sorprenderme.

Cada idea que compartían parecía fortalecer el vínculo entre ellos. Emerzon se inclinaba hacia ella, susurrando sugerencias al oído, e Ida respondía con una sonrisa que iluminaba su rostro.

Y los detalles no podían faltar. Emerzon le traía café, e Ida le ofrecía dulces que preparaba de vez en cuando. Cada gesto, por pequeño que fuera, hablaba de una conexión que iba más allá de lo profesional.

Una tarde, mientras revisaban unos materiales, Emerzon se detuvo y miró a Ida con una intensidad que la hizo detenerse.

—Ida, quiero que sepas que eres la razón por la que todo esto tiene sentido.

Ida sintió su corazón latir con fuerza, y una sonrisa tímida apareció en sus labios.

—Gracias, Emerzon. Trabajar contigo ha sido una experiencia increíble. No puedo imaginar hacerlo con nadie más.

Ida comenzaba a confiar más en Emerzon, sintiendo que él era diferente a cualquier otro hombre que hubiera conocido. Pero a pesar de esta creciente confianza, las cicatrices de su pasado seguían presentes, recordándole las veces en las que había sido herida.

Un día ya en la tarde, mientras trabajaban en el estudio, Emerzon notó que Ida estaba más pensativa de lo habitual. Sus manos jugaban con un trozo de tela, y sus ojos parecían perdidos en recuerdos lejanos.

—Ida, ¿estás bien? —preguntó Emerzon, su voz llena de preocupación y ternura.

Ida levantó la vista, sonriendo suavemente.

—Sí, estoy bien. Solo estaba pensando en algunas cosas. A veces, es difícil no recordar el pasado.

Emerzon se acercó, sentándose a su lado.

—Lo entiendo, sabes que puedes confiar en mí.

Ida sintió una calidez en su corazón al escuchar esas palabras. Sabía que Emerzon era sincero, pero aun así, el miedo a ser herida de nuevo la hacía dudar.

—Gracias, Emerzon.

Mientras continuaban trabajando, Ida empezó a abrirse más, compartiendo pequeñas anécdotas de su vida y sus sueños para el futuro. Emerzon escuchaba con atención, sintiendo que cada palabra la acercaba más a él.

Ella sabía que confiar en Emerzon era un paso importante, pero también estaba presente ese miedo a ser lastimada. Seguía ahí, acechando en las sombras.

──────⊹⊱✫⊰⊹──────

Habían pasado algunos meses desde la cena con Mauricio, ella no supo más nada de él, por lo que de cierta manera era un alivio. No quería estar espantando moscas como acostumbraba a decirle a los hombres cuando eran muy intensos para que salieran con ella.

Aunque trabajaba principalmente desde su taller, Ida asistía de vez en cuando a la empresa de moda para la cual colaboraba. Siempre había estado agradecida por la flexibilidad que le permitían.